sábado, 21 de noviembre de 2015

Elecciones: sí a la guerra o no a la guerra

por Aníbal Malvar

20 nov 2015
elmundo.750 No sé por qué las elecciones españolas, muy a menudo, quieren asumir un protagonismo geoestratégico que no es normal para país tan pequeño y arrinconado entre oleajes de tres mares enfadados entre sí. Debe de ser nostalgia de aquel imperio tras el que no se ponía el sol. Por culpa de aquello los españoles, en el fútbol, en la guerra y en la cama, siempre pecamos de grandilocuentes. El caso es que nos acercamos a unas elecciones en las que se nos acumulan los asuntos por decidir: en la papeleta no solo tienes que dirimir a qué partido votar, sino sopesar el asunto catalán y –lo fundamental– tener en cuenta por dónde van los tiros políticos de esta extraña guerra santa. Mucho lío para un solo voto, me parece a mí. Pero hay que afrontarlo e ir lavados y bien vestidos a votar, como se va al médico. Pues ese día toda Europa nos estará mirando, si en Europa sobrevive algún atisbo de inteligencia.
Votos de plomo
Ya insinué arriba que nos ha sucedido varias veces en momentos muy trascendentes para la construcción o deconstrucción de nuestra siempre muy raptada Europa. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 no solo echaron a un Borbón –cosa que tampoco parece tan difícil como nos quieren hacer creer–, sino que supusieron el primer gran combate democrático europeo contra el auge nazi en Alemania y fascista en Italia.
Las del 16 de febrero del 36, inspiraron el inicio de la II Guerra Mundial, el Alzamiento Nacional, primer gran combate fascista europeo contra la democracia. Las del 14-M de 2004 volvieron a pesar más que un voto, pues eran la primera respuesta democrática europea a los atentados del 11-M.
Ahora se percibe mucho en la prensa y en los partidos ese sabernos en el foco. Y hay miedo a no saber hasta qué punto los españoles van a votar el 20-D guerra sí o guerra no. Como, en cierto modo, se hizo aquel 14-M que dio la victoria a Zapatero tras los atentados de Atocha.
larazon.750
Guerra o muerte
Con indudable habilidad marhuendista, en su editorial de este jueves La defensa nacional frente al pacifismo izquierdista, pone negro sobre blanco quiénes son los buenos y por qué hay que votar siempre guerra, muerte y destrucción en estos casos: por la Patria y por Rajoy. “El movimiento del ‘no a la guerra’ que aglutinó a una parte de la izquierda en nuestro país, acabó siendo (?) en una plataforma política que dejó atrás los principios del pacifismo para convertirse de hecho en un movimiento anti-PP al servicio de los que proponían, con tanta pereza intelectual como ingenuidad, una ‘alianza de civilizaciones”.
Nos quieren convencer de que pacifismo y belicismo son dos opciones políticas. Y no. Solo el pacifismo es opción política. El belicismo solo es barbarie, reacción primitiva, estupidez o avaricia. Además de inútil. Solo hay que ver las batallas que hemos ganado últimamente en Afganistan, Irak, Libia o Siria. Hasta Tony Blair (el guapo de la cumbre de las Azores), ha reconocido que el germen del Estado Islámico está en aquellas hazañas bélicas de no tan antaño.
Como El Mundo es un poco más cosmopolita que La Razón, allí la lectura de que hay que bombardear por patriotismo se internacionaliza. Lo hacía el ex director Casimiro García Abadillo en su columna del martes Al lado de Francia: “España no puede actuar acomplejada por la fotografía de las Azores […]. Si esto es una guerra, hay que estar, sin dudarlo, al lado de Francia”.
Tres apreciaciones a tan hondas disquisiciones, Casimiro. Como español, yo sí me siento acomplejado por la foto de las Azores; en París hubo un atentado, no una declaración de guerra (¿a quién se la declaramos nosotros tras el 11-M?); y no voy a estar porque sí al lado de Francia en cualquier cosa, pues considero que el espíritu crítico es el vehículo menos contaminante de la verdad.
elpais.750
‘Cherchez’ la pasta
No sé por qué El País del miércoles relega a una columna coja de su quinta página esta hermosa noticia que nos llena de esperanza en el futuro, en el renacer de nuestra economía y en el reflorecimiento del Edén terrestre. No hay que perder la esperanza, amigos: Los gigantes de defensa se disparan en Bolsa, reza el minimizado titular. “Las 10 mayores empresas mundiales del sector de defensa suben con fuerza tras los atentados de París […]. Las acciones de la mayor empresa del sector por ventas, la multinacional Lockheed, repuntaron un 3,2% en la sesión del pasado lunes […]. El 78% de sus ingresos dependen directamente de la venta de material bélico”. El anuncio de que algunas de nuestras empresas repuntan a pesar del atentado yihadista me reconcilia con el libre mercado. No sé por qué El País no ha otorgado la dimensión que merece la noticia. Quizá entre tanta tristeza no conviene resaltar nuestras pequeñas alegrías. Para no herir sensibilidades.

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