Ocho cosas que deberías contarle a quien veas fumando un cigarrillo electrónico
¿Es el e-cig una alternativa menos nociva al cigarrillo normal?
No es un derivado del tabaco, ni un producto medicinal, ni tampoco una terapia para dejar de fumar
Desde que el hospital Universitario de A Coruña detectó hace unos días un caso de neumonía relacionada con el uso este dispositivo la polémica sobre sus efectos se ha multiplicado
No es un derivado del tabaco, ni un producto medicinal, ni tampoco una terapia para dejar de fumar
Desde que el hospital Universitario de A Coruña detectó hace unos días un caso de neumonía relacionada con el uso este dispositivo la polémica sobre sus efectos se ha multiplicado
Natalia Chientaroli
(eldiario.es)
(eldiario.es)
A finales de 2009 había en España dos tiendas de
cigarrillos electrónicos. Una en Palma de Mallorca y otra en Arganda del
Rey, Madrid. Hoy son más de 3.100 los locales exclusivos y otros 4.000
estancos que comercializan estos dispositivos. La industria, según sus
propios cálculos, facturó 24,6 millones de euros en 2013. El boom de los e-cig ha pegado con fuerza en España y ha crecido a toda velocidad al amparo del limbo legal en el que se mueve.
Porque no es un derivado del tabaco. Ni un producto medicinal. Ni una
terapia para dejar de fumar. Es, sencillamente, un pequeño cilindro con
una batería y un atomizador. Así que lo que produce es vapor y no humo.
Pero desde que el hospital Universitario de A Coruña detectó este
miércoles un caso de neumonía relacionada con el uso del cigarrillo
electrónico la polémica sobre sus efectos nocivos se ha multiplicado.
El PSOE ha presentado una enmienda en el Senado para que la ley
equipare este producto con el tabaco tradicional a la hora de regularlo y
restringir su consumo, una iniciativa que apoyan la Organización Médica
Colegial y el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, que
creen que permitir el uso de estos cigarrillos en la hostelería supone
"un riesgo para los trabajadores y un retroceso en los avances en salud
pública de la última década".
¿Es una alternativa
menos nociva al cigarrillo normal? ¿Puede llegar a ser nociva para las
personas que estén alrededor de quien utiliza el e-cig? ¿Contiene
sustancias nocivas o peligrosas? ¿Puede resultar tan o más adictivo que
el tabaco normal? ¿Las dudas que se plantean sobre si es inocuo están
alentadas por las grandes tabacaleras, que ven amenazado su negocio?
Las preguntas y acusaciones lanzadas por detractores y defensores
llenan de ruido una realidad: que se sabe poco de estos dispositivos,
aunque llevan años utilizándose en países como Estados Unidos o Italia.
Sin embargo, carecen de una regulación específica o controles
exhaustivos. En ello está Europa y -aunque con menos ímpetu- España.
1. Cómo funcionan y cuánto cuestan
Los defensores sostienen que, aunque contenga nicotina, el cigarrillo
electrónico es mucho menos nocivo que el convencional, ya que no genera
combustión, sino que vaporiza agua, al estilo de las 'cachimbas'. El
dispositivo tiene un precio de entre 50 y 100 euros, con unas recargas
(equivalentes a una cajetilla) que cuestan entre 3 y 8 euros.
El proceso que realiza este dispositivo electrónico es el de
volatilizar nicotina sin que haya combustión gracias a una batería que
provoca "una sensación física muy similar al del cigarrillo
convencional", algo que para los fumadores es "muy placentero" y que
llaman " vapear, porque dicen que solo
producen vapor de agua", explica un especialista. Los neumólogos
advierten de que con ese vapor se liberan también otras sustancias
potencialmente nocivas.
2. Tienen nicotina (y glicerina)
Aunque los médicos reconocen que el cigarrillo electrónico contiene
muchas menos sustancias nocivas que un cigarrillo normal, advierten de
que sí contiene componentes considerados nocivos para la salud. La mayor
parte de ellos incluye nicotina (la sustancia responsable de la
adicción) y otros componentes, alguno de ellos cancerígeno. Elementos
como el propilenglicol (irritante en las vías respiratorias y causante
de asma en niños), la glicerina vegetal, las nitrosaminas
(cancerígenas), el dietilenglicol (presente también en los
anticongelantes), los denominados sabores y otros metales pesados.
Los médicos critican incluso el uso de sabores. "Estos se han probado
por vía oral, pero no por vía respiratoria. Y no se sabe cómo puede
reaccionar el cuerpo a un sabor a menta o a fresa pensado para ingerirlo
cuando se respira", sostiene Julia Tábara, responsable de la Unidad de
Tabaquismo del Hospital Universitario de A Coruña.
Un
estudio de la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos
(FDA) emitió un informe en 2009 en el que se detectaron varios tóxicos
que pueden resultar muy perjudiciales y que no estaban consignados en el
etiquetado. Además, la Organización Mundial de la Salud recomendó en
julio de 2013 no utilizar estos artículos. Los "desaconseja hasta que
no haya datos que demuestren que es un producto seguro, eficaz y de
calidad aceptable, y que esto esté certificado por un organismo
regulador nacional competente". El Parlamento Europeo, por su parte,
elaboró el 8 de octubre de 2013 una propuesta que reclama la realización
de estudios sanitarios que evalúen estos dispositivos antes de
catalogarlos.
3. Una sustancia que causa neumonía
El primer caso de neumonía lipoidea diagnosticado en España (el segundo
en el mundo, tras uno recogido en la revista Chest) se diagnosticó en A
Coruña. El paciente, un "fumador importante", consumía unas dos
cajetillas diarias de tabaco. Pero al 'pasarse' al cigarrillo
electrónico llegó a consumir durante su ingreso cinco cargas diarias,
el equivalente a cinco cajetillas. Su adicción se intensificó de tal
manera que la enfermedad llegó a poner en riesgo su vida. Tras recibir
el alta, el hombre ha vuelto al tabaco tradicional, aunque intenta
moderar su consumo.
Lo que generó el problema fue la
acumulación de glicerina vegetal, un lípido que se fue acumulando en los
pulmones del paciente, impidiendo una correcta oxigenación."Si se
mantiene el consumo de cigarrillos electrónicos, en poco tiempo se
podrán diagnosticar más casos de neumonía lipoidea", asegura Carlos
Jiménez, director de investigación en tabaquismo de la Sociedad Española
de Neumología y Cirugía Torácica. Y va más allá: "Es una enfermedad que
puede ser grave e incluso mortal si afecta a una persona con una
insuficiencia previa".
4. No sirve para el síndrome de abstinencia
"Un cigarrillo electrónico no da un pico de nicotina suficiente para
evitar el síndrome de abstinencia, aunque para aliviarlo siempre se
puede fumar más, con los riesgos que conlleva", explica Julia Tábara. De
hecho, el paciente al que en ese centro gallego se le diagnosticó
neumonía lipoidea (el segundo en el mundo) ingresó en el hospital por
otra patología y desarrolló la enfermedad, según los médicos, por abusar
del e-cig.
Un uso excesivo de estos cigarrillos
"puede generar problemas, igual que el exceso de azucar o de sal",
justifican en la ANEV (Asociación Nacional Española de Vapeadores). "A
día de hoy no hay una sola muerte que pueda relacionarse con el consumo
de e-cigars", concluye la nota de la asociación.
5. Las cifras de la industria
El sector del cigarrillo electrónico ha facturado en el último año más
de 24,6 millones de euros en España, según un informe del sector
elaborado por la Asociación Nacional del Cigarrillo Electrónico (ANCE).
Según este documento, a día hoy emplea a 3.000 personas de manera
directa y casi 4.000 de forma indirecta.
Por
facturación, el mayor volumen de venta se da en Andalucía, con más de
4,5 millones de euros. Le sigue la Comunidad Valenciana (3,9 millones),
Cataluña (3,7 millones), Madrid (3 millones) y Baleares (2,2). Andalucía
es también la que cuenta con más establecimientos especializados en el
producto: 580. De acuerdo con los cálculos la ANEV, ya hay entre 600.000
y 800.000 usuarios en el país.
Con estos datos sobre
la mesa, la patronal, ANCE, defiende que no se pongan palos en la rueda
a uno de los pocos sectores boyantes en este momento de crisis. Por eso
piden al Gobierno colaboración para una regulación del sector que no
tenga las mismas restricciones que impone la ley antitabaco.
6. El interés de las tabacaleras
Estos productos representan actualmente entre el 2% y el 3% de las
ventas totales del sector tabaquero en Europa, y su consumo se ha
duplicado en los últimos años hasta alcanzar los 7 millones de
vaporizadores, según los datos que manejan las instituciones europeas.
El negocio se presenta tan atractivo que muchas tabacaleras están
comprando empresas de cigarrillos electrónicos. De hecho, Philip Morris
ya anunció que en la segunda mitad de 2014 presentará su propio
cigarrillo electrónico, un producto desarrollado con la tecnología
actual, "pero con un sabor mejorado". "Los futuros cigarrillos
electrónicos deberían ser una categoría atractiva para los consumidores
asumiendo que no están sujetos a una excesiva regulación o una excesiva
fiscalidad", explicó su consejero delegado.
7. ¿Un mal ejemplo para los jóvenes?
El delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco
Babín, considera que la representación simbólica del cigarrillo
electrónico "no es buena" para los menores porque "evoca el acto de
fumar". Babín hizo esta consideración personal en la presentación de la
Encuesta Escolar sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanza
Secundaria (Estude) 2012-2013.
El eurodiputado
socialista Andrés Perelló va más allá, y denuncia que muchas veces las
campañas publicitarias se llevan a cabo en la puerta de los institutos.
"Se está incitando a los jóvenes a que fumen, y se les entrega un
cigarrillo que tiene 0,18 miligramos de nicotina", explica. Y recuerda
que este producto, aunque no expulsa humo y tiene menos alquitrán, "la
nicotina que es la que engancha, la contiene".
"Los
cigarrillos electrónicos, en lugar de contribuir a que los fumadores lo
dejen, pueden perpetuar la presencia social del tabaco en nuestras
vidas", advierte Francisco Camarelles Vicepresidente del Comité Nacional
de Prevención del Tabaquismo.
8. Regulación en marcha
Las primeras medidas a nivel nacional para poner límites a la nueva
moda del e-cig fueron aprobadas el 19 de febrero en el Congreso con la
modificación de la Ley General de Defensa de Consumidores y Usuarios. Un
"paso inicial", según los diputados, que modifica la actual Ley
Antitabaco para detallar los lugares donde estará prohibido el uso de
estos dispositivos y que está en tramitación en el Senado a falta de
conocer la nueva ley directiva del tabaco, que se debatirá en el
Parlamento europeo en los próximos meses.
Ante el
limbo legal, Cataluña, Andalucía y País Vasco tomaron cartas en el
asunto para mantener a algunos espacios públicos libres de vapores. Con
el acuerdo adoptado entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades,
las restricciones de uso se unifican: el cigarrillo electrónico no se
podrá usar en transportes y edificios públicos, parques infantiles o
zonas de juego para la infancia, hospitales y centros educativos.
También en los espacios al aire libre o cubiertos comprendidos dentro
sus recintos. La norma aprobada en la Cámara Baja también pone
cortapisas a la publicidad para vender estos dispositivos, que queda
vetada en algunos horarios y espacios destinados a la infancia.
Pero la puerta queda abierta al uso en bares, restaurantes y locales de
ocio; unas excepciones que, para la Organización Médica Colegial,
provocan que la regulación se quede "corta", al no responder con los
"compromisos verbales" del Gobierno de equiparar su ordenación a la del
tabaco.
"Se trata de un producto igual de adictivo
y, por eso, solicitamos que en la regulación de espacios para el uso de
cigarrillos electrónicos no sean excepciones el sector del ocio y la
hostelería", avanzaban en un escrito al que se han adherido 37
organizaciones y que remitieron a la Comisión de Sanidad del Senado. El
grupo socialista también ha presentado una enmienda en la Cámara Alta
que exige la misma equiparación que reclaman los profesionales de la
salud.
Europa, también en marcha para poner palos en
la rueda de este dispositivo, propuso en octubre realizar estudios
sanitarios para evaluar estos cigarillos antes de catalogarlos. Para
este 2014, se prevé la aprobación de una legislación estándar que cada
estado miembro debe considerar a la hora de perfilar su propia
regulación.
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