jueves, 19 de noviembre de 2015

La voz de Iñaki


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De epopeya a sainete

EL PAÍS 

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Qué verdad más grande. Y qué descripción más exacta, Iñaki. Ayer era Francia  y su galo-gallo el que salía por peteneras, hoy el gallo, como el de Morón y las suyas, -las peteneras, claro-, cacareando y sin plumas, es el desafine más chungo de esta parodia cada vez más chusca, el quiero y no puedo del Mas por más, menos. 
La avaricia rompe el saco, pero la prepotencia y el empeño sin fuste y con anteojeras, acaban hasta con la fábrica de sacos más experimentada que se les ponga por delante. Se está pasando de la grandeza de una reivindicación justa, aquella del derecho legítimo a decidir, con la que, al parecer, se había ganado el respeto de una gran mayoría de catalanes y españoles, a la mascarada chirigotesca más obtusa. Es lo que tiene el heroísmo pillado por los pelos: una debilísima y sutil frontera con el ridículo. Lo sublime siempre está al borde de lo patético y viceversa. Y lo peor del caso es que cuando se atraviesa esa frontera hacia el esperpento, ya sí que no hay vuelta atrás, porque el héroe prometeico se queda hecho unos zorros a las mismas puertas de la gloria, ya tan cercanas que casi podía tocarlas, cuando se vio confundido por el reflejo del dintel y sus panoplias en el espejo del yo presidencial. Un relumbrón y luego, nada. El vacío. 
Si ahora la CUP para no deslucir el evento, quedándose en muchísimo menos va y vota a Mas y lo hace presidente, los adeptos al independentismo que buscaban en ello la decencia que creían ver en la CUP, se apearán de carro, se están dando cuenta con el seny catalán al 100% de que peor que seguir en una España desvencijada es ser desvencijados y desvalijados por su propia catalanidad al retortero y como todo a un "eulo", mecida por la mano corrupta de los de siempre que acaban llevándose la perra gorda y abundante a Andorruña, como la llama el maestro Peridis, y a mucho más lejos también. Y a estas alturas están considerando mucho más prudente no quemar las naves del terruño, porque si se mantienen en pie, seguirán siendo el sueño ideal que mueve montañas, pensando en que esa Catalunya sometida no es como todas, sino algo especial e infinito, y la culpa de todas las maldades siempre será de los castellanos, aragoneses, navarros, riojanos, andaluces, murcianos, vascos, andaluces, extremeños, extrapeninsulares, y gente de malvivir,  que no la comprenden, la envidian tanto y la despluman cínicamente; pero si la independencia da como resultado un régimen presidido por gente como Mas y encima con apoyo de Esquerra y la CUP, ya sí que no tendrá arreglo el asunto.
 Sería el gran fracaso de toda una tradición animosa y dispuesta a todo para llegar al día D. A la diada por antonomasia. Ya no podrían esperar nada más. España quedaría al otro lado de la frontera, fuera de toda sospecha anexionista, y ya serían los mismos catalanes oligarcas los que se ensañarían, igual que ahora, con la estupenda y noble ciudadanía catalana y ese marrón mola bastante menos que  estar en un ten con ten, que sí que no, convencidos de que algún día, cuando Wifredo el Velloso reencarne en un miembro de la CUP que vaya en serio y se plante en la Diagonal con la espadas de Roland cruzadas haciendo pedorretas a las de El Cid, entonces, en su momento mágico, sí que podrán ser libres de la obtusez hispano-cafre y le darán sopa con ondas al resto peninsular, mientras nada importante cambia y todos nos llevamos bien, que eso de quedar fatal es muy poco elegante y sensato, que nunca se sabe quiénes van a comprarnos los productos y ser clientes de nuestros bancos. Y los malos, por descontado, como en el resto de España siempre son los "otros". En nuestro caso, los guirys de Madrit, jamás nosotros, por eso no podemos permitirnos un Mas tan menos. No está a la altura de las circunstancias. 
Por eso a los independentistas ceja  y ceja no les mola en realidad afrontar el tema en plan nudo gordiano.  Y se van diciendo bajito para animarse y para que no les oiga el vecino que más valen menos humos soberanistas que un Mas venido a menos, que en cuanto te descuidas se te sube a la senyera y la reivindica como albornoz. Y que ya hablarán las urnas si el Tambor del Bruch no manda otra cosa, la Moreneta está d'acord i Dèu n'hi do.

Es una pena para las anarcas y libertarias como yo misma, que el independentismo se nos corte como la mayonesa, así de pronto, sin avisar ni nada, sólo por exceso de aceite y mano torpe al batir la salsa. Por las prisas, por los nervios, por el malaje de los cabos gastadores, que con su desgaste están estropeando el desfile, con lo estupenda que estaba quedando la cosa, cachis la mar...Y yo que ya me veía pidiendo asilo político al Honorable President Baños... Pero no, de eso nada. Mas no claudica y hasta que no se lleve por delante el honor y el pride day catalán no va a parar. Ya lo está consiguiendo, ya. Igual que un cocinero inexperto se carga un soufflé abriendo el horno antes de tiempo, así Mas, Esquerra y la CUP, con sus prisas por no perder la ocasión, que ya no está tan calva como al principio, sino siguiendo un tratamiento urgente contra la alopecia, se están dejando la exquistez de la receta por los suelos. 
Como plan secesionista no parece que ya tengan mucho que rascar, pero como vodevil, sainete o zarzuela, tipo El Rey que rabió, tienen un tirón de taquilla quepaqué, eso sí, aunque muy poco futuro para permanecer en cartel más allá de la temporada teatral de un otoño impredecible, en el que les ha arrebatado la cabecera del hit parade del glamour, el estreno internacional de La Hollandada. Ésa sí que mola como epopeya matarife. A la misma altura que Agamenón y sus muchachos yendo a Troya a montar la idem. 

Lo que nuestros ínclitos secesionistas de opereta no van a conseguir cambiar para nada es al egregor marianil, que se quedará igual pase lo que pase, autoabsorbido por su propia masa inerte. Quietoparao. Como un homenaje sin palabras, sin ideas y sin nada, a la insoportable nadidad del no ser catalán ni castellano ni gallego, ni ná de ná, sino todo lo contrario o no. Un mueble de estilo pependhale que dhale. Ains!

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