El extraño caso del candidato desaparecido en la campaña electoral ausente
No debe de haber muchos precedentes en el mundo de un candidato en
campaña electoral que se esconda de los medios de comunicación
Miguel Arias Cañete es el único cabeza de lista a las europeas que se ha negado a conceder una entrevista a eldiario.es. Todos los demás partidos con opción a sacar al menos un escaño han aceptado. Ya hemos entrevistado a Francisco Sosa Wagner (UPyD), Javier Nart (Ciudadanos), Alejo Vidal-Quadras (Vox), Florent Marcellesi (Primavera Europea - Equo), Josep Maria Terricabras (EPDD-ERC), Ana Miranda (BNG- EH Bildu), Simona Levi y Raúl Burillo (Partido X), Pablo Iglesias (Podemos). En los próximos días se publicarán las entrevistas a los candidatos de IU, Coalición por Europa (CiU, PNV, CC y CxG), y PSOE.
Todos responden. Todos menos el Partido Popular.
No es algo personal contra los periodistas y lectores de eldiario.es.
Miguel Arias Cañete tampoco dará una entrevista a la radio más
escuchada de España, la Cadena SER, al periódico de pago más leído, El
País, a la principal agencia de noticias, EFE, al diario nativo digital
de más audiencia, El Confidencial… El candidato del PP ha cancelado la mayoría de las entrevistas que tenía cerradas para esta semana. Por ahora, solo ha mantenido dos: en la COPE y en TVE.
No debe de haber muchos precedentes en el mundo de un candidato en
campaña electoral que se esconda de los medios de comunicación. Lo
normal es que sea al revés. ¿Las causas de este dislate? Parecen obvias.
El macho Cañete "se teme".
No quiere que su "superioridad intelectual" se la vuelva a jugar. Sus
declaraciones machistas han reventado su estrategia de campaña, que
consistía en recordar la herencia socialista y no crispar, no vaya a ser
que el electorado de izquierdas se fuese a movilizar. Ahora sus
asesores –los mismos que le aconsejaron leer en el debate– creen que al
PP les saldrá más barato esconder al homo Cañete en una cueva hasta que
pasen las urnas que enfrentarse a las preguntas de la prensa.
¿Lo peor de todo? Que probablemente los asesores del PP tengan razón.
En otros países sería inadmisible un candidato con la cabeza escondida
en la arena, cual avestruz. Pero en España la falta de trasparencia
apenas se penaliza electoralmente. No hay un gran castigo de los
ciudadanos por no dar la cara. O, al menos, no parece que lo haya entre
los votantes del PP.
La mejor prueba es el mismísimo
Mariano Rajoy. Su lema funciona: como le dijo por SMS a la esposa de
Luis Bárcenas, "la vida es resistir". El presidente de un partido
emponzoñado hasta el cuello en la corrupción ha sorteado su dimisión por
la vía de cancelar ruedas de prensa, reducir al mínimo las entrevistas
y, si no quedaba otra, contestar que "a la segunda ya tal". Rajoy
resiste, a pesar de que un juez ya ha certificado que había sobres en
negro, contabilidad B y financiación irregular en el PP.
Incluso ese plasma en el que Mariano Rajoy se aparecía ante la prensa
para mentir sobre Luis Bárcenas estaba pagado con dinero negro. Y ni
siquiera así asumirá su responsabilidad. Pese a todo lo ocurrido, las
encuestas dan al PP como probable ganador.
Que el PP
más devaluado de la historia con el candidato más lamentable que se
recuerda vaya a ganar estas elecciones es un síntoma terrible del estado
del país: del Gobierno, y de la oposición. De confirmarse las
encuestas, no solo sería un desastre para el PSOE –que cosecharía su
peor resultado en unas europeas–, también una victoria pírrica para los
demás partidos medianos y pequeños que, pese a mejorar notablemente sus
resultados, seguirían muy lejos de convertirse en una alternativa de
poder.
Si la audiencia de los debates electorales en
televisión es un indicador adelantado, me temo que las encuestas
acertarán. En la altísima abstención, porque los dos debates apenas han
despertado el interés de los ciudadanos, y también en la pésima salud de
hierro del bipartidismo. El cara a cara de Cañete y Valenciano fue el menos visto de la historia y consiguió una audiencia del 9,5%. ¿El debate a seis? La mitad: un 4,2%.
El bipartidismo pierde apoyo, pero por ahora nadie ocupa su lugar. Y el
deterioro de la política que, entre otras cosas, provoca la impunidad
con la que actúa el PP va a dar como resultado… una nueva victoria del
PP.
Es como para hacérselo mirar.
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