lunes, 23 de noviembre de 2015

La voz de Iñaki


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¡Quieto todo el mundo!

EL PAÍS 

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En realidad las crisis provocadas y gestionadas por el neoliberalismo, desde los años 30 del siglo XX, son un tratamiento intensivo anticonciencia social. Son la quimio y la redioterapia del cáncer sociopolítico, que consiste en ir envenenando con el miedo, la escasez y el terror, la inteligencia emocional colectiva, quitándole a la ciudadanía de los pueblos las defensas y la salud hasta sumergirla en una patología  irreversible, aceptada como el mal menor. Intentando "curar" la enfermedad, se mata el cuerpo que la padece y así, muerto el perro con la letal combinación de miseria, amenaza,  odio, rencor y  miedo, se acabó la rabia. O sea, se acabó la resistencia, la  gandhiana desobediencia civil, la defensa de la dignidad, de los DDHH, de la Justicia, de la libertad y de la misma inteligencia colectiva, a la que se machaca sin contemplaciones, hasta hacerla caer, otra vez más, en el letargo histórico de la resignación a cambio de un sustento miserable, de la "protección" de los verdugos co-responsables del mismo estado de alarma y terror que se padece. Un juego macabro, sobre el tablero del exterminio.

 Ese "¡Quieto todo el mundo!", con sus inevitables ecos tejeriles, evoca las resonancias y los flecos de un golpe militar en el Estado civil comunitario, un golpe de fuerza armada contra el Estado de Derecho y la democracia.  Estaría muy feo y sería muy descarado que Merkel, Juncker, Viktor Orban, el canciller húngaro, con Hollande y Rajoy, se presentasen en el Parlamento de Bruselas disfrazados de gendarmes o de guardias civiles y a tiro limpio contra el techo para volver en su sano juicio a los eurodiputados díscolos que se están planteando que el TTIP no cuela ni el rechazo a los refugiados, tampoco. Mucho mejor y más fácil,  contratar el atrezzo y a los extras por esos andurriales chabolistas de Bruselas o de París. Ya sea como mafia organizadora de transporte matarile fashion o en el plan pululante de aquí te pillo aquí te trituro sin más, por sorpresa y porque sí.  O lo que sea más conveniente, que la desesperación enloquece y más cornás da el hambre y si pagan bien, lo de morir matando tampoco es tan malo como vivir en la miseria y morir de todas maneras de una muerte lenta, invisible y harapienta, cuando ya no hay dios que se acuerde de uno ni de su situación. Sobre todo si antes te metes una buena dosis de algo para llegar al Paraíso flipando en colorines y todo va como la seda. La política tiene tantos recursos como manos dispuestas a pagar por todo...

Los nazis crearon los campos de concentración para liquidar a los seres humanos que estorbaban para la realización de su plan terminator. Pero el nazismo no murió con Hitler. Ni mucho menos. Sobrevivió agazapado en la crueldad y en la ambición sin escrúpulos de los gerifaltes mundiales y salió a la luz en Hiroshima y Nagasaki. Se fue fortaleciendo en Corea, Vietnam, Guerras del Golfo, en Irak, en Afganistán, en Líbano, en Gaza, en Latinoamérica, en Libia, en Siria, en la creación del EI...Ahora parece que el objetivo  a conseguir es que el Planeta sea el campo del exterminio globalizado. El diabólico proyecto de Hitler se está realizando hoy de la mano del dinero y su mercado universal, que marca las pautas de todo, hasta con la "conversión" al nazismo de las antiguas víctimas del  holocausto. Esta vez la excusa más socorrida es la supuesta "defensa" de una religión, cuando ya es la atrocidad generalizada la única religión que mueve voluntades nefastas y mentes teledirigidas por un egoísmo destroyer, feroz. Y contagioso. 

No es casual. No. Este panorama tiene todas las trazas de ser un plan global de desestabilización, cuando ya se están encontrando formas para sobrevivir y superar a base de organizaciones cívicas e iniciativas populares y con medios más autónomos, una crisis que es una estafa, por medio de organizaciones cívicas e iniciativas populares, que sí se demuestran capaces de solventar calamidades ante las que las políticas tradicionales se han demostrado impotentes a la hora de las soluciones de algo provocado por unos métodos de gobierno al servicio del capitalismo internacional, cuyo cajero automático y "padre espiritual" es la red de la banca internacional y sus estupendos paraísos fiscales, que ningún organismo de la ONU ni tribunal de Justicia  es capaz de denunciar y penalizar, para desactivar los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gran capital de uso moralmente ilícito, ilegítimo e indecente, acumulado a base de corrupción, abusos laborales, esclavitud descarada en el tercer mundo y países emergentes, recortes inhumanos en los derechos civiles y económicos, tráfico de drogas, armas, prostitución, tráfico de petróleo y derivados con deterioro gravísimo del propio Planeta y con la guerra, en muchos planos, como herramienta de desgaste y ruina en países con recursos naturales y/o estratégicos, cuya cultura es diferente a la que ha organizado y mantiene un sistema que genera a su alrededor, y sin parar, unas franjas inmensas de pobreza y de ignorancia, abandonadas a un destino horrible, prisioneras del sistema que las produce y usando en su "revolución"  las mismas armas y tecnología que el sistema les proporciona, y que actúan  castigando lo mismo a los musulmanes que a  las demás opciones religiosas y no religiosas. O sea, no es una guerra 'santa' al estilo del Islam sino un totum revolutum indiscriminado contra todo lo que se mueve o piensa por sí mismo, al margen de la catequesis global y estupidizante de los media, empleada tanto en modo goteo, como en modo ariete, contra todo lo que muestra sentimientos humanos y preocupación por el bien común. Y es más que evidente que el sistema las utiliza a su favor cuando lo considera conveniente, o sea, cuando, por ejemplo, hay un TTIP esperando a las puertas para ser aceptado como panacea universal y la ciudadanía no está dispuesta a aceptarlo o millones de refugiados se agolpan en las fronteras de la idílica Europa huyendo del horror mientras la ciudadanía europea, consciente de la complicidad de la UE con el sistema, se solidariza con el sufrimiento de los inmigrantes sin tierra ni recursos y, desde calles y plazas, masivamente, obliga a los gobernantes a acogerlos con gran presión social, que demuestra la bajísima cotización que tienen la ética y los sentimientos más sanos de la humanidad en la bolsa de valores de una política tímida y farisaicamente democrática. 
Al llegar a ese punto, la propaganda del régimen neonazi económico-financiero que nos oprime con guante de raso, se saca de la manga el terror oportunísimo como flagelo castigador en manos remotas, que le viene al pelo para lo suyo: amedrentar al personal y poner freno a tanta peligrosa e incordiona democracia. Sólo se puede ser demócrata "dentro de un orden", que es más bien una orden: la del capital salvaje que mangonea todo. Sin el que el EI y sus terroristas no existirían. Es obvio.

No es el dinero el culpable, sino la capitalitis crónica con episodios agudos y sus agentes políticos al servicio del pastón. Sólo creando modos alternativos, solidarios, de apoyo mutuo e inteligentes, de vivir desobedeciendo y sin creerse una palabra de las mentiras oficiales, desarrollando la lucidez de la libertad verdadera en iniciativas pacíficas y fuertes, podremos llegar a tomar el rumbo de la bifurcación, la salida de la entropía hacia el sexto continente que,  esta vez, está por hacer y debe ser creación nuestra: la conciencia. Sin lucha violenta, sin que la ira nos ciegue ni el miedo nos petrifique, sin aceptar chantajes, sin renunciar a lograr un mundo más acogedor, hospitalario y justo. Sencillamente habitable. Con optimismo y esperanza hasta en los momentos más oscuros. Empezando a construir desde una misma hasta llegar al abrazo comunitario del amor universal manifestado en la justicia y en  la pedagogía de la compasión. En la belleza cristalina de lo decente. Sí se puede, aunque nos intenten convencer de lo contrario.

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