lunes, 1 de abril de 2013

Apagón institucional. Sin linterna ni Diógenes

Lucecitas


Así estamos acostumbrados. Y todo a media luz. Como en el tango. ¿Será para compensar el exceso de energía solar a golpe de canícula mesetaria y playera de que disfruta esta península plurimaltratada por una corrupción hereditaria y caciquil ex illo tempore y sin solución de continuidad ni de nada. Sin solución ? Para ser un país que paga un pastón a las hidroeléctricas es una vergüenza que sólo dispongamos de esas lucecitas insignificantes y de esa penumbra tanguera, como de barrio bajo bonaerense entre susurros enlatados de Carlos Gardel, olor a rancio y voces ahumadas, rasposas y amenazantes de chiquilicuatres y chiquilicutres metidos a políticos, a banqueros del espíritu tanto... tienes, tanto vales y como ahora tienes muy poco, pues no vales nada ni para el pp autóctono ni para el europeo. Así que, aplícate el mantra de mistress Fabra, la del teñido rubiales y la lengua de guindilla. Ajo y agua, como ayuno postcuaresmal, o más bien de cuaresma permanente. Ayuno institucional. Ayuno informativo, ayuno y abstinencia de nuevas ideas, soluciones y reparaciones de daños y perjuicios sociales, sólo adobado por los comentarios de los periodistas menos dóciles a las consignas de esa España en blanco de inopia y en negro de abandono, y de los ciudadanos que aún no se rinden a la evidencia.


Lucecitas de feria. De circo de Manolita Chen. Lucecitas de puticlub. Lucecitas de árbol de navidad venido a menos, de plástico y comprado en los chinos que son los grandes líderes en la economía española del momento. Qué curioso, en Alemania no hay ni una sola tienda de chinos. Ni una sola. Y restaurates, sólo he visto dos y cada uno en una ciudad distinta. No todos los pps son iguales. Algunos son bastante más listos que otros. Y no miro a nadie...Pero todo tiene explicación. En Alemania gobierna una socialista del Este, renegada y neoconversa al sistema aniquilador, que no ha perdido el perfume a inteligencia y dentro del vórtice horrendo que ha montado en todo el mundo el capitalismo yanky y su escuela, y a pesar de hacerle guiños y cucamonas condescendientes para no molestar demasiado, sabe mantener el tipo social. Se han recortado sueldos, cargos oficiales y ventajas dinerarias, pero se mantienen intocables los derechos cívicos, incluidas las prestaciones y la protección social a los más limitados y perjudicados. Y parte importante de esa protección ha consistido en no permitir que el cáncer de la bulimia china se apodere del pais y arruine los negocios pequeños y familiares que representan una gran riqueza para todos en trabajo y autonomía económica. 

Lucecitas. Quizás nuestro fallo sea esperar que la mediocridad se convierta milagrosamente en prosperidad para todos, sin comprender que hemos llegado a un punto en que si nosotros no nos convertimos en los generadores de nuestra propia energía, nos tocará vivir a media luz mientras las multinacionales del negociete se nos llevan hasta la camisa. Mientras se siga votando a partidos que sólo ven soluciones en los casinos rebufo de Las Vegas, en empeñar las pensiones para disfrazar rescates, en amnistiar bandoleros bancarios y evasores, en defender y aumentar sus patrimonios personales a base de matar la gallina y la vaca que producen comida y convertir en campos de golf las tierras que podrían producir alimentos y riqueza básica para exportar, mientras nuestra enseñanza se "especializa" en la deformación de las mentes, adiestrandoleas para la obediencia a las máquinas y a la pela, sin otros horizontes más amplios, extensos y profundos, aquí no cambiará nunca nada. La lucecita de El Pardo sigue, mortecinamente, alumbrando el arco parlamentario de un poder momificado, a imagenn y semejanza del penúltimoo dictador; y digo penúltimo, porque el último es lo que ahora hace como que gobierna. El otro, empleaba la fuerza bruta para combatir la inteligencia; "esto" ha conseguido simplemente, exterminarla.

Querido Iñaki, lo de "lucecitas" es muy benévolo. Hay que salir fuera por una temporada con su día a día, y mirar el panorama desde el contexto global, para comprender que lo nuestro es un verdadero apagón, un black out, como dicen los ingleses, sin luces de emergencia intelectivo-cognitivas y aplicables, que lo puedan paliar. Nos pierden el orgullo y la ignorancia. La prepotencia y la resignación. Un gobierno infame no sale por esporas, es producto de una incultura y una deseducación tan incardinadas en nuestros genes que sólo la toma de conciencia y el verdadero afán por mejorar todos y todo, por cambiar radicalmente, pueden ser los dos factores que nos ayuden a cambiar. Mientras tanto, España seguirá "disfrutando" la milonga del tango a media luz.

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