Ay, ay, ay... ya estamos otra vez con la fabricación del consentimiento. Es que la prensa aliada del poderío no nos deja olvidar al profesor Chomsky. Otra vez salta a la pantalla un editorial de El País dedicado a vituperar y a crear oscuridades contra el abucheo moral a los inmorales, llamando "violencia" al escrache cuando se hace ante el domicilio de los impresentables. Sólo quiero recordar al preriodista en cuestión y a sus sostenedores monetarios, que no sufran ni padezcan ni se asusten, porque el peor de los escraches y el más violento de los ciudadanos nunca hará lo que hasta ahora ha hecho y sigue haciendo el trust político-bancario: echarles de su casa, a ellos y a su familia. A la puta calle y endeudados, además, hasta que se mueran con el agravante en tantísimos casos de estar desempleados, de ser familias monoparentales o ancianos a los que se ha esquilmado su casa en propiedad de toda la vida por avalar a un hijo. Sin más argumento que cobrarse en especie la vivienda sin pactar soluciones adecuadas como dación en pago o pago en concepto de alquiler con derecho a compra mientras dure el problema y no se pueda pagar en concepto de hipoteca. Y todo eso permitido por esos "politiquillos" bobos y aprovechados, asustados y ambiciosos, irresponsables y dañinos, incapaces de parar los pies a sus sponsors financieros, evasores, piratas de preferentes falsas y tan corruptos como ellos. El resultado es ruinas, destrucción familiar y suicidios. ¿Hay un escrache peor que ése?
Parece que la prensa que tenemos por "civilizada" y humanitaria, esté en la higuera, en el Cottolengo o en el negocio de los sobres puerta a puerta. Pero no en la situaciónn real que oprime a los ciudadanos en situaciones límite. Es una actitud insolidaria y bastante estúpida, porque mañana eso mismo le puede ocurrir a un periódico. Que el dueño de la empresa decida llevarse los millones que se gasta en sueldos de periodistas, a un paraiso fiscal, donde le rentará mucho más, más seguro y sin cuotas fiscales que apoquinar al Estado. Nadie está a salvo cuando la desvergüenza se apodera de un sistema. Y eso los periodistas que son capaces de observar la realidad objetiva lo tienen muy claro. No puede decirse lo mismo de los que confunden la realidad imparcial con su trepa profesional y sus dividendos pastíferos.
Acabamos de despedir a Jose Luis Sampedro, un hombre ejemplar, que lo mismo desde la literatura como desde la economía y su enseñanza impulsó la ética, la reflexión moral sobre el valor del dinero y las trampas del poder como veneno inoculado en la voluntad y en la mente de los hombres. Pero mucho nos tememos que su legado cívico, intelectual, cultural y humano, ni siquiera haya sido escuchado ni comprendido por quienes, aún habiendo tenido acceso a estudios superiores e incluso habiendo sido alumnos del profesor Sampedro, no han desarrollado la conciencia ni la lucidez que les permitiría ser verdaderamente válidos y útiles para el gobierno de un país, aunque pueda servirles para hacer carrera en El País o en cualquier otro medio de control e influencia sobre las masas, no sobre las conciencias, porque esas tienen su propio código y su propia e incorruptible autonomía.
Como apunta Iñaki Gabilondo en el video de hoy: hay que aprender a mirar desde donde toca y desde donde se construye el bien común. Desde el punto justo. Lo demás es demagogia, autoengaño programado y una pèrdida de tiempo y de energía, que acaba por llenar la inteligencia de mediocridad y desastres. Que cambia hasta el lenguaje y su semántica, porque llama violencia a la reinvindicación pacífica de la justicia y llama derecho al amparo de los corruptos ante esas imprescindibles denuncias.
¿A qué político se ha lesionado ni perjudicado, ni robado ni estafado ni privado de su trabajo ni de su vivienda? ¿Acaso les molesta que se les recuerden sus perversiones ejecutivas y legislativas para convertir en "legal" la ilegitimidad y la ilicitud mientras ocultan en Suiza el pastón de las daciones en crudo por parte de los reyes del pastón? Pues que revisen sus puntos de vista y sus decisiones, y así comprobarán la diferencia entre abucheo ético y violencia real perpetrada por gobiernos irresponsables que no han asimilado el sentodo real de us verdadera función y aún se creen en tiempos dictatoriales, haciendo lo que les da la gana, como hacía la sata del dictador cuando asaltaba con sus visitas terroríficas las joyerías y peleterías del centro de Madrid, obligando a regalarle todo lo que se le antojaba.
Y para los amantes de la imagen, de la apariencia y del glamour, calma, sensatez y menos histeria, que más cornás dan los desahucios y dormir bajo un puente habiendo pagado mucho más de lo que en realidad valían las casas pelotazo fashion y condenados a seguir pagando a la nada, por obra y gracia de "no causar grandes perjuicios" a la banca amiga de sus ratos y botines. Si los abucheados son buenas personas, transparentes, compasivas, solidarias y de buena voluntad, ningún vecino ni familiar ni opinión pública cabreada conseguirá empañar su decencia por mucho que se proteste contra ellos. La verdad siempre acaba por salirse con la suya y la mentira también se acaba por descubrir. Y eso es lo que debería preocuparles: como actúan y como legislan , por encima de lo que se diga de ellos. Lo que pasa es que sus conciencias dormidas se sienten interpeladas por el clamor de sus víctimas y eso escuece más de lo que imaginaban; no es el hecho de que les acosen con presencias y palabras que no quieren oir, parapetados en los coches oficiales o en el Parlamento o en sus despachos, es que saben y saben que "se sabe" el juego sucio que se llavan entre manos, disfrazado de leyes y decretos al servicio del desguace social. Y ahí le has dao, espabilao. Le tienen miedo a verse como y a que les vean como son en realidad y no como se han pintado a sí mismos en la foto de la campaña electoral o en la toma de posesión del cargo. es el precio que hay que pagar cuando se va haciendo lo contrario de lo que se ha prometido y encima se considera un puntazo traicionar a los cuidadanos para proteger a los filibusteros que financian tramas, campañas y hasta trajes y corbatas, bolsos, vacaciones, coches de importación y fiestas infantiles de cumpleaños en el jardín de las delicias. Como si los hubiese pintado El bosco.
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