Mélenchon acaricia un resultado histórico apelando a la "fuerza del pueblo insumiso"
El candidato en las presidenciales por Francia Insumisa llega al
último suspiro de la campaña disputando un billete para la segunda
vuelta electoral
El auge de Mélenchon, Macron y Le Pen evidencia la crisis del bipartidismo, personalizado en los malos augurios en las encuestas para Fillon y Hamon
Charlotte Girard, de la campaña de Francia Insumisa, reconoce la influencia teórica de Chantal Mouffe y el antagonismo "ellos y nosotros, oligarquía y pueblo; frente al antagonismo izquierda-derecha"
El auge de Mélenchon, Macron y Le Pen evidencia la crisis del bipartidismo, personalizado en los malos augurios en las encuestas para Fillon y Hamon
Charlotte Girard, de la campaña de Francia Insumisa, reconoce la influencia teórica de Chantal Mouffe y el antagonismo "ellos y nosotros, oligarquía y pueblo; frente al antagonismo izquierda-derecha"
Ha sido ministro del
Partido Socialista Francés, dirigente del Parti de Gauche y candidato
del Front de Gauche. Pero en estas elecciones presidenciales de 2017,
Jean-Luc Mélenchon aparca la bandera gauche
–izquierda, en francés–, alza la bandera pueblo en un movimiento –ya no
partido– bautizado como La Francia Insumisa y aspira con un resultado
histórico que le lleve a disputar la segunda vuelta de las
presidenciales.
"Sí, es verdad", reconoce
Charlotte Girard, corresponsable de elaboración del programa electoral
de Francia Insumisa: "El proyecto es fruto de la superación de lo
anterior. Es el pueblo, no la izquierda. La historia demuestra que los
gobernantes que respondían al mundo izquierda-derecha han hecho la misma
política, por lo que ese eje se descalifica. Nuestro proyecto busca más
propuestas concretas".
Ramón Luque, dirigente de EUiA –el partido
hermano de IU en Catalunya, ahora inserto en el nuevo sujeto catalán, Un
País en Comú– se encuentra como observador de la campaña de Mélenchon
en Francia: "El domingo cuando llegamos nos impactó que no hay un líder
político que reúna 70.000 personas en un parque hablando como consiguió
Mélenchon en Toulouse, una ciudad de 500.000 habitantes.
Luque destaca que en la plaza de la República, en París, convocó
a 130.000 personas: "Yo no he visto semejante cantidad de gente en un
mitin desde la Transición. No hay líder en Europa que movilice estas
masas escuchándole durante horas".
¿El
escenario se ha vuelto populista al difuminarse el eje
izquierda-derecha? ¿La lucha por el pueblo? "Chantal Mouffe nos influye,
como ha influido también a Podemos", explica Girard. "Asumimos el
antagonismo entre el ellos y el nosotros;
la oligarquía y el pueblo; más que en derecha-izquierda. Formar pueblo,
contra los ataques antisociales y la austeridad, recuperar la soberanía
del pueblo de Francia".
"La palabra patria o
la France a secas, y el pueblo tiene una connotación profunda", explica
Luque: "Ha llegado la hora de hablar del pueblo. Tsipras se apuntó a
eso, Corbyn a su manera. Y Podemos también. La vieja cultura de la
izquierda, renuente a hablar de patria, del país, para ellos surje de
una manera natural. Francia siempre ha estado muy dividida entre la
izquierda y la derecha. El FN apela a un pueblo arcaico, y Mélenchon,
dentro de un marco de transformación global de Francia".
Una Francia que hace cien años estuvo en el bando vencedor de la Gran
Guerra, aquel que aplicó unas severas sanciones a Alemania en el Pacto
de Versalles; una Francia que combatió la invasión nazi –salvo la de
Vichy– y volvió a situarse en el bando vencedor de la Segunda Guerra
Mundial frente al fascismo.
Esa Francia, que
dio paso en 1958 a la V República de la mano del general Charles De
Gaulle, es la que se encuentra en crisis, y a cuyo pueblo apela
Mélenchon. Pero también Marine Le Pen, quien con el Frente Nacional
figura como segura para la segunda vuelta de las elecciones, el próximo 7
de mayo. La identidad de los finalistas dependerá no sólo del voto útil
de la primera vuelta, sino del voto estratégico sobre quién podría
ganar a quién en la segunda vuelta.
Los
sondeos sitúan a Mélenchon, Le Pen y el centrista Emmanuel Macron por
delante de los candidatos de los partidos tradicionales: el conservador
François Fillon, de Los Republicanos; y el socialista Benoît Hamon, del
PSF.
"Lo que a mí ya me llama la atención",
reflexiona Luque, "es la irrupción de un fenómeno que rompe el
bipartidismo en Francia. Los grandes son el 4 y 5, Fillon y Hamon. Las
tres candidaturas que están al frente rompen el statu quo de la V
República. Es un enlace con la ruptura del bipartidismo que ha logrado
Unidos Podemos y las confluencias en España; el fenómeno de Bernie
Sanders en EEUU, y Corbyn en Gran Bretaña. Lo que está habiendo es una
respuesta del nuevo tiempo a las contradicciones del sistema".
"Evidentemente, no esperábamos llegar al final desbordando", reconoce
Charlotte Girard. "Nuestra campaña está siendo dinámica". Precisamente
este martes Mélenchon da un mitin desde Dijon para seis ciudades más
gracias a los hologramas con su imagen.
Aunque Mélenchon lleva casi tres décadas en política, ha sabido presentarse como una alternativa al establishment:
"Es uno de los principales argumentos gracias a su trayectoria. Ofrece
una alternativa ante la saturación y la exasperación ante lo existente.
El FN, sin embargo, no lo es. Son guardianes del sistema".
Tanto Mélenchon como Le Pen se presentan como antiestablishment: "Hay
una hipótesis de pasar juntos a la segunda vuelta", afirma Girard, "Pero
un análisis de semejanza de los dos movimientos, hostil al establishment, es limitado. No son las mismas soluciones, ni tampoco los mismos diagnósticos".
¿Qué ha cambiado en Mélenchon? "La capacidad de adaptarse al contexto
cambiante", reflexiona Girard. "Comprendió que el Front Gauche no se
adaptaba, y que había que ir a un movimiento más que un partido. Y se ha
adaptado al objetivo, al contexto. También ha cambiado su estilo tan
formal, que era muy duro, a un estilo más amable. Con respecto a 2012,
nos ayuda el mayor peso de las redes sociales, que nos han permitido
ocupar un espacio de manera tranquila y superar los márgenes oficiales,
dirigirnos directamente".
"Mélenchon",
explica Luque, "habla de los problemas profundos que el neoliberalismo
ha instalado en la sociedad: la crisis de identidad, la sociedad que nos
están robando de la cultura, la educación, solidaridad, del apoyo
mutuo, cooperativa, de lo mejor de nosotros mismos como seres humanos;
no hay más sociedad más allá de lo existente, morder al que tienes al
lado, el individualismo feroz, y él les habla de que es posible otra
sociedad".
"En términos de campaña, la
innovación es evidente", relata Luque: "Las formas de los mítines, los
mensajes, la pedagogía como norma de la campaña, hay un abismo en
relación con nosotros –frivolas, superfluas, demagógicas–, y él hace una
campaña del rigor, no esconde el programa y explica todo muy
didácticamente sin límite de tiempo. Finalmente, está el holograma,
empleado por el supuesto candidato que la derecha intenta estigmatizar
como arcaico, y hoy es el único capaz de hacer un mitin en seis ciudades
gracias al holograma".
"El programa",
explica Girard, "antes era fruto de un compromiso con otros, en
particular el PCF [que apoya la candidatura de Mélenchon], con límites
que no se podían pasar en algunos temas. ¿Nuestros objetivos ahora? Lo
primero es la cuestión institucional, la clave para dégager
[desocupar] todo el sistema, a favor del interés general y que
eventualmente puede contrariar a la UE. El plan B europeo que defendemos
no es salir en solitario de la UE, sino crear otro sistema. En segundo
lugar, la cuestión social: el reparto de la riqueza y el problema del
capitalismo financiero y la evasión fiscal. En tercer lugar, la cuestión
ecologista; y en cuarto, la dimensión internacional de la paz y el
papel de Francia en la escena internacional con soberanía militar".
"Elige un tema cada día", relata Luque. "En Marsella, la paz; en
Toulouse eligió la libertad republicana en sentido amplio. Construye un
imaginario de libertad en una sociedad diferente, y la gente aguantó dos
horas sin problemas. En nuestra cultura intervienen 18 (en un mitin),
aquí sólo hablan los líderes. La campaña tiene un rasgo de liderazgo muy
claro. Otro elemento importante es que Mélenchon se intenta asociar a
lo mejor de la Francia republicana, a lo bueno de Mitterrand, o con De
Gaulle cuando habla de soberanía y defensa propia. Apela a combatir el
miedo, apela al pueblo, a romper los marcos partidarios que lo
sustentan".
De cómo terminen las
presidenciales y del éxito o no de Mélenchon, dependerá cómo se articule
todo ese movimiento en las próximas elecciones legislativas, que pueden
suponer, de nuevo, un desborde del Parti de Gauche, del PCF y del resto
de fuerzas que apoyan la candidatura de Mélenchon.
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