lunes, 3 de abril de 2017

No en nombre de la libertad de expresión










Un año de cárcel para Cassandra por tuits sobre Carrero porque las víctimas "merecen respeto
EFE
Algo muy básico se ha roto en nuestra concepción del derecho a la libertad de expresión cuando tanta gente necesita empezar su crítica a la peligrosa sentencia que condena a Cassandra Vera dejando claro, ante no se sabe muy bien quién, su repulsa por sus tuits, su humor e incluso el personaje. Hasta donde yo recuerdo, ni el mal gusto debe ser nunca materia penal, ni los derechos van asociados al acuerdo o desacuerdo, o al gusto o disgusto, con quien los ejerce. La libertad de expresión es un derecho fundamental que se tienen y se ejerce, no hay que merecérselo ni ganárselo ante nadie.
Hay tanta necesidad de distanciarse de Cassandra que no pocos comunicadores se han lanzado al periodismo de investigación, exigiendo explicaciones por una supuesta batería de tuits que se presentan como polémicos, desagradables u ofensivos. Puede que no fuera la intención de muchos, pero el resultado ha sido dejar en el aire esa idea de que algún castigo se había ganado porque, en el fondo, tampoco es que parezca muy buena persona o un caso que merezca defensa, simpatía o solidaridad.

Se trata de una novedosa manera de criticar una sentencia que se supone amenaza la libertad de expresión: cargar sobre la víctima la carga de la prueba por cuanto haya dicho, hecho o pensado en su vida y que pueda ser utilizado en su contra. "¿Tiene usted una cierta tendencia a desear la muerte a aquel que no comparte sus ideas?", llegó a preguntarle Carlos Alsina (Más de uno, Onda Cero, 30/3/2017) convertido en martillo de herejes que puede que no merezcan la cárcel, pero sí una condena.
Otra curiosa manera de defender la libertad de expresión estos días ha sido equiparar la condena a Cassandra con la prohibición de circular al autobús de Hazte Oír, tratándolos como si fueran ejemplos similares de idénticas amenazas para la libertad y la tolerancia. "Yo no hubiera condenado a Cassandra, pero tampoco habría prohibido el autobús de Hazte Oír", repiten muchos convencidos. Como si fuera lo mismo publicar tus ideas en un medio donde acceder supone una acto voluntario, que ocupar una calle y un espacio público obligándonos a todos a leerlas y escucharlas, nos guste o no. Como si a Hazte Oír la hubieran prohibido usar Twitter, o publicar una web, o editar sus ideas; no simplemente abusar de manera ilegitima de un espacio público.
Dejo para el final mi favorita en cuanto a maneras novedosas de defender la libertad de expresión. Me refiero a aquellos que, mientras claman por la libertad de expresión, denuncian en quienes defienden a Cassandra una peligrosa y antidemocrática tendencia a justificar el uso de la violencia. Un remake del clásico truco del represor donde el problema nunca es la libertad pero el peligro siempre son las ideas. Como si defender la libertad de expresión de alguien obligase automáticamente a validar o ser solidario con sus opiniones.
Vean el perfecto ejemplo ofrecido por Jorge Bustos en El Mundo ( "Condenada Casandra", 1/4/2017): "…El debate derivó pronto de la defensa de la libertad de expresión, que ampara el humor más negro –debate que no existía porque todos allí estábamos de acuerdo-, a la justificación de la violencia como partera de la historia, como agente democrático. Esa idea tan arraigada en el alma del buen rojo español de que ETA es buena cuando asesina a Carrero y deja de serlo cuando vuela un Hipercor…". Una certeza tan moralmente intrépida que bien podría encajar en esa tradición de presunta superioridad ética tan arraigada en el alma del buen facha español según la cual lo de Franco fue en realidad una dictablanda, tampoco mató tanta gente y alguien tuvo que poner orden porque la mayoría de los españoles no estábamos educados o preparados para la democracia.
No sé muy bien qué defienden, pero no creo que sea la misma libertad de expresión, ni siquiera se le parece. 

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La libertad de expresion es un derecho natural ante el que no hay mas tope que la inteligencia, la etica y la estetica del individuo, que son inseparables por cierto. Los limites o licencias que una misma no atina a concederse o cancelar, no los suplira' jamas ninguna mordaza, por muy en ley que se convierta. Todo lo chungo que no se expresa con las palabras ni se detecta en ideas entendibles, puede acabar convertido en conducta estrabica, en desequilibrio contra uno mismo o contra los demas, ya sea por accion u omision. La represion como castigo es una patologia social  y personal, -ya venga impuesta por el poder gerente o sea elegida en plan 'libre' por el sujeto paciente o agente, de acciones siempre en voz pasiva, porque no corresponden a la voz del hoy, la de la conciencia, sino al eco de anteayer como minimo, y si, para mas inri, arrastran a la justicia rebozada en determinadas idelogias antibioticas en su remolino de absurdos y anacronismos...ya tenemos el cuadro completo para el desajuste regulador de percepciones y de juicios. Un caos que lo es aun mas, porque se autojustifica con leyes e instituye su peculiar concepto de la legalidad como si fuese legitimo y no un atropello para sus victimas. En el fondo ese modo de inventarse y aplicar las leyes, es un verdadero terrorismo politico, hermano gemelo del otro terrorismo: el de los golpes de mano armada, que nace como respuesta enloquecida y mortal ante la desesperacion que producen la injusticia, la desigualdad y el abuso constante del poder que los pueblos conceden para conseguir el bien comun y no el derecho de pernada de clanes discapaces eticos e incapaces de hacer algo mejor que abusar y prohibir las protestas qua causan sus abusos. Es un circulo vicioso que solo puede romper la democracia real desde la inteligencia colectiva que la hace posible.

A primera vista sorprende que personas muy tranquilas y conciliadoras en la vida diaria escriban, pinten, compongan o filmen atrocidades brutales que nunca, por supuesto, serian capaces de materializar o perpetrar, y tal vez por ello lanzan al aire sus deseos mas horribles y sus fantasmas mas temidos y destructivos dando forma a obras de arte, por ejemplo, o tambien expresandose con actos que pueden acabar en las paginas de sucesos. Como igualmente sorprende que personas dedicadas a la politica que es una actividad tan necesaria como generosa, supuestamente animadas por un impulso noble y sano, acaben tiranizando a aquellos a los que se habian comprometido a servir con su trabajo y volviendo del reves sus programas electorales, y a caben destruyendo en vez de regenerando la sociedad que para colmo les paga por ello.

El ser humano es un misterio para si' mismo aun mas que para sus semejantes. No en vano los griegos antiguos que algo sabian de estas cosas, sin necesidad de ir a la Luna ni de inventar las bomba atomica, tenian en el dintel de los centros de salud dedicados a Asclepios, un letrero que daba la clave del mejor tratamiento a los pacientes que llegaban buscando remedio a sus males: Gnozi seauton. O sea, conocete a ti mismo. A ti misma.

Si la libertad de expresion no es patrimonio de uno, nada  ni nadie legitimamente se la puede 'conceder' o 'quitar', porque en realidad no existe fuera de la propia conciencia y de su libre albedrio ni hay poder que la consiga aniquilar. De hecho, Gandhi, lo decia siempre que le amenazaban con matarle si no aceptaba las imposiones: 'podran ustedes matarme pero no conseguiran destruir mi libertad y morire' libre, no como esclavo obedeciendo la injusticia de ustedes'. Si esa libertad no nace del ser, no es libertad, sino mero juego mecanico del automatismo accion-reaccion, unido a un cierto marcaje de habitos ajenos que se asumen como propios y se acaban reproduciendo y sacralizando, sean del cariz que sean.

Si a la falta de fundamento etico y a la confusion que eso mismo produce, se anyade la facilidad de la actual comunicacion tecnologica y su velocidad que no deja ni tiempo ni espacio para verse y pensarse a si' mismos, con que acceder a un minimo de reflexion, si las noticias, las rabias, los acatamientos y desacatos, los juicios a los prejuicios barren en cascada toda lucidez que supere el shock constante de medios y de redes mediaticas, no es posible que accedamos a una genuina libertad de expresion, que se basa tambien en el principio de igualdad. La igualdad en derechos, libertades y dignidad es indiscutible, pero que' hacer con ella, cuando se hace patente que no todos los legisladores ni toda la ciudadania disponen en igualdad del mismo grado de comprension, del mismo grado de autonomia etica ni del mismo nivel cognitivo que permite gestionar la vida y sus acontecimiento de modos tan diversos y a veces, tan opuestos?Puede exigirse por igual la misma responsabilidad a los ninyos de guarderia que a los estudiantes universitarios? Estan en igualdad de condiciones conginitivas todos los habitantes de un pais o todos los representantes politicos? No. Pero si' hay un dato revelador: uno o una, no elige el grado de inteligencia ni de salud racional emotiva con que nace y le educan, pero si elige dedicarse o no a la politica. Asi' que la responsabilidad exigible no puede ser la misma para una persona llena de problemas no elegidos que para esos gestores sociales que deberian legislar para que problemas e insuficiencias de la ciudadania se corrijan con justicia, solvencia, etica y humanidad.
Que' hacer entonces, ante tal tesitura? Lo mas facil y comodo es recurrir la prohibicion a rajatabla por un lado , o facilitar -o vetar, segun se coincida o no- todo lo que molesta o todo lo que favorece a los que controlan en ese momento el poder del Estado, sin tener en cuenta el bien comun ni los derechos o garantias de los ciudadanos, que para la gerifaltia imperante a dia de hoy solo son un incordio y una pejiguera. Un peso muerto que chincha y fastidia, pero tambien un chollo, que con un poco de suerte y mejunje, se puede convertir en vitalicio. 

De hecho ya el propio sistema de educacion se encarga a fondo perdidisimo de que no haya espacio docente disponible para conectar con la conciencia y desarrollar el autoconocimiento, que deberia ir en paralelo con el estudio y asimilacion de las materias lectivas; es decir, incentivando y potenciando las asignatuas utilitarias y memoristicas, por encima de las que hacen pensar y crecer por dentro; algo muy peligroso, segun parece, para el establishment (o establoment?), tratando de suplir ese deficit con el estudio forzado de una religion censora y dogmatizadora de problemas y 'soluciones', inutiles en el mejor de los casos y tan hipocritas como demoledoras en el peor de ellos. En tales tesituras es reaccion natural que individuos con problemas personales sin resolver y aplastados por una carga social de marginacion, de injusticia, desprecio o malos tratos en demasiados casos, salten al vacio de las redes como ultimo recurso. Una vez en pleno salto mortal, se corta la red a la que se han lanzado y se les castiga por inadecuados, por agresivos, por enaltecedores de un terrorismo y un odio que nadie se pregunta de donde sale, ni de que' causas profundas emerge un animo tan dolorido y convulso. 

Si fuesen medianamente inteligentes los del cacicato desgobernante no provocarian la reaccion contraria a la que pretenden conseguir: la persona que ellos condenan como una delincuente, sin ver de donde procede su actitud, tratada sin humanidad alguna y golpeada con una condena absurda, hiperbolica y ridicula, que trata de ser 'ejemplarizante' se  convierte en la Agustina de Aragon de las redes sociales subida a los altares de la publicidad gracias al brazo operativo de politicos y tribunales en deficit de todo menos de miedo, soberbia y ceguera apabullante que son el remake de las tropas francesas derrotadas por no saber donde se han metido  ni que' fuerzas estan desencadenando al aplicar un remedio mucho peor que la enfermedad. 

Hay comentaristas que, como muchos abogados, fiscales o jueces poco lucidos, pretenden desconectar la frialdad de la ley del contenido y sustancia humana de quienes la sufren. Y claman por una asepsia legalista que es imposible de todas todas; la ley jamas debe castigar a las personas sino hacerlas comprender, recuperarlas y sanarlas como ciudadanas; lo dice el viejo derecho romano: summun ius, summa iniuria, el maximo rigor es ya la maxima injusticia, porque ha eliminado con su falta de misericordia y de compasion ( que son empatia y comprension activas) el factor humano .
Sin el sujeto de nada sirven ni el verbo ni los complementos directos, indirectos o circunstanciales. Tras el espectaculo de la provocacion, del escandalo de los siempre 'buenos' y correctos, tras los tribunales que al parecer y con la que esta' cayendo, no tienen nada mejor para regular que la caza de twitteros molestos para el tinglado del poder y para el glamour de las momias que en paz descansen, esta' un ser humano que ha sufrido y seguramente sufre mas de lo que imaginamos. Nadie que no sufra mucho y tenga un cacao mental de aupa se dedica a perder su tiempo y su ingenio en escribir twits de tal laya y con los peores deseos, aunque tenga motivos para ello.  Que seguramente los tiene de sobra. 
Si' que importa Cassandra, ya lo creo, y bastante mas que sus chistes y sus paridas. Cassandra no era conocida nada mas que por determinados lectores de twits, ahora se ha convertido en una abstraccion universal para discutir sobre ella, para especular y teorizar en la tele o en la cola de la fruteria. Pero ella sigue siendo una persona, alguien que solo deseaba ser reconocido y valorado, aunque sea a base de poner en peligro su libertad de expresion y su libertad de movimientos, en un estado de desecho que se sostiene a base de inocular el miedo a la libertad que ha parido este regimen decimononico pero informatizado y tan 'modelno', precisamente donde la libertad solo existe si te limitas a obedecer consignas, a no pensar, a no decir nada inconveniente y a no incordiar demasiado haciendo ruido aunque luego no haya nueces ni nada de nada y encantados de votar cada cuatro anyos para que el cambio garantice la eternidad estable del inmovilismo cavernario en el reino de Mordaciland, sobre todo si se consigue un quorum general en el que la censura se la autoimponga el propio rebanyo, domesticado por el lumpen gobernante. En ese plan solo puede quedar  un vacio de sentimientos humanos y una sobrecarga de rituales para asegurar el triunfo de la nada sobre si' misma. Y Cassandra y todos lo Cassandros y Cassandras, de fondo, convertidas en la denuncia de la vacuidad en que sobremuere un mundo sin sentido. Alienado. Estupidizado. Incoherente. Cobarde para lo esencial y chulo de barrio para lo insignificante. En un pais tan estupido que por honrar a los muertos se machaca a los vivos. Donde es mas importante el cargo, el status, el aspecto , la reputacion, los dineros, el look y el make-up, la agenda de amistades e influencias que el valor de cada ser humano. Pobres Cassandras. Pobre Espanya.

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