domingo, 15 de noviembre de 2015

Poesía en Noviembre


                    Resultat d'imatges de fotos de violetas
     

Hay poetas legendarios que destilan emociones
y conocen la manera de transmutar lo que tocan
son magos de lo sublime
y convierten en poesía cualquier pequeño detalle;
con una sola mirada iluminan los fragmentos
y convocan lo profundo en la misma superficie
de las cosas.

Hay poetas silenciosos que pasan como una pluma,
ligeros soplos de vida rizando las olas quietas
de la cotidianidad
mientras todo se hace magia al ritmo de la palabra.

Hay poetas de la chispa, de la gracia, del dolor
que nunca el dolor pervierte, sino que su hermoso ingenio
con lo doliente construye un mundo más justo y bello
que iniciado en el dolor, en vez de urdir sufrimiento
y estancarse en la visión de la angustia y el lamento,
sin despegarse del suelo adquiere alturas ingentes
hasta hacer un arte sacro con la misma humanidad
superando lo vivido
y todo lo que era gris, descolorido y opaco,
en las manos del poeta asciende de vibración
hasta tocar en la orquesta
que dirige el corazón.

Luego está quién nunca pudo digerir un solo verso,
porque prefiere puñales, números, balas y plomo
y resbala por los pliegues que cosen espacio y tiempo
perdiendo sosiego y vida, justificando el horror
de su errática torpeza con el triste pagaré
de su prisa por ganar y su mísera pereza
para volar y crecer. Y una vez muerto y borrado
deja oscuros testamentos escritos con sangre y odio
copiados con doble empeño
en el alma colectiva y en el folio de la guerra.

La poesía sin embargo pertenece a otro registro,
y no al de la propiedad. Sino al de un latido intenso
que la vida va tejiendo al bies de la libertad
sin etiqueta ni precio
que nunca cotiza en bolsa,
tramado con la sustancia, con el don de lo esencial
de un beso y su circunstancia en el rostro de la vida,
de una caricia silente que no necesita nada
para coser y cantar
porque se ha quedado impresa en esa zona secreta
que no conoce fronteras, donde la visión se expande
como el vuelo de una garza y la palabra la mece
con ternura maternal
para que nunca se duerma y entre líneas
se despierte.

Mientras tanto
en las arenas del desierto existencial
donde conciencia no hay,
las cenizas se hacen polvo, las lágrimas
se evaporan. El horror es el menú
que alimenta el discurrir de cada telediario.
Las palabras enmudecen,
se apolillan los recuerdos que acaban amontonados
al son de la desmemoria, amarillean las fotos
y las flores, con el tiempo, se marchitan.
El olvido, inevitable, lo mismo que la erosión,
se apodera de la idea, de la imagen repetida
hasta descalificarla entre inercias
y rutinas, sobre la corteza inmensa de esa pista envilecida
por la que patina el mundo cuando duerme la memoria
si la conciencia se muere y enmudece la poesía.


                Resultat d'imatges de fotos de girasoles









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