lunes, 8 de abril de 2013

Coincidencias sibilinas

No es precisamente la sutileza una cualidad que adorne los comportamientos delincuentes. No lo pueden remediar, los poderes del "mundo", es decir, los poderes del dinero. Cuando ven peligrar sus negocios multimillonarios saltan como muelles. En una exhibición aniquiladora de cualquier miramiento. Como los animales cuando se sienten amenazados en su territorio. Dos muestras: el mercado contra Portugal, en cuanto ese país ha decidido desobedecer a la troika para no seguir machacando a los ciudadanos. La prima de riesgo se ha convertido en la tía amenazante, devastadora y terrible al soltar todo el veneno del spread contra nuestros vecinos del ala Oeste peninsular. En plan Tejero. Que nadie se mueva y todos al suelo. Quien se mueva lo pagará carísimo. Como puede observarse, los métodos ultras siempre son los mismos. 

Hay otra muestra mucho más sibilina del mismo guión: la guerra de los fármacos. Los fármacos son como la cocaína; un negocio redondo. Por eso la legalización de la droga y el trust de los laboratorios viven del terror. Terror a perder el chollo y creando terror para no perderlo. Lo de la coca lo denuncia Roberto Saviano en su último libro. Lo de los fármacos lo denuncian ellos mismos creando una nueva gripe in vitro para acojone de los laboratorios tercermundistas que están poniendo en riesgo la millonada de beneficios primermundistas, con sus genéricos estupendos adaptados a bolsillos modestos y hasta pobres. El sistema omnipasta oligarca no puede consentir que la gentuza miserable aprenda a autorredimirse, a automantenerse y a autosanarse. No. ¿Dónde y cuándo se ha visto nada semejante?  Por eso hay que amenazarla y de paso crear otra gripe que haga mucha pupa. Y sacar vacunas  "salvadoras"cuanto antes. Que seguramente ya están apiñadas en stocks dispuestos para la distribución. Y dejar esos genéricos a la altura del betún, demostrando a la masa informe de asustados globales, quien tiene de verdad la sartén por el mango. 

Es  el estilo de siempre. Lo que ocurre es que ese método, cuando las circunstancias ruinosas que ha provocado en todo el mundo no solo no ha aplastado al personal, es que está poniendo cada cosa en su sitio y la peña ha superado el miedo a perder la abundancia y la "seguridad" que le han quitado, ya no asusta a nadie. ¿Qué gripe puede asustar ahora a nadie si ya los gobiernos y los bancos se han confabulado para quitar casas, sueldos y trabajos, escuelas y hospitales públicos? El peor de los peligros ya no es un virus inhumano sino los gobernantes y banqueros que han perdido la poca humanidad que les quedaba, juramentados contra la ciudadanía. Esa realidad es la que quita el miedo de un plumazo. ¿Qué valen la vida y la salud si no hay en qué emplearlas? ¿Cómo gastar lo poco que nos queda en vacunas que te enfermarán y te matarán poquito a poco de todas maneras? 

Mientras tanto el trust de los buitres y el consorcio de las  hienas, sin valorar los cambios de rumbo en el sistema humano y social, provocados por sus mismas torpezas ávidas e insaciables, continúan sus estrategias de siempre: colocar muy lejos, en China -como siempre y a ser posible- el campo de experimentación y la base de datos apócrifos, para luego ir repartiendo contagios e histerias por todo el Planeta; es más de los mismo. De repente, en un hospital de Xin-Xin-Pong o de Man- Guin-Chan aparece un muerto que en un plis plas es analizado y reconocido, en un arranque de ciencia infusa, como portador de un virus que ya viene al mundo bautizado con letras y números, con etiqueta y royalty, con explicación de síntomas y con veredicto apocalíptico adjunto. Y hale!, otra grie al mercado con sus vacunas que serán los agentes contagiadores de una gripe de toda la vida, camuflados de antídoto universal. Así doblegarán voluntades redentoras para pobres. Farmacéuticas de la beneficencia y a pardillos solidarios y compasivos que se creen Jesucristo o Buda o Teresos de Calcuta o Vicentes Ferrer...Ilusos y tontorrones idealistas o más bien ideatontas. Y la rueda de la pasta gira y gira acumulando más pasta, que es de lo que se trata, porque está comprobado que el miedo es una inversión segurísíma.

Lo malo es que de tanto ir a la fuente del horror, los cántaros del miedo se acaban rompiendo por abuso de estímulos, evidencias imposibles de camuflar y falta de inteligencia de los fabricantes, que en su afán expansionista sólo ven ganancias a corto plazo, pero no calculan las pérdidas que ocasionan a largo plazo las pésimas gestiones. Y la peor de las pérdidas es la credibilidad y la disolución del miedo en indignación y en visión diáfana de lo que hay. Lo malo de quitar sentido material a la vida del prójimo es que de repente se descubre el sentido completo y la visión de lo real detrás de los entramados de lo aparente. Y esa mutación es mucho más cotagiosa que la peor de las gripes inventadas y mutadas en las redomas de cualquier laboratorio con nómina a cargo del doctor infierno.

La mejor de las vacunas contra las amenazas hipocondríacas que son el motor de las farmacéuticas, es saber que ya no hay nada que perder. Y que sólo nos queda ganar el resultado de nuestra seguridad interior, la que nos despierta, la que nos mueve, la que nos acerca, nos hermana y nos motiva, donde nada ni nadie puede llegar si no le damos permiso. Y a ese estado pleno se llega, precisamente,  cuando todo se derrumba al rededor y sólo el gozo de ser uno mismo por completo, en todo y con todos, hasta con los gangsters de la química negociante, es lo único y lo más valioso que nos queda. Lo mejor. Lo más sano y la piedra filosofal que nos abre a la vida sin fin. Suena muy raro, pero es muy cierto. Y la crisis nos está acelerando el master.

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