Documento de una de las resoluciones políticas del PSOE.
Publico,3 de Abril 2017
Publico,3 de Abril 2017
Más allá de retóricas y proclamas vacías, lo cierto es que
la izquierda no acaba de reencontrarse a sí misma en un mundo en el que
han cambiado las coordenadas en que nos movíamos. Hablamos de mundo
globalizado, de mercado mundial, de capitalismo financiero, de Estados
impotentes, de redes sociales, de relaciones interculturales, de guerras
asimétricas, de amenazas transfronterizas... Y la izquierda, ésa que ha
pasado a ser calificada de "tradicional", ya en versión
socialdemócrata, ya en versión comunista, es la que se había movido en
el esquema de un mundo bipolar, de mercado nacional, de Estados fuertes,
de estructuras estables, de clases sociales identificadas, de fronteras
claramente delineadas... Ese mundo ya no existe. El mundo de ahora,
distinto en virtud de la revolución de las tecnologías de la información
y la comunicación, del nuevo capitalismo erigido sobre ellas, y de los
fuertes cambios en las realidades sociales, políticas y culturales,
ofrece una realidad que reclama un nuevo paradigma. Es el paradigma ausenteque la izquierda aún no ha llegado a elaborar.
¿Será posible hallar un nuevo paradigma, que pudiera ser,
por ejemplo, marco idóneo para una propuesta socialista puesta al día?
¿Qué pasó con las banderas rojas? Parecería que a la izquierda también
vendría a cuadrarle el dicho del Manifiesto Comunista de que
"todo lo sólido se desvanece en el aire". Cuando el espectro del
comunismo ya no recorre Europa y la sombra de la socialdemocracia no
tiene densidad para hacerse notar, es momento de repensar qué ha sido de
la izquierda y ver qué puede ser. Si la izquierda queda sumida en
titubeos respecto a su crisis de identidad, falta de proyecto, carencia
de programa o pérdida de su base social –todo ello relacionado con la
oligarquización de las estructuras partidarias, con muchos dirigentes
polarizados en torno a su carrera política--, será la derecha la que
siga con su hegemonía desde la ideología neoliberal y sus complementos
neoconservadores.
Política frente a una globalización económica antipolítica
En el contexto de un mundo globalizado, la izquierda que
perdió el hilo es la izquierda a la que le ha ocurrido tal cosa por no
haberse enfrentado al problema de fondo, que no es otro que el hecho de
que la política como tal se vea engullida por el "gran mercado del
mundo" --dicho en términos calderonianos-- al que nos ha llevado el
proceso de globalización. La gran paradoja es que esa crisis de lo
político es a su vez resultado de un determinado proyecto político. Es
verdad que el mundo globalizado en el que estamos es el mundo
configurado sobre todo como gran mercado capitalista, con el capitalismo
financiero como dominante, pero de tal manera que esa misma
configuración se ha visto impulsada por el proyecto neoliberal. Éste ha
sido el proyecto puesto en marcha inicialmente por los Friedman y Hayek
desde mediados del pasado siglo, para reconfigurar el mundo a la medida
de las exigencias del nuevo capitalismo, el cual, con la exaltación del
mercado y la denostación del Estado, se aseguraba un clima en contra de
toda regulación política de la economía y a favor del Estado mínimopreconizado
por el norteamericano Nozick. Con su economicismo a ultranza, con su
visión antropológica individualista, con una concepción de las
relaciones sociales en términos de mitificada competitividad, con una
valoración negativa del Estado como depredador de las riquezas de los
ciudadanos, con una mentalidad tan refractaria a lo público como
encandilada por lo privado, el neoliberalismo no ha dejado de actuar
como proyecto político encaminado a disolver la política, o incluso a
erigir en lugar de ésta una antipolítica resultante de la distorsión de
la política al cercenar las condiciones que hacen que ésta sea posible.
Cuando el espectro del comunismo ya no recorre Europa y la sombra de la socialdemocracia no tiene densidad para hacerse notar, es momento de repensar qué ha sido de la izquierda y ver qué puede ser
Fue ante la hegemonía neoliberal como la socialdemocracia
sucumbió ideológicamente, dejándose llevar a su terreno por la Tercera
Vía de Tony Blair, con la pretensión de situarse "más allá de la
izquierda y la derecha", según Giddens. Era el viaje al centro que una y
otra vez emprenden los partidos socialdemócratas, sin evaluar cómo
dejan atrás señas de identidad y elementos programáticos. Tony Judt ya
dijo sobre tal deriva del laborismo británico que algo fue mal.
Con un neoliberalismo fortalecido como ideología dominante
y una socialdemocracia en retirada, el capitalismo de la era de la
globalización ha encontrado las circunstancias adecuadas para su
expansión irrestricta. El debilitamiento de lo político comportado por
tales circunstancias ha supuesto la reducción de los Estados a un papel
subalterno, así como el despliegue avasallador de un capitalismo capaz
de afirmar su fuerza incluso a través de esos "poderes salvajes"
denunciados por Luigi Ferrajoli. ¿Qué queda, entonces, de la política?
Es imperiosa la necesidad de acometer su reconstrucción democrática,
ubicándola en las nuevas coordenadas que brinda un mundo muy distinto
del de épocas anteriores.
Convocatoria sin demagogia para un "pueblo" sin populismo
Sabido es que en estos momentos de cuestionamiento de los
esquemas políticos tradicionales, de agotamiento de modelos de
organización heredados del pasado, es frecuente que a nuevas formaciones
en el panorama político se les aplique el rótulo de populismocon
intención de descalificar lo nuevo. No hay sino que considerar con
cierta ironía que quienes no se han privado de caer en comportamientos
populistas a base de discursos demagógicos, ahora acusen tan a la ligera
a otros de lo que ellos han practicado. Pero de todas formas, atentos
hay que estar para que no se verifiquen los riesgos de lo que en serio
se pueda considerar populismo. Es importante atender a cómo se utiliza,
de forma explícita o de maneras implícitas, la categoría "pueblo" que se
halla al fondo de proyectos de reconstrucción política que intentan
dejar atrás las referencias del pasado apelando a nuevos protagonismos
políticos.
Lejos de concepciones etnicistas, si toca a la izquierda apelar al pueblo
es para promover la constitución de un sujeto político capaz de
configurar frente al poder una mayoría en torno a reivindicaciones
colectivas, convocando sobre todo a quienes, estando en la periferia del
sistema político, pueden removerlo para hacerlo efectivamente
inclusivo, también respecto a la población inmigrante. Lo subraya el
filósofo Jacques Rancière: la democracia es el sistema que se define por
la inclusión de quienes protagonizan el acto político de constituirse
como pueblo al expresar su disenso y reivindicar sus derechos, de forma
que el principio de igualdad opere contra asimetrías excluyentes.
La democracia es el sistema que se define por la inclusión de quienes protagonizan el acto político de constituirse como pueblo al expresar su disenso y reivindicar sus derechos
Es importante lo que Judith Butler señala tras recordar
que "el pueblo se halla dividido según líneas de clase": es necesario
tener en cuenta que "el objetivo final de la política no es simplemente
levantarse todos juntos para dar un nuevo significado al 'pueblo',
aunque a veces sea un gesto importante para lograr un cambio democrático
radical". Movilizado el pueblo para dicho cambio la clave es que se
constituya en demos, conjunto de ciudadanas y ciudadanos
dispuestos a reivindicar y ejercer sus derechos. La ciudadanía es así
sujeto "demo-crático" que desde su pluralidad exige igualdad,
reubicándose por ello en el eje izquierda-derecha, justo para acabar con
la distancia entre "arriba" y "abajo. Conjugar la pluralidad, superando
toda pretensión de monopolio, es camino para evitar resbalones
populistas, por una parte, o caídas en la irrelevancia política, por
otra.
Pistas para reconstruir la izquierda
¿Será posible, en medio de las crisis en que estamos
inmersos, reencontrar los rasgos que perfilen de nuevo la identidad de
una izquierda atenta a los hechos a la vez que con capacidad de
alternativa? Cabe hallar algunas pistas en torno a estos puntos:
--La izquierda es un lugar epistémico, es decir,
un lugar desde el que desplegar una visión crítica de la realidad social
y, tras el conocimiento crítico, erigir alternativas frente a lo
criticado: encubrimientos ideológicos, prácticas de dominio, realidades
injustas, amenazas medioambientales...
--La izquierda es un punto de vista moral, que
por otra parte nunca se ha de pretender acaparar, desde el cual se asume
el compromiso de una opción ética, políticamente mediada, por los
objetivos de justicia, de libertad, de igualdad que es necesario
promover para conseguir una sociedad a la altura de la dignidad humana.
--La izquierda es voluntad de compromiso, capaz
de articularse en formas de participación política y organización
democrática como vías imprescindibles para la transformación social
necesaria, alentando el protagonismo de ciudadanas y ciudadanos que
desde sus más diversas condiciones –mujeres y hombres, trabajadores,
jóvenes y mayores-- se involucran en sus propios procesos de
emancipación y de reconstrucción solidaria de la realidad social.
--La izquierda es una posición política,
identificable como contrapuesta a las posiciones de las derechas, desde
la cual sostener proyectos y programas encaminados a ser alternativa a
las políticas neoliberales y conservadoras.
--La izquierda es acción transformadora,
convirtiendo la rebeldía en capacidad de cambio teniendo a la vista,
frente a lo existente, el horizonte de lo aún no logrado que se puede
conseguir, activando la esperanza desde un imprescindible bagaje de
memoria histórica.
Si todos estos ingredientes se conjugan tomando en serio
lo que ha de ser una democracia inclusiva, haciendo propio el feminismo,
replanteando modelos ecológicos de desarrollo, recusando las
mitificaciones engañosas, acentuando las exigencias de laicidad,
recuperando la conciencia republicana y relanzando lo que puede ser un
proyecto socialista reformulado para el mundo globalizado en el que
estamos..., podemos reconstruir el perfil de una izquierda
identificable. De ella habrá que decir que se trata de una izquierda que
ha de ser reconocible en sus diversos rostros y voces. Nadie tiene el
monopolio de la izquierda, pues nadie tiene ni la patente ni la
exclusiva de lo que sea esa izquierda que, al fin y al cabo, se verá
definida por sus prácticas. En política, se es lo que se hace.
Autor
-
José Antonio Pérez Tapias
Es miembro del Comité Federal del PSOE y profesor decano de Filosofía en la Universidad de Granada. Es autor de Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional. (Madrid, Trotta, 2013)
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