domingo, 10 de septiembre de 2017

La justicia (es un decir)

El Supremo abre una causa contra el diputado de Podemos Alberto Rodríguez por un altercado de 2006













El cabeza de lista de Unidos Podemos al Congreso por Santa Cruz de Tenerife, Alberto Rodríguez. EFE/Ramón de la Rocha
Alberto Rodríguez, diputado de Podemos por Santa Cruz de Tenerife. EFE/Ramón de la Rocha






El Tribunal Supremo ha abierto una causa para investigar si el diputado Alberto Rodríguez, de Podemos, cometió un delito de desórdenes públicos cuando, en la madrugada del 25 de diciembre de 2006, tuvo un altercado con policías locales en La Laguna (Tenerife).

Según el Supremo, los indicios apuntan a la participación en los sucesos del diputado, contra quien se formuló acusación por estos hechos antes de haber sido elegido. Rodríguez ya se pronunció sobre los hechos por los que está siendo investigado en un acto público con militantes de Podemos. Entonces afirmó que había sido detenido por defender a su hermano "de un abuso policial por el que perdió parte de la visión de un ojo"

La causa ya había sido instruida antes de la elección de Rodríguez como diputado, pero tras su designación, el Supremo ha pasado a ser competente. Así, el alto tribunal ha considerado que procede la apertura del procedimiento "con el fin de que pueda ser oído" Alberto Rodríguez.

El auto añade que el procedimiento contra el resto de investigados por los mismos hechos deberá continuar en el Juzgado de lo Penal número 3 de Santa Cruz de Tenerife, que fue el que remitió testimonio del caso al Supremo por figurar como acusado el parlamentario Alberto Rodríguez Rodríguez.

El auto recoge el escrito de calificación provisional de la Fiscalía elevado en su día al Juzgado de Instrucción de La Laguna, el que llevó el caso.

En ese escrito se señala que, en la madrugada del día de Navidad de 2006, tras una identificación realizada en un control de la Policía local de La Laguna en un dispositivo contra el consumo de drogas, hubo un hostigamiento de Alberto Rodríguez y otro acusado hacia los policías.

Los acusados increparon "a las personas que allí se encontraban consumiendo bebidas alcohólicas, provocando que arrojaran botellas, vasos y otros objetos", dice también el escrito citado.

El auto indica que, en 2014, el Juzgado de lo Penal número 3 de Santa Cruz de Tenerife dictó sentencia de conformidad respecto a dos acusados, dejando pendiente la celebración del juicio a los otros dos acusados que no prestaron conformidad.

Al conocerse que uno de ellos, Alberto Rodríguez, había sido elegido diputado, se mandó testimonio al Supremo para el enjuiciamiento de dicho aforado .  

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                      Resultado de imagen de imágenes cómicas de la Justicia 


Vaya por delante que no soy experta en leyes. Y que tampoco tengo muy claro, a las pruebas me remito, que la aplicación del derecho haya conseguido gran cosa en nuestra civilización, viendo como está el patio, más allá de hacer infinita y lenta como una tortuga y retorcida como una soga, la clarificación y las soluciones del cualquier conflicto por poco relevante que sea. Tal y como viene dis-funcionando, la justicia es la evidencia social e institucional de uno de los mantras más elocuentes inventados por Shakespeare: mucho ruido y pocas nueces. 

Es innegable que la justicia está maniatada y encadenada en la cueva de Alí Babá por los ya infinitos ladrones que la regentan. Es más, que se ha convertido en una redundancia ciclópea, que todos soportamos con resignación y que nunca se reforma en profundidad porque se considera un dolmen intocable, un museo de cera solemne y sagrado, patrimonio de la deshumanidad creciente y sobre todo porque debe ser imposible realizar esa tarea en una sola generación. Por eso todas las generaciones leguleyas y gobernantes la cruzan de perfil y de puntillas, haciendo el menor ruido posible (en cuanto rechina algo, y algún magistrado se empeña en sobrepasar las insondables líneas rojas del mejunje se le da el pasaporte a la nada judicial para escarmiento de futuros intentos de mover ni una coma ni una mota de polvo en un archivo jurisprudentísimo de normas dinosáuricas). Imaginemos, si para dilucidar qué es o no delito y de cuánta magnitud es la culpa, si es que la culpa es culpa o sólo un amago y en tal caso de qué tipo de amago estaríamos hablando y mareando las leyes a favor o en contra, que tampoco es que se aclaren mucho entre tanto pespunte al bies y tanta vainica doble y tantas veces ciega...


Para ejemplo práctico aquí está este caso concreto. Un juicio por altercado público contra un chaval que se pelea con la pandilla que ha dejado tuerto a su hermano, ¿cuándo? ¿la semana pasada, hace tres meses, un año, tres, siete, tal vez? No, once, once años, on-ce, en  2006 y estamos en 2017. ¿Lo están manejando en la jurisdicción donde sucedieron los hechos, o al menos en la región geográfica y jurisdiccional correspondiente? pues no. Lo está juzgando el Tribunal Supremo en Madrid que es la madre capitalina de todas las provincias y lugares geográficos imputadores. Sí. No es un chiste. Es real. Ahora viene lo bueno: el 'delito' de este chico es haberse peleado hace tanto tiempo y no a partir de 2015, cuando la ley habría sido su protectora y no su azote, porque desde hace dos años, ese mismo chaval del altercado, está aforado, como Rajoy, o como Ana Mato lo estuvo con la corrupción o como la Generalitat Valenciana ppera lo estuvo y lo está. Y al que no lo está se le afora haciéndole senador des-honoris causa, por encima de cualquier urna, para que no cante la Traviata sobre todo, como pasó con Rita Barberá en su momento. 

La ley en España, si quiere hacer honor  a la Justicia en vez de vituperarla y degradarla, tendrá que cambiar de orientación y sobre todo de principios amorales a principios éticos, que consideren la gravedad de los hechos no por las ideologías y los cargos políticos de los imputados sino por la importancia penal de los hechos mismos. ¿Cómo puede considerarse digna de respeto una justicia que condena a los concejales de un ayuntamiento, como Guillermo Zapata y Rita Maestre, respectivamente, y habiendo pasado años, cuando ni siquiera tenían una responsabilidad institucional y ejercían su legítimo derecho a la libertad de expresión sin meterse con ni herir a nadie, solo " la sensibilidad religiosa" de los ocupas anticonstitucionales que llevan invadiendo impunemente espacios públicos desde 1936 (véase, para ilustrar, el episodio Pazo de Meirás que ha hecho reaccionar hasta al mismísimo Feijóo, que según la justicia ppera no debería estar gobernando Galicia ni nada, después de su turismo hace años con el narco del barco. ¿Alquien se imagina qué habría pasado con la foto de Feijóo si hubiese sido de Podemos?), y todo  por contar un chiste y por un acto reivindicativo de estudiantes en una capilla católica impuesta por narices en una universidad pública y aconfesional; y esos son  los temazos que ocupan a los servidores de la justicia española, mientras por la puerta de atrás el Gobierno y su partido saquean impunemente el país entero. 

Ahora repiten la maniobra con la inquina retroactiva que se desautoriza sola por la evidencia. Suponiendo que el delito de Alberto Rodríguez hubiese sido grave de verdad, incluso que hubiese sido él quien de un golpe en la pelea de hace once años hubiese dejado tuerto a alguien como le hicieron a su hermano, en esos largos años de distancia, la conducta del acusado ha dejado bien claro que ha mejorado muchísimo y que no ha habido reincidencias pendencieras, lo que indica que no era un delincuente sino una persona que en un momento dado perdió los nervios sin más consecuencias ni daños constatables contra nadie. Que tal asunto deba estar en el Supremo, tras indignar por la incompetencia de los jueces, fiscales y abogados defensores de los juzgados canarios, es ridículo, y tan desproporcionado e injusto como que el pp ande suelto y gobernando y que no haya un tribunal que se atreva a pararle los pies y le siga el juego de condenar por estupideces y hacer la vista gorda en asuntos y delitos ppepperos de lesa ciudadanía, lesa democracia, leso estado y hasta lesa justicia. 

Precisamente la labor de la Justicia, en vez de colgar sambenitos  a los que no le encajan en su diseño, mientras avala la golfería y deja impunes a los corruptos con poder para que sigan robando como la cosa más natural, debería consistir en lograr que los que se equivocaron y hasta delinquieron alguna vez por torpeza  o por falta de valores y de educación o problemas sin resolver, se regeneren de tal modo que  puedan, con el tiempo, hasta comprometerse social y políticamente en la gestión democrática de la sociedad. Como es el caso de Don Eleuterio Sánchez, por ejemplo, que sería un extraordinario director general de Instituciones Penitenciarias y seguramente el único con solvencia práctica para saber de qué va la cosa desde la base hasta el vértice. Claro, que tal avance social no puede estar al alcance de una sociedad que vive de la formas y carece de fondo y de sustancia humana de verdad.

A lo mejor a la Justicia le vendría bien un repasito a la  maravillosa y valiente ciudadana que se llamó Concha Arenal y que, quizá por ser mujer y tener conciencia lúcida, supo ver más lejos en el terreno ético de la Justicia que sus coetáneos, por no decir, que los actuales lazarillos de la Ilustre Gallinita Ciega de la balanza desajustada y la espada dando cortes de ciego. 

Poco cambia la historia. El ser humano, para lo importante, es mucho menos original de lo que se imagina. Hace más de 2000 años, Jesús de Nazaret retrató a los fariseos de su época con la misma analogía que hoy merece nuestra justicia: "Raza de víboras, sepulcros blanqueados, por fuera bien decorados y pulcros, y por dentro llenos de podredumbre, que cuelan el mosquito y se tragan el camello".La mejor y más exacta descripción ad hoc

Seguramente Don Quijote y Sancho tendrían mucho que aportar ahora de su cervantina lucidez, desde esta Ínsula Carataria desgobernada por el eterno cacicato en que se ha ido convirtiendo la ilusoria democracia española, transmutada por los gigantes del saqueo en una cataplasma sin finiquito, pero siempre en simulado y diferido, según el diseño malandrín  de Aldonza Cospedal. 
"Pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero Don Quijote, van ya tropezando y han de caer del todo sin duda alguna. Vale.  
                                         FIN"

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