lunes, 30 de noviembre de 2015

La voz de Iñaki


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Del plasma al ectoplasma

EL PAÍS 

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Esta situación me recuerda la adolescencia y a mi padre, cuando por la tele daban partidos y corridas de toros de campanillas. Lo que en el franquismo era tan natural como la vida misma. En algo había que entretener el ocio si ya se había ido al cine y visto el NO.DO. de la semana, que era todo lo que se podía ver y oir conjuntamente sobre la actualidad española pasada por la censura. Lo de la tele vino a sustituir lo de la radio, que era mucho menos absorbente, puesto que al escuchante le quedaban libres cuatro sentidos, pero con la tele la cosa de la absorción se amplió. Y al régimen le vino al pelo  la tesitura, ya el panem et circenses se domiciliaron por completo. Ni siquiera era necesario estar presentes en la Munumental, en La Mestranza o en Bernabéu, en Nou Camp o en el Molinón o el Mestalla. La abducción completa ya estaba al alcance de todos y al franquismo le facilitó la superviencia de otro par de décadas sin pensar, permitiendo que la misma naturaleza liquidase al dictador sin que nadie hubiese hecho nada serio para que se fuera a disfrutar la jubilación a su pazo de Meirás, al que se meiras-iba en verano, pero siempre volvía pasados los calores. Y claro la tele era comodísima para que el régimen la aprovechase ampliamente. No fuera a ser que la gente a vueltas con  el ocio mal entendido, le diese por coger un libro y no solo el ABC, el YA o PUEBLO, que eran los diarios disponibles, como ahora más o menos, que tampoco es que la democracia haya modificado demasiado el 'lectorado' prensil ni aumentado el número de ofertas. Menos mal que internet hace lo que puede.
Pues a lo que iba, que a mí estos debates me recuerdan las liturgias de mi padre y de mis tíos. Se anunciaba el evento y aquello ya era un sinvivir. Preparaban todo el ambiente, se compraban aperitivos, vinos especiales, tortas de chicharrones en "La Gabriela", sifones y gaseosa para las señoras por si les daba el punto, dulces para los postres en "Victoriano Blanco" o en "Bermúdez", cartones de bisonte, "Camel, "celtas largos" y hasta la caja de puros por si el final era gratificante y Curro Romero  o Antonio Ordóñez o Jaime Ostos, jovencísimo, mutilaban los toro a diestro y siniestro o los ases del gol hacían un pleno en la quiniela...Claro que entonces lo de un debate político no se imaginaba ni en sueños. Y lo de ahora lleva la misma dinámica de entonces. Caballos jóvenes y briosos, caballo viejo y con peluquín en las crines para disimular la alopecia equina. El vigor de lo nuevo contra el alcanfor de lo sobaíllo por la edad y los tiempos devastadores. C'est la vie! 
Parece que todo cambia, pero en realidad todo es bastante gattopardesco en esta tierra nuestra. Escuchando hoy  a Iñaki es como si el tiempo fuese un loft sin paredes ni techo, pero con el suelo, que nos recuerda la solidez del presente.
Es cierto que entonces las teles eran unos tochos con más caja y volumen interior que pantalla. Nada de plasma. No tocaba todavía. Nos estábamos entrenando para el futuro pantallascópico. Pero lo del ectoplasma sí que existía. El del Caudillo. Por todas partes, con una cantidad enorme de mediums: generales, ministros, secretarios, sub-secratarios, gobernadores civiles, policía secreta y/o descarada, grises, guardias civiles de tricornio solemnísimo, militares a punta pala, por todas partes y de todas las epecialidades, obispos vestidos de  violeta y oro, párrocos de capa pluvial trabucándose de vez en cuando por la memoria del Latín en plena lengua vernácula a estrenar, toda una corte de provincias listas para celebrar todo lo que mandase la autoridad competente. Ahora parece que es distinto, pero en realidad, el plasma sigue siendo el rey del mambo como entonces y el rey -heredero natural del Caudillo- un ectoplasma sin mambo que bailar como siempre. Aunque al mambo le hayan cambiado el ritmo y lo hayan puesto en chill-out o en rap. 


A los españoles, habituados a estar entretenidos desde siempre como "el hombre de casino provinciano" de Antonio Machado, con los avatares de la contemplación de escenas en las que nunca participamos y enzarzados en nuestros debates de café o de sofá, salvaguardados por la benéfica sombra pasota del recuerdo heredado, y solo interviniendo con el aplauso o el abucheo, como en los toros y el fútbol, nos han tarado de verdad. Nos han dejado al margen de todo haciéndonos creer que con votar cada cuatro años ya hemos conquistado el Himalaya de las libertades y los derechos. ¿Quién nos iba a decir que un día hasta íbamos a poder elegir libremente un gobierno y un parlamento, ¿verdad? Y por si fuera poco hasta podemos ver los debates desde la pantalla de la tele o del ordenador...madremía, qué adelantos...para estar aún tan lejos de la verdadera participación, que serían  asambleas ciudadanas presenciales,además de telemáticas, donde esos candidatos y todos los demás, preguntasen primero personalmente,por distritos, municipios y Comunidades Autónomas,  tomando nota, qué necesita la ciudadanía y cómo quiere mayoritariamente que se empleen los presupuestos generales del estado y sobre esa realidad y las sugerencias e iniciativas  reales desde la base social, presentasen sus programas en las urnas, que se habrían ido elaborando como un proceso constituyente parlamentario, durante los cuatro años de la legislatura anterior. Pero no. De eso nada. Los programas se han diseñado a toda leche y a ojo de buen cubero cuentavotos y calculando más cómo chafar a los rivales que como servir a la ciudadanía lo mejor posible, y especialmente, sobre el atractivo encantador y glamuroso de los candidatos. Machotes, por supuesto, las mujeres se quedan, como Soraya, en retaguardia y  dedicadas a la mediumnidad, que es mucho más manejable que una presidencia como dioshmanda. Y el presidente en el shofá, que es ,muy inspirador; entre sueño y sueño de la siesta, también se aprende mucho para luego ser un buen plashma humano, dentro de un orden, claro.

Comparando los tiempos y la metodología operativa, creo que lo de antes era menos plasta y más real. Más auténtico. Menos cínico. Al menos sabíamos que aquello, descaradamente, era una dictadura militar con el terror dentro de casa que nos tenía aislados de la civilización, que el que se movía no sólo no salía en la foto, sino que le esperaba la cárcel o el matarile, si Franco se levantaba una mañana con dolor de próstata, pero que un día acabaría por necesidad histórica. Había futuro. Ahora vivimos en una dictadura bancaria y oligárquica a las órdenes del terror consumista enmascarado y programado globalmente  por la avaricia y la crueldad, mientras nos van entreteniendo con elecciones de 'pinto pinto gorgorito, dónde vas tú tan bonito' para que no pensemos en lo que hay  detrás de los personajes y del guión. 
Vivimos en un perenne Show de Truman. Y el futuro lo tenemos que inventar y construir escapando de la burbuja. Pinchándola para que desparezca. Apagando la tele y saliendo a la calle para que, junto a los demás, no junto a sus perfiles ni a sus plasmas, internet no haga con nosotros una web sin contenido humano o nos convierta en uno de los 100.000 "amigos facebook" de la nada. Y que así nos acabe gobernando el Gran Hermano que nadie conoce porque simplemente es el ectoplasma de un sistema monstruoso que, como Cronos, se alimenta de los hijos que engendra a golpe de ratón y mando a distancia.  Necesitamos que la granja se rebele de una vez y cante el gallo al alba para despertar del letargo.

Además de tener que soportales cuando los demás, idiotizados por sus trolas  habituales electoralistas les elijan, encima, no les voy a regalar mi tiempo y mi energía que necesito para mejores empeños. No se lo merecen. Y además me cansan y me aburren infinitamente. El ego es un plastazo insoportable cuando se desboca, como los caballos de carreras en competición. Cocean, babean, relinchan y lo ponen todo perdido de caca. Necesitan un veterinario. No a mí.

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