martes, 2 de abril de 2013

Agotamiento de la costumbre social

Ya no cabe  dar más vueltas al asunto del desastre; es inútil y una pérdida de tiempo. La crisis es un colador, un filtro de conductas y mentalidades, que son los posos viejos, los tropezones y los picatostes de una sopa indefinible, con tal mezcla de sabores y combinaciones de ingredientes, que ya no se pueden distinguir ni la intensidad ni las proporciones adecuadas que la conviertan en sustancia comestible. El viejo modelo social se ha agotado, como las energías no-renovables y las especies en vías de extinción. Hemos llegado al fondo de la olla. No hay más que rascar. Y parece que aun no nos lo acabamos de creer. Todos esperan. No saben qué. No saben para qué, ni porqué; pero todos esperan. Como en aquel embarazo histérico de María Tudor, la reina inglesa estéril e infecunda, fuera ya de la edad fértil, empeñada en parir un heredero  concebido en su matrimonio pírrico con Felipe II, su sobrino, para asegurar la catolicidad del reino inglés unido al imperio español. Una unión fantasma que nunca fue real, aunque sus componentes perteneciesen a la realeza.  Pues estamos en esas. Un reino a la deriva, gobernado por una política embarazada por fecundación in vitro con genes enfermos y degenerados. Lo más natural será que se descubra cuanto antes la verdad del origen histérico de tal gestación. La imposiblidad de implantar vida en un seno acabado. No hay posibilidades de vida para lo que no está vivo. Por eso no se da una en el clavo. Por eso no se puede gobernar nada. No queda nada que gobernar. Esperar que la nada se convierta en vida es una estupidez. Lo que se ha agotado, agotado está. Tengamos el valor y la decisión de despedirnos de un pasado sin futuro y de unas elucubraciones inútiles. Hay que reinventarlo todo. Hasta a nosotros mismos. 

Ahí tenemos la Naturaleza que se reinventa cada día, cada estación, cada época. Las hojas de cada primavera son otras. Las flores también. Los colores del alba y del ocaso nunca tienen el mismo orden ni la misma extensión cromática. Cada jornada se estrenan. Los hijos no se repiten, cada vez nace uno distinto al anterior porque su combinación genética es irrepetible, como su iris y sus huellas. El universo no para de formatearse a sí mismo entre supernovas, agujeros negros, antimateria, neutrinos, ondas cósmicas que obedecen cánones mentales de  la inteligencia cuántica. Si todo fluye, si todo cambia y nunca se repite y, como dijo Heráclito de Éfeso, aunque nos bañemos en el miso río, nunca será la misma agua, ¿por qué nos empeñamos en mantener vigentes estructuras obsoletas que nos están machancando, haciéndonos infelices, gruñones, enfurruñados, odiosos unos para los otros? ¿Es que todavía no comprendemos que estamos tan mal porque estamos traicionando nuesta esencia? Somos sustancia amorosa que se ha hecho materia y vida planetaria; somos felicidad en estado puro, inteligencia creciente llena de posibilidades que no queremos descubrir y que tememos encontrar porque no las "controlamos" con la mecanica social que manejamos. Y lo cierto es que hemos crecido en energía  y en profundidad, pero no lo queremos admitir. Tenemos miedo. Y por eso nuestro sistema ha caído en la histeria de una espera sin futuro. De una gestación in vitro sin feto real. Sin salida. Lo que ha terminado su evolución no puede seguir adelante. Ha terminado, como terminan las etapas de la vida. La infancia, adolescencia, juventud, madurez, ancianidad...van pasando. Las etapas sociales, también. 

La política se ha muerto como "institución", por eso la ha sustituido el dinero. La religión se ha muerto en manos de la "institución".Por eso la ha comprado el fanatismo y el miedo. El deseo se muere cada día. Por eso lo ha sustituido la angustia, el estrés y la depresión. Y seguirá cayendo todo hasta que lleguemos a reconsiderar nuestra sustancia-amor. Nuestro tejido social verdadero es el amor que se expresa en solidaridad, en justicia, en el bien común, en la compasión y en la ternura. En la honestidad creativa de los sentimientos. Los sentimientos no son emociones cambiantes, sino un mix entre el alma, el corazón y la mente superior, la que ha superado los caprichos del ego. Y eso es nuestro único posible futuro. El que se abre ante nostros como un océano que navegar, como el sexto continente que descubrir. Ya es hora de que abandonemos lo sobado, lo estéril, los callejones sin salida y de que veamos el nuevo territorio en la lontananza de nuestro interior, que es el interior de todos y que a su vez es el motor de lo exterior. De la sociedad, que no es otra cosa que el conjunto de todos y de todas. 
Nadie dice que sea fácil. Pero tampoco fue fácil arriesgarse a descubrir el planeta, los polos, los continentes que ni se conocían, o el espacio exterior. A los pioneros se les miraba como a locos perdidos antes de considerarles héroes de la humanidad e iniciadores de caminos nuevos.

Bien está que comentemos nuestros desconciertos, cabreos indignados y desagrado, pero que eso no nos impida reinventarnos, recrear un mundo distinto sin tener que pelearnos, con tensiones normales en el crecimiento, pero con la buena voluntad de unirnos en el mismo propósito, que es crear el mundo en otro plano más humano, más habitable y convivible. Más feliz. Más justo. Más completo.

Acabar con las rutinas mentales, ideológicas y rígidas no es tarea fácil, pero vale la pena intentarlo. Esa vez la "lucha" contra los demás no servirá de nada. Hay que sustituir el combate por el acuerdo y emplear mucha más fuerza y energía en nuestro cambio interno que en intentar que cambien los demás. Veremos como nuestro trabajo interno nos rebosa y nos trasciende, porque no está al servicio de nuestro sólo bienestar, sino que la intención solidaria lo elevará de altura y en extensión. Y se contagiará sin que nos empeñemos en nuestros afanes. Y veremos como ideas que hemos pensado para mejorar las cosas y que no hemos realizado por carecer de herramientas, las hacen otros y es beneficioso para nostros mismos también. Es ese tipo de dinámica y de inteligencia desapegadas y libres. Ya hay muchas personas que lo están experimentando. La evolución es un gran laboratorio cósmico que nunca está en paro. Sólo hay que entrar en su plantilla conscientemente y con la voluntad de asumir el trabajo global del cambio. Las puertas se irán abriendo y los miedos e inseguridades se irán en esa misma apertura.
Buen viaje al mujndo nuevo, para todos los que estén dispuestos a terminar con el estado de postración actual.

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