¿Por qué motivo un profesor universitario como usted cree que en este momento quiere formar parte de la dirección política de un nuevo partido como En Comú Podem?
Durante toda mi vida profesional he intentado poner el conocimiento científico al servicio de aquellas fuerzas políticas y gobiernos que intentan mejorar la calidad de vida de las clases populares, las cuales, en cualquier país, son la mayoría de la población. Lo he hecho en organismos internacionales y en muchos gobiernos progresistas en varios países del mundo, y es, por lo tanto, coherente que lo haga ahora en el mío. Cuando ya hace bastante tiempo Xavier Domènech, hoy el coordinador y mayor promotor de este nuevo espacio En Comú Podem, me pidió que lo ayudara, no podía decirle que no. Estamos en un momento claramente histórico aquí en Catalunya, en el cual las fuerzas políticas conservadoras y neoliberales que la han gobernado durante la mayor parte del periodo democrático están en proceso de descomposición. Una, de tradición cristianodemócrata (UDC), ya ha desaparecido, y la otra, de sensibilidad neoliberal (CDC), a pesar de que todavía controla los aparatos de la Generalitat y sus medios de información, electoralmente se está convirtiendo en un partido minoritario. Estamos viendo el fin del régimen de la Transición y del bipartidismo también aquí en Catalunya. Y por este motivo es muy importante que las izquierdas se unan, para responder al deseo generalizado hoy en Catalunya de que haya un cambio profundo, porque las clases populares no pueden continuar en la situación en la que están. La crisis social en Catalunya es enorme. Ante este escenario, es obvio que tengo que hacer todo lo que pueda para ayudar a aquellas fuerzas con las cuales siempre he colaborado.
Entiendo que En Comú Podem es un nuevo intento de unificación de fuerzas de la izquierda catalana para conseguir un cambio en las políticas públicas. ¿Cree que se dan las condiciones para conseguir la hegemonía de la izquierda?
Los indicadores de la gran crisis económica y social en Catalunya son contundentes. La esperanza de vida de los catalanes -que son los años de vida que, de media, la población vive- tiene una tasa de crecimiento cada vez más baja, es decir, el tiempo que se gana de esperanza de vida de un año a otro cada vez es menor. Los indicadores del malestar son muchísimos. El elevado paro y la enorme precariedad, la bajada del nivel de vida de las clases populares, el descenso salarial, el empeoramiento de la capacidad adquisitiva de la población, la desesperación de los jóvenes sin futuro, que vivirán peor que sus padres, y otros muchos indicadores muestran las dimensiones de esta crisis social. Es por esta razón que esta crisis también ha creado una crisis política profunda. Las estructuras de poder, tanto financiero y económico, como político y mediático, están perdiendo la legitimidad para gobernar. Y la gente normal y corriente está muy frustrada y enfadada con las instituciones del Estado, ya sea el Estado central o la Generalitat. Hay un descontento al que las fuerzas políticas progresistas tienen que ser sensibles, puesto que están al servicio de las poblaciones afectadas por esta situación económica y social. Aquí en Catalunya todas las encuestas muestran que la población está perdiendo confianza hacia lo que en terminología anglosajona se diría el establishment político-mediático, que está claramente instrumentalizado por el poder económico y financiero, lo que se expresa en muchos efectos como por ejemplo la corrupción, entre otros. El caso de Convergència es un caso claro. De aquí que aquel famoso eslogan del 15-M de “no nos representan”, y el eslogan “no hay pan para tanto chorizo”, sean ampliamente aceptados por la mayoría de la población en Catalunya y en el resto de España.
¿Qué importancia política y social cree que puede llegar a tener la llegada de esta nueva fuerza al Gobierno de la Generalitat?
Hasta ahora este descontento popular se ha canalizado, en parte, a través de presentar el conflicto como un conflicto entre Catalunya y España, lo que ha sido fácil de hacer porque el Estado español fue una transformación pero no una ruptura con el régimen anterior. El control de los aparatos del Estado y de los medios de información españoles por parte, predominantemente, de las fuerzas herederas de aquel régimen, ha facilitado que el conflicto se presente como un enfrentamiento entre España y Catalunya. El Estado español ha sido el mayor fabricante de independentistas. Ahora bien, esta dicotomía España versus Catalunya esconde y oculta varias realidades: una es que España y el Estado español son dos entidades diferentes. Tanto en España como en Catalunya existen clases sociales diferentes, que tienen intereses en conflicto. Hay muchas Catalunyas y muchas Españas, tantas como clases sociales tienen cada una. Y el conflicto más importante que existe dentro de Catalunya y dentro de España es entre las clases populares, por un lado, y las minorías de poder político y mediático instrumentalizadas por el poder económico y financiero, por otro. Y estas últimas han impuesto las políticas públicas neoliberales que están afectando muy negativamente la calidad de vida de la mayoría de la población catalana (y en España, a las clases populares españolas). La evidencia de esto es enorme. Las políticas públicas neoliberales responsables de la situación tan deteriorada del mercado de trabajo en Catalunya, los recortes de gasto público social (los más intensos, en Catalunya) por parte del gobierno catalán, y la privatización de los servicios públicos han sido aprobados y llevados a cabo por partidos de la derecha catalana, tanto en las Cortes Españolas como en el Parlament de Catalunya. Por esta razón es muy necesario que haya cambios profundos tanto en la Generalitat como en el Estado español, y hoy hay una posibilidad que esto pase, debido al hecho que a nivel de todo el Estado hay nuevas fuerzas de izquierda que están cuestionando no sólo la credibilidad, sino también la legitimidad de las fuerzas gobernantes a los dos lados del Ebro. Las políticas neoliberales han sido impuestas a la población, pues no estaban en los programas electorales de los partidos gobernantes.
¿En qué medida cree que pueden cambiar las relaciones sociales en Catalunya como consecuencia de una victoria electoral clara de Els Comuns?
Tenemos que tener en cuenta que Catalunya, excepto un periodo relativamente corto (7 años), nunca ha sido gobernada por las izquierdas, y esta es la causa más importante de su retraso social. El tripartito hizo cambios importantes, pero su gran error fue que, cuando la crisis se inició, la respuesta fue de tipo neoliberal bajo el argumento de que no había alternativas, lo cual, como hemos mostrado Juan Torres, Alberto Garzón y yo en el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, no era cierto. En contra de lo que siempre se dice a la gente normal y corriente, siempre hay alternativas. En lugar de congelar las pensiones para conseguir 1.200 millones de euros, el Sr. Zapatero hubiera podido anular la bajada del impuesto de sucesiones o de patrimonio que hizo, consiguiendo incluso más dinero. Y el Sr. Rajoy, que ha recortado 6.000 millones de euros en la sanidad española, hubiera podido revertir la bajada del impuesto sobre sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros el año, con lo cual hubiera conseguido 5.300 millones de euros. Una situación idéntica ha pasado en Catalunya con el gobierno CiU, donde los recortes no sólo eran innecesarios, sino que han perjudicado el desarrollo económico de Catalunya, y la bajada de salarios ha dificultado la recuperación económica. La evidencia científica de esto es abrumadora, como he escrito extensamente. Es por esta razón que se tiene que mostrar a la ciudadanía que sí que hay alternativas, rompiendo esta visión que el conflicto esencial es entre Catalunya y España. El conflicto es entre la mayoría de la población y una minoría que tiene un enorme poder político y mediático y que ha visto sus intereses financieros y económicos aumentar a expensas de la calidad de vida de las clases populares. Y esto pasa en Catalunya y también pasa en España. De nuevo, la evidencia es abrumadora, aunque no salga en los medios, instrumentalizados por estos poderes económicos y financieros.
¿Qué repercusión cree que puede tener la consolidación de esta nueva fuerza en el llamado ‘proceso’ soberanista?
Aquí quiero enfatizar que siempre han sido las izquierdas las que han luchado por el reconocimiento de Catalunya como nación. Las fuerzas más importantes de las izquierdas catalanas siempre habían pedido el derecho a decidir de Catalunya. Nadie puede dar lecciones de defensa de Catalunya a las izquierdas catalanas. Incluso Jordi Pujol, el líder de las derechas catalanas, lo reconoció. Por lo tanto, la defensa del derecho a decidir está en el ADN de las izquierdas catalanas. Ahora bien, hay dos visiones de nación. Para las izquierdas, la nación es la población del país, de la que la mayoría son las clases populares. No se puede decir que se defiende la nación catalana cuando se aplican políticas que hacen daño a estas clases populares, y aquí está la gran diferencia entre derechas e izquierdas en su concepción de nación. Por otra parte, este derecho a decidir tiene que darse en situaciones de libertad y democracia que hoy no existen en Catalunya. En realidad, una transición a una nueva Catalunya que fuera independiente, realizada bajo las condiciones que existen hoy en día en Catalunya, daría como resultado un nuevo país controlado por las mismas fuerzas que lo controlan hoy. El ejemplo de la transición española es un ejemplo claro: aquel que controla la transición controla el producto. Creerse que una Catalunya independiente, con las coordenadas de poder de clase que hay hoy en día en Catalunya, resolvería el problema social, es una falacia enorme, puesto que probablemente el Ministro de Economía sería un ultraliberal de los muchos que promueve TV3, la cadena pública de la Generalitat de Catalunya. El proceso soberanista ha sido utilizado de una manera agotadora por parte del gobierno catalán existente, hegemonizado por las derechas, olvidando y escondiendo la crisis social.
No parece, de momento, que otras fuerzas que se reivindican de izquierdas, como el PSC, ERC o la CUP, piensen en participar en algún momento en un proceso de confluencia como el que se inaugura con la asamblea de este sábado. ¿No le parece indispensable una ampliación de este proceso? ¿Considera posible un acercamiento al PSC? ¿Y a ERC? ¿Y a la CUP?
Creo que es muy urgente que se haga esta unidad entre En Comú, Podem, ICV y EUiA. Todos estos partidos políticos tienen en común una vocación de servicio a las clases populares y el compromiso con una transformación profunda de la estructura política, económica y mediática del país. El maridaje entre poder económico, financiero, político y mediático es asfixiante en Catalunya. Una vez establecido este nuevo espacio, es muy importante que se explore la posibilidad de establecer alianzas amplias con otras fuerzas políticas que tienen una base social claramente arraigada en las clases populares. ERC tiene que revitalizar sus raíces, recuperando la figura de Companys como punto de referencia, no sólo como personalidad sino como representante de unas políticas públicas que estaban claramente al servicio de las clases populares de Catalunya. La actual alianza con la derecha catalana en la que participa ERC es una alianza contra natura. Y la CUP, que tiene un gran potencial como agente transformador, dificulta esta transformación cuando siempre antepone la demanda de la independencia por encima de todo lo demás, ignorando además que soberanía es un concepto diferente a independencia. Soberanía quiere decir que es el pueblo el que decide, y la decisión puede ser la secesión o la no secesión. Por otra parte el tema más urgente que hay que solucionar es la crisis social, y como he dicho antes, no se puede asumir que la independencia resuelva la enorme crisis social de Catalunya. No es cierto que se tenga que resolver el tema nacional para resolver el tema social; es precisamente a la inversa. Y no se puede decir, como siempre se dice, que los dos van juntos. El gobierno actual también lo dice, y en cambio en la práctica siempre pone su versión del tema nacional por encima del resto. Y en cuanto al PSC, que ha sido una fuerza muy positiva a la historia de Catalunya, sus bases se tienen que concienciar que su articulación con el PSOE actual ha convertido su vocación de cambio en una defensa del orden vigente, convirtiéndose así en un problema en lugar de ser parte de la solución.
Me consta que usted ha hecho un esfuerzo importante para intentar que la dirección de Podem en Catalunya no renunciara a participar en la asamblea de este sábado. No lo ha conseguido. ¿Qué tiene que pasar, en su opinión, para que esta fuerza decida implicarse en la construcción del nuevo sujeto político en Catalunya? (Por parte de Podem y por parte del resto de fuerzas que sí participan en la confluencia).
Como usted sabe, yo apoyé intensamente al movimiento del 15-M, que tuvo un impacto enorme en la vida política e intelectual del país, tanto en Catalunya como en España. Me alegró mucho que cogieran nuestro libro Hay alternativas como un punto de referencia importante para ellos. Como usted sabe, acepté la invitación de Pablo Iglesias, al que tengo un gran aprecio y estima, de ser parte de su lista, siendo escogido integrante del Consejo Ciudadano de aquel partido. Más tarde, Pablo Iglesias me invitó a ser parte del gobierno en la sombra de Podemos. Considero a Podemos un movimiento político-social de una enorme importancia para poder vehicular los cambios tan profundos y necesarios que tienen que tener lugar en el Estado español, incluyendo aquí en Catalunya. Creo que es muy urgente e importando que haya un Podem influyente y decisivo en Catalunya, pero esto no se puede conseguir yendo por su lado y compitiendo con las otras izquierdas hermanas. Esto sería un enorme error de dimensiones históricas. Por eso estoy totalmente de acuerdo con Pablo Iglesias de que este movimiento político-social se tiene que integrar en este nuevo espacio, pasando a ser una sensibilidad, junto con otras, en el establecimiento de esta nueva fuerza política en Catalunya. Es cierto que juntar partidos políticos de culturas muy diferentes es una tarea muy difícil, y estoy muy de acuerdo con muchas de las propuestas que Podemos ha hecho en Catalunya para intentar que este nuevo espacio sea auténticamente una fuerza transformadora. Pero esto se tiene que hacer desde dentro, y no desde fuera, y también con humildad, sin prepotencia y sin monopolizar la visión moral de la política. Ahora bien, es también fundamental que los otros partidos hermanos compartan esta manera de ser y de comportarse, y no siempre lo han hecho. En este momento histórico la unidad tiene que ser la prioridad. Aprovecho para aclarar que aunque físicamente yo no esté el 8 de abril, porque estoy dando un curso en Hopkins, Baltimore (Estados Unidos), estaré emotivamente y políticamente en esta asamblea, habiendo participado activamente en la preparación de los documentos, con los cuales estoy mayoritariamente de acuerdo. Por eso quiero remarcar que apoyo completamente a Xavier Domènech, que ya ha hecho una tarea extraordinaria. Él sabe que puede contar plenamente conmigo en el desarrollo de este proyecto. No tengo ninguna duda que la mayoría de compañeros y compañeras de Podem Catalunya acabarán apoyando y siendo parte de este movimiento. Este es el sentir de la gran mayoría de Podemos a nivel de España. Aplaudo la gran sensibilidad que ha mostrado Pablo Iglesias al respetar la autonomía de Podem en Catalunya, pero animo a los compañeros y compañeras no sólo inscritos, sino también militantes de Podemos, a que abran una reflexión profunda para acabar con las tensiones internas y divisiones que debilitan a Podem y, por lo tanto, debilitan también a todas las izquierdas catalanas. Los problemas no se resuelven expulsando y purgando, sino dialogando e integrando. El gran grito de Vistalegre II era “unidad”. Espero que gane esta mentalidad y que podamos establecer un nuevo espacio de izquierdas en Catalunya. La historia no empieza ahora desde zero. Somos los herederos de otras muchas generaciones que han luchado haciendo un sacrificio enorme para poder llegar donde estamos. No las podemos defraudar. Y el enorme sufrimiento que tiene la gente se tiene que resolver. Rápido y ahora, y creo que sí se puede.
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