Un nuevo Pucherazo Popular (otro más, ahora en Murcia)
El PP cocina otro golpe a la democracia en Murcia para mantenerse en el poder como sea, aunque los votantes los quieran echar.
Tras los pasos de María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha y de la ley "cerdada" para las municipales que cocina Mariano Rajoy,
el PP prepara un nuevo pucherazo electoral. Otro más. Es en la Región
de Murcia y el motivo es el de siempre: mantenerse en el poder como sea,
aunque los votantes los quieran echar.
El Partido
Popular lleva gobernando dos décadas en esta comunidad, pero las últimas
encuestas y los resultados de las elecciones europeas pronostican que
en las próximas autonómicas –en mayo, dentro de ocho meses– pueden
perder la mayoría absoluta y por lo tanto el Gobierno. ¿La solución? La
habitual: cambiar las reglas de juego al final del partido de forma
unilateral. Modificar de urgencia la ley electoral para aumentar las
circunscripciones electorales de las actuales cinco hasta siete o
incluso quince distritos.
La reforma que planea el PP
de Murcia es un absoluto despropósito para una autonomía uniprovincial.
Se podría dar incluso el absurdo de que el Parlamento de Murcia fuese
el que tuviese más distritos electorales de toda España. Más que el de
Andalucía (ocho, uno por provincia) o el de Castilla y León (nueve).
El objetivo evidente de este pucherazo es perjudicar a los partidos
minoritarios y perpetuarse en el poder. Al aumentar el número de
circunscripciones pero no el de diputados –que seguirían siendo 45–, el
mínimo de votos necesarios para conseguir un escaño se disparará. La
reforma está diseñada por el PP a su imagen y semejanza. Es una
trapacería para aferrarse a cualquier costa al sillón.
La actual ley electoral de las cinco circunscripciones ya beneficia
sobradamente a los grandes partidos en general y al PP en particular. En
las últimas autonómicas, cada escaño le costó al PP 11.593 votos. Al
PSOE, 14.105. IU solo logró un escaño con 50.913 votos y UPyD, con
29.236, se quedó fuera del Parlamento regional.
Con
la nueva ley electoral –que avanzó La Verdad de Murcia–, el beneficio
para los grandes partidos sería aún mayor. La derecha blindaría su
mayoría absoluta con algo menos del 40% de los votos; el porcentaje
exacto dependerá de cuántas circunscripciones electorales se creen
finalmente. El PP se aseguraría así todo el poder al margen de la
voluntad mayoritaria de la sociedad, incluso si más del 60% de los
ciudadanos les dan la espalda.
¿Las excusas? Desde el
PP dan las de siempre: "acercar los políticos a los ciudadanos", "la
regeneración democrática", "que gobierne el más votado"... Pura
palabrería con la que camuflar otro pucherazo electoral de manual.
Los ejemplos de Madrid y Valencia
Algo de historia para recordar la hipocresía del Partido Popular. El mismo PP que hoy quiere cambiar la ley electoral municipal para evitar –entre otras cosas– perder las ciudades de Madrid y Valencia llegó a la alcaldía en ambas capitales sin ser el partido más votado.En el caso de Madrid, con un pacto con el CDS que echó a Juan Barranco para poner en su puesto a Agustín Rodríguez Sahagún, pese a que el socialista había sido el candidato más votado, con un apoyo superior al 40%. En el caso de Valencia, el PP llegó a la alcaldía de la mano de Unió Valenciana, a pesar de que el PSOE era el partido más votado. Fue la misma Rita Barberá que hoy clama en contra de los pactos y defiende que gobierne la lista más votada la que consiguió así una alcaldía a la que hoy se quiere atornillar.
Cabe preguntarse, y es fácil de imaginar, qué habría dicho la derecha si el PSOE hubiese cambiado la ley electoral sin consenso pocos meses antes de esas elecciones municipales para blindar su poder.
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