lunes, 22 de abril de 2013

Demasiado tarde. Como tantas veces


Papa Francesco sblocca la causa
di beatificazione di monsignor Romero

Papa Francesco sblocca la causa  di beatificazione di monsignor Romero
L'arcivescovo di San Salvador (nella foto) fu ucciso da un cecchino nel 1980, mentre celebrava la messa, per il suo impegno nel denunciare le violenze della dittatura del suo Paese. La canonizzazione era in stallo da anni. Bergoglio ha deciso di farla ripartire.




Me encuentro esta noticia en La Repubblica: El Papa Francisco desbloquea la causa de beatificación de Monseñor Romero. A buenas horas mangas verdes.
La iglesia católica lleva siglos perdiendo trenes. Sobre todo el tren de la conciencia humana. Hace más de mil años que lo perdió. Y no lo ha vuelto a encontrar. Es el colmo del surrealismo andar perdiendo trenes desde el siglo IV, cuando ni siquiera imaginando se podía dar forma a un tren. Sin embargo la iglesia ya estaba llegando tarde al andén del presente y no digamos al del futuro. 
Ahora, Francisco, o sea el monseñor Jorge Mario Bergoglio, que convivió tranquilamente con los dictadores argentinos sin levantar el báculo ni mover pestaña, para preguntar públicamente por los desaparecidos, sin acercarse a las familias sufrientes y diezmadas por la crueldad y la injusticia, se acuerda del compadre salvadoreño asesinado en medio de una eucaristía por hacer lo que el otro monseñor, ahora jefe del estado Vaticano, no hizo nunca: hablar del evangelio sin pelos en la lengua ante los fariseos del sanedrín político, en pleno rifirrafe asesinador. Sin miedo, sin retruécanos, sin paños calientes. Simplemente con amor y con fraternal indignación, justísima; era la misa en la catedral, la misa dominical de los prebostes y opresores, don Óscar Arnulfo Romero, hijo de Dios, recién despierto tras el asesinato del jesuita Rutilio Grande, a manos de la oligarquía comulgante, orante y potente, había perdido todo reparo y "respeto (in)humano" ante los jerarcas del terror. Y se despachó con una plegaria y un ruego, una súplica: "Dejad de matar a vuestros hermanos. Ya basta, en nombre de Dios" y una ráfaga de disparos le dejó sin vida en medio de un charco de sangre, que sobre el altar se mezcló con el vino del ofertorio. 
Es patético que ahora la iglesia de las demoras ferroviarias multiseculares, quiera "canonizar" a aquel hombre bueno que ya es santo desde que su conciencia, su inteligencia y su corazón se volcaron hacia el lado del amor y de la verdad hasta dejarse la vida en el oficio de amar al prójimo más que a su miedo y a su connivencia. Ojo, quiere "canonizarle". O sea, meterle en vereda. Someterle al canon eclesiástico, al IVA clerical, como si fuese el impuesto de admisión en el club, el carnet de santo como manda el dios de Rajoy, que es el mismito dios del Vaticano, como lo definiría Francis Bacon: idola potestatum, idola componendae, donde compartir altares con san Escrivá del toma, daca y moja por donde pases, y para convertirle en un santo legal, nada de ir por libre, como hasta ahora, que todos le llaman san Romero de América sin que Roma les haya autorizado. Y él tan contento en su libertad de hijo de Dios y hermano de todos. Pues va a ser que no. Que don Jorge Mario, le va a coronar en olor de santidad quiera o no quiera. Es lo que tiene esa iglesia, que no pide permiso y se aprovecha de todo muerto bautizado en sus aguas benditas, en cuanto le huele a santo o a virtuoso. Aunque en vida le hiciesen chichinas, y hasta lo haya asesinado el lado oscuro de la misma creencia. Los más papistas que el papa. Los más dogmáticos que los apóstoles y más creyentes y practicantes que Jesucristo. Por descontado. Jesús no necesitaba creer en lo que ya sabía que era. Y sólo practicaba el perdón, la misericordia, el cariño por los más débiles y la palabra profética adecuada para los más petardos. Fuesen quienes fuesen. Como ne tenía donde reposar la cabeza, ni madriguera ni nido, era de un libre que aterrorizaba al equipo del poderío. Que no se le puede imaginar calladito y obedeciendo leyes asesinas dictadas y ejecutadas por "creyentes" a sabiendas de la que le esperaba, con las ganas que le tenía la peña sanedrita. Y va San Romero y se pone a decir y hacer lo mismo que Jesús y que Ignacio Ellacuría, que una semana antes de morir junto a cuatro compañeros, la cocinera de la UCLA y a su hija, -para no dejar testigos- ya se despidió de todos nosotros en un programa de tv con Mercedes Milá. "Sé que no volveré a España, que esta vez es la última. Porque me van a matar en cuanto llegue". Pudo haberse quedado y salvar el pellejo, pero él lo tenía tan claro como Romero y como Jesús. Cuando la periodista le preguntó por qué volvía si estaba en tal peligro le respondió: "No puedo abandonar a mis hermanos en peligro. Compartir la vida y el riesgo de la muerte es lo justo, cuando el dolor y la injusticia son tan espantosos". Evangelio en carne viva: "El verdadero hermano es el que da la vida por sus hermanos".

Si este papa quiere poner a punto el santoral, va a tener que hacer un largo examen de coherencia. Y sudar tinta china. Porque es muy escarnecedor y confuso mezclar "santos" de etiología tan opuesta. Vamos, que si el cielo ha acogido a Escrivá de Balaguer y a especímenes por el estilo, va ser que ese cielo no tendrá un lugar para santos normales. Y que si lo que dijo Jesús no tiene nada que ver con lo que hicieron en vida, lo van a pasar fatal cuando vean el panorama intercelestial. Vamos a ver, estarán super perdonados, porque Dios es Amor y sus afines, también, o sea, que por parte de San Romero y San Ignacio Ellacuría, San Segundo Montes y demás compis, no habrá ningún problema para hacerles hueco; lo chungo será para el tronío de los santazos tipo el Padre de Torreciudad, que al parecer necesita mucho habitat y apaluso disponible, y va a ser un calvario eso de que los primeros sean los últimos, cuando se está habituado a ser el prota en todo y el más mandón, más adorado y glorificado que el mismo Dios, al que debe dar permiso para que haga milagros al estilo Opus. Puede  ser la reostia. Con perdón y sin "h",para evitar escozores litúrgico-dogmáticos. Aunque después del show pederástico, da comuniones a los genocidas, rapapolvos, castigos,suspensiones ad divinis a los más decentes y el apego eclesial político-multimillonario, las palabras con eco irreverente no tienen ya valor alguno. Son una caricia comparadas con los merecimientos y consentimientos del vatica-trust. 

Iba a terminar diciendo que Dios nos coja confesados, pero lo he pensado y mejor que no. Nunca estaremos seguros de que el confesor en vez de "pastor" no sea el lobo feroz de Caperucita. Así que mejor hacer como Lutero: confesarse directamente con el que sabe por donde anda: Dios, que si es Dios de verdad está dentro de todos nosotros y nos conoce como si nos hubiese creado y parido; si no está en nuestro interior estando en todas partes, es que ni es Dios ni ná de na; pero si es Dios, entonces nos conoce mucho mejor que nosotros mismos y nos acoge como un solo SER. Y hale, a dejarse de sucedáneos y marcas blancas, que luego los carga el diablo cuando menos te lo esperas.

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