domingo, 25 de mayo de 2014

Cuando dimitir es un hecho y no un imposible

Ponce da positivo por alcohol y deja sus cargos en Compromís

El País Valencia 
El diputado autonómico fue sometido a un control de la Policía Local de Valencia tras saltarse un semáforo en rojo.
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No todos son iguales. Menos mal. No todos aprietan el acelerador y tiran la moto de la policía mientras escapan de asumir sus culpas. No todos atropellan y matan en una carretera y encima se ufanan de su hazaña, no todos afirman que no existe el guapo que les diga cuánto y hasta donde deben beber para poder conducir. No todos, afortunadamente. Hay políticos que asumen su fallos y responsablemente dimiten para repararlos en lo posible, no ser una carga caciquil para su partido y sobre todo porque demuestran tener conciencia además de compatibilizar en un despiste las copichuelas y el volante. Pero resulta que los que dimiten suelen ser de izquierdas y los que no sueltan el chollo ni con disolvente y agua hirviendo son indefectiblemente de derechas. Aunque, a decir verdad, hay un caso entreverado que aún no se acaba de aclarar: Magdalena Álvarez, la imputada y acusada de enjuague en el caso de los EREs andaluces. Quizás es inocente, pero en un responsable político la inocencia puesta en duda por la Justicia, hasta que se aclare el asunto, debe ser motivo suficiente para dimitir sin que nadie lo tenga que imponer. Dimitió Bermejo el ministro de Justicia socialista "sólo" por no llevar encima un permiso de caza. Mientras otros se dedican a la caza del sobre o de las preferentes o de varios  cargos públicos en lote muy bien remunerados, y no sólo no dimiten, es que se pavonean de la "normalidad" de su curriculum y hacen alarde de su condición de aforados con una naturalidad y un cinismo sin precedentes, mientras reciben parabienes, blindaje y aplausos de su ppartido. No todos son iguales. No.
La coherencia y la honestidad deberían ser condiciones inseparables de los gestores políticos y administrativos, cualidades que se les debería suponer como el valor al militar. Pero, obviamente, como  no es así, hay que felicitar a Ponce, el diputado valenciano de Compromís, que ha sabido aceptar su sanción por parte de las fuerzas del orden y cumplir con su deber dimitiendo cuando toca. Gracias, de verdad, por la bendita rareza.

Tiene tela la cosa. Qué triste y qué éticamente cutre resulta que la decencia sea una excepción digna de encomio como si fuese un trabajo de Hércules, o una heroicidad ejemplar. Qué bajito tenemos el listón, rediez!

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