La cultura de Sovint revoluciona el barrio de Patraix
Sara Roqueta
Dejando un poco de lado los conciertos y
las degustaciones, en la calle Beata Inés 10, junto a la plaza de
Patraix, se abren las persianas de Sankofa, un espacio intercultural que
nace como un lugar de encuentro y diálogo entre personas y culturas.
Patraix, situado al suroeste de la ciudad
de Valencia, es un barrio tranquilo que fue municipio independiente
hasta que en 1870 se anexionó al término de Valencia. Los primeros
vestigios sobre la zona de Patraix datan de época romana y no es de
extrañar, ya que los edificios y el ambiente que se respirara en sus
calles confirman su raíz histórica.
Pero dejo Patraix y vuelvo a Sankofa. Un
día normal y corriente del mes de noviembre, cuando el frío ya se
empieza a notar, vas como si nada por la calle Beata Inés y te tropiezas
con que las farolas, los árboles y algunos portales están decorados con
lana. Cuando giro la cabeza, justo a mi izquierda, veo que se ha
levantado un nuevo espacio. Pasaba por allí prácticamente todos los
días, pero como dice Pep Beltrán “vivimos mirando para nuestro ombligo” y
no nos damos cuenta de los cambios que se están produciendo a nuestro
alrededor. Así, un poco como “con las orejeras puestas”, aún no me había
dado cuenta de que cerca de mí casa, sin tener que irme a las zonas
céntricas que están de moda en Valencia, se había abierto un espacio
para la cultura.
Estaba un poco como medio atontada
haciendo fotos a los retales de lana, cuando se me ocurrió la idea de
acercarme a la puerta del espacio y leer alguna de las inscripciones que
colgaban en la puerta. Pude ver a través de los cristales como en su
interior había una especie de rincón literario donde varias estanterías
repletas de libros y unos sillones viejos, le daban un toque bohemio al
lugar. También había un piano y tres o cuatro mesas al estilo inglés.
Analizando un poco las perspectivas de
trabajo que seguimos desde Cultura en el aire y además de lo mucho que
nos gusta curiosear, me convencí de que no podía dejar escapar un
proyecto como este. Fue un poco así, como de manera espontánea, toqué el
timbre.
Cambiando un poco los paradigmas, para
mí, las primeras impresiones siempre son buenas y cuando Pep Beltrán me
abrió las puertas de Sankofa, ilustró esta frase completamente. La
ilustró tanto que casi le confundo con Valle-Inclán. Lo digo por su
barba y sus ojos tremendamente expresivos, como esos que te hablan sin
que les pidas explicaciones. Y bueno, aunque él ese día no llevaba
gafas, de habérmelo cruzado de lejos, podría haber interpretado que todo
era Madrid y que las cosas se habían vuelto un poco más esperpénticas.
Pero no era el caso. Él es Pep Beltrán, uno de los representantes de la
ONG Sovint que lo intentó en el mundo de la ingeniería, pero que
inevitablemente, acabó estudiando artes escénicas. Un “culturetis” de su
época. Nada que ver con el “postureo” que se lleva ahora de leerte
varios libros, montar algún bar con tus colegas y promocionarlo como si
fuera lo más liberal y guay del mundo. Y encima si haces cosas gratis,
ya eres la bomba. Eh, pero no olvides consumir allí una cerveza o algo,
porque eso no aparece en la letra pequeña del evento en Facebook, pero
vamos, cuentan con ello para llegar a fin de mes.
Desde otro punto de vista, fuera de los
límites y de la moda, Pep Beltrán me habló de Sovint y de los proyectos.
La ONG articulada desde 2010, “trabaja en el ámbito de la cultura y la
sensibilización social e intercultural” y se centra en dos proyectos
troncales como son el Museo Ambulante de las Culturas y Sankofa. Con el
Museo Ambulante, “somos un poco como Mahoma y la montaña, en vez de que
la gente tenga que desplazarse, vamos nosotros”, señaló el representante
de la ONG.
“Con estás exposiciones se consigue
acercar a las personas a los objetos originales”, asegura Pep Beltrán,
quien define también Sankofa, el otro proyecto de Sovint, como “un
espacio físico de libertad, de encuentro y diálogo entre las personas”,
que utiliza exposiciones, conciertos, charlas o proyecciones para
fomentar la confluencia entre personas.
“Esto no es un espacio de libre
concurrencia, no es como un bar”, clarificó el titulado en artes
escénicas. Para acceder al espacio físico de Sankofa necesitas ser socio
y “ser socio es gratuito porque la idea es que nadie se quede fuera del
proyecto por una cuestión económica”, comentó Pep Beltrán.
Con todo esto, mientras él me iba
contando cosas sobre la ONG, yo ya me iba montando mi película y bueno,
también cómo os la iba a contar a vosotros. “Un sitio para dialogar,
desde el que se fomenta la diversidad y que encima, es gratuito”, me
dije para mí misma intentando que Pep no me escuchase. Aunque yo creo,
que por mis gestos, se notaba el entusiasmo. Al final me centre y seguí
escuchándole.
“¿Qué por qué decidimos instalar Sankofa
en Patraix? Pues porque Patraix tiene un núcleo histórico que aún
funciona y además es un barrio con acción social donde en los últimos
meses han abierto varios espacios culturales”, explicó el representante
de la ONG,
Y yo me lo replanteaba. ¿Cómo no van a
instalarse en Patraix si el horizonte que se puede ver desde Sankofa es
como el de un pueblo? Con sus casitas y su polvo, pero sin duda un
barrio protegido.
De lo último que me habló Pep Beltrán fue
de que la asociación estaba formada por seis personas. Entre ellos; uno
era griego, el otro africano y otra chica era de Vietnam. Hice algunos
cálculos sobre la diversidad de nacionalidades, pero antes de tomar
riendas en el asunto y sacar mis propias conclusiones, el modernizado
Valle-Inclán, me comentó que mucha gente confunde multicultural con
intercultural y el ser humano ha olvidado que somos mestizos y somos la
mezcla de muchas culturas.
Sin darnos cuenta, nos habíamos metido en
la raíz de Sovint. Como si estuviera en una clase de antropología, Pep
me explicó que los préstamos culturales se han fraguado desde la
colonización y en la actualidad aún hay culturas dominantes que
colonizan a las pequeñas. Un tema complejo que el graduado en artes
escénicas ejemplificó con la paella. Porque la paella puede ser
valenciana, pero sus ingredientes, cada uno de ellos, viene de un lugar
distinto del mundo.
Tejiendo un poco las ideas, entendí que
Sovint lo que pretendía era una interculturalidad consciente, es decir,
esa mezcla que hacemos sin darnos cuenta, hacerla dándonos cuenta y en
un plano de igualdad horizontal. Esta mezcla entre culturas nos permite
conocer al otro y ser más empático. Porque tal y como me explicó Pep
Beltrán, “el racismo y la xenofobia nacen debido a que no conoces al
otro y como el otro es raro ni te planteas mantener una conversación con
él”.
“Somos como melones. Por fuera son diferentes pero cuando los abres, son todos iguales”.
Con esta frase de Pep Bletrán, dentro de
su forma de tratar a la ironía, ejemplifica a la perfección como al fin y
al cabo, todos somos iguales. En todos los lugares la gente llora y ríe
por lo mismo.
Espero que con mi pequeña aportación os haya entrado la curiosidad suficiente como para conocer un poco mejor a Sovint.
No olvidéis que a veces, la calle Beata Inés 10, esconde cosas que ni yo misma sabía que existían.
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(Cultura en el aire es un grupo de estudiantes de Periodismo en la Universidad de Valencia que se dedican a trabajar y a investigar dando a conocer los proyectos culturales de los barrios y todo aquello que tenga que ver con el conocimiento y la difusion de la cultura urbana, en todos sus aspectos, especialmente desde la perspectiva barrial)
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