martes, 30 de septiembre de 2014

La voz de Iñaki


¿Nadie tiene miedo?

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EL PAÍS | 30 SEP 2014 - 09:11  

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 Todo se percibe según el anclaje diverso desde el que  se mira la misma realidad.

Y va a ser que no. Que ya nadie, o casi nadie, tiene miedo. La sociedad ha cambiado tanto, los ciudadanos han sido vapuleados y despojados de tanto, que también, y entre otras cosas como trabajo, casa, comida, escuela, salud, salarios, derechos, garantías y libertades, les han quitado el miedo. Y eso, aunque produzca temores en las zonas de mejor vivir, en las de peor soportar produce liberación, ese sano tirar por la calle de en medio, donde la gente se pone el mundo por montera y dice, ¡basta! Y no sólo no es tan malo como parece. Sino una sanísima reacción, muy bien llevada, por cierto,  por la ciudadanía, que no es violenta ni fascista, ni torturadora, ni represiva, ni tan desorganizada y caótica como el sistema que la vilipendia más que gobierna.

Estamos un poco saturadas de que cada dos por tres vuelva a salir del nicho el fantasma del consenso transicional del 78. Aquellas circunstancias eran de miedo. Efectivamente. Salíamos de un túnel tenebroso de cuatro décadas, no teníamos ni idea de que éramos ciudadanos ni de que tuviésemos derechos a algo más que a limosnas del Estado vencedor y humillador, a contemplar en el NODO los paseos del cacique mayor, bajo palio o inaugurando pantanos, o a dar carreras delante de los grises, a burlar la vigilancia de la "social" en clase, los palos y torturas en la DGS, o en la fábrica o en la mina. En ello habíamos nacido y en ello habíamos sido educados por el terror a hablar y a disentir en público, y hasta acostumbrarse a no disentir, por sistema, de nada. A no mover pieza, ya ni por miedo, sino por costumbre. El tirano nos había atado de pies y manos, primero, y poco a poco de neuronas también. De emociones. De voluntad. De contracultura fasciocatólica, apostólica y franquista por la gracia y el chascarrillo de su ídolo meapilas, casposo, miedica y mediocre. Y cuando ya estábamos casi domesticados, va y se nos muere el domador, el "padre espiritual" el guru de lo cutre. Lo raro entonces hubiese sido no tener de aquello de lo que habíamos mamado como auxilio asocial desde la cuna: miedo instintivo a todo. 
Por eso fue tan fácil hacer una transición, como masa que se hace churros,  sin que nadie pidiese explicaciones mientras se iba rezando lo del "virgencita, que nos quedemos como estamos". No es que entonces hubiese políticos de talla excepcional, es que no había ciudadanía, sino masa encogida a la que tenían que animar para que aprendiese a respirar, con canciones como "Habla, pueblo, habla" o "Libertad sin ira", y para que se comprobase que las urnas no muerden ni las papeletas del voto eran bacterias patógenas puestas a drede,  por la guardia mora de El Pardo para pillar a los insurrectos e ilusos... ¿Cómo se va a comparar aquella sociedad con ésta, por Dios? En aquellas condiciones el consenso era pan comido. Nadie lo iba a discutir porque nadie tenía ni idea de lo que pasaba más allá de los conciliábulos entre "padres de la patria" que nadie conocía de cerca ni de lejos, sólo por el relato de El País, Ya, Cambio 16, Triunfo, La Codorniz, Hermano Lobo y las minorías selectas, por Cuadernos Para el Diálogo. Pero lo cierto es que el franquismo había creado un vacío lector, un miedo a interpelarse y preguntar a nadie, a hablar de algo que no fuesen bagatelas o fanfarronadas de taberna o cotilleo de portería vecinal y un interés enfermizo que aún sigue vigente por el fútbol, las quinielas, la lotería y los toros. Con ese mapa. El miedo estaba servido a la carta. Y ese miedo facilitó el autogolpe de su malestad y camarilla adjunta,por medio del cual la posible democracia que Suárez intentó poner en pie, se fue al cuerno en un plis plas, eso sí, todo consensuado. 
De aquel lodazal reseco por los vientos de una viejísima crisis de valores y de recursos, envuelta en reconversiones industriales a la carta UE, de burbujas de diseño indecente, y de un bipartidismo urdido en la corrupción desde que nació, viene esta polvareda de hoy. Precisamente porque la transición dichosa no fue lo que parecía. Se hizo con hilvanes de miedoy sobre un tejido de miedo. Ahora que el miedo nos lo han quitado ya no queda soporte tisular donde dar puntadas por mucho hilo que tengamos disponible. 

Y no, claro que no tenemos miedo. Ya se han encargado de llevárselo también. Nos hemos despertado por fin y sólo son los dormidos y amodorrados por su rutina comodísima los que ven con estupor como se les va de las manos su estupenda construcción del Lego y Exin-castillos. Su magistral torre de naipes o carrefilita de dominó. A la mierda, sí señor, con toda solemnidad constitucional e institucional. A la mismísima mierda. Se siente la decepción, pero si se estudian las causas se ven enseguida que están muy bien iluminadas por los efectos. Y viceversa. Lo curioso y estupefaciente para la casta es que la gente no le tiene miedo. Qué gran fracaso ¿verdad? Tanto tiempo y tanto enjuague para que ahora hasta el Ejército tenga su círculo Podemos y la Guardia Civil su AUGC y la Policía su sindicato independiente...y los ciudadanos hagan escraches y los jueces no los penalicen y los consideren un derecho a denunciar en voz alta las atrocidades de la cleptocracia. Pues sí, es lo que hay. De miedo no nos quedan existencias en el almacén de la resignación, las hemos agotado y lo que quedaba por ahí suelto se lo han ido llevando los polis disfrazados de kaleborrokos, los fiscales defensores, la pringue de una monarquía trincona versión campechana, versión Noos o versión make-up 'preparado fashion' como repuesto. Y por si faltaba algo, el pp siempre lleno de escurrancias corsarias y el psoe en la cresta de Sálvame y el Hormiguero cantando el only you, han acabado por dar la puntilla a cualquier reminiscencia miedica. 
¿Cómo tener miedo? ¿Qué cosas peores pueden sucedernos a estas alturas,  que no podamos capear y superar? ¿No estamos consiguiendo seguir adelante donde un sueco, un francés, un alemán, un noruego o un finlandés se habrían derrumbado y muerto de asco? Menudo doctorado cum laude, menuda colección de masteres con excelencia estamos superando y hemos superado. A más prudencia, ética y lucidez, menos miedo.


Lo de Catalunya constituent-guanyem como ciudadanía no sólo no da miedo, da alivio, esperanza y ánimo para tomar ejemplo. Como manipulación de los filibusteros de  CIU & Company, y de la banda de maleantes 'honorables' da asco. Igual que el Estado apolillado y obsoleto modelo "bi" que, afortunadamente, se está desmigando, carcomido, no por abusos ciudadanos, sino por corrupción endémica de los falsos representantes. Pero que se caiga no da miedo. Ya lleva dos siglos y cuarto de retraso sin tener la valentía de caerse de una vez por todas, para poder hacer un Estado de verdad. Ya nos toca. Ahora queda la decencia de que cada uno se pase el algodón para la prueba de la casta-caspa. A más miedo , más caspa-casta que rascar. A menos miedo, más ciudadanía por estrenar y ejercer.

Que nadie se confunda. Si mañana mismo este Estado se desmorona y reconoce su fracaso y hay que refundarlo, será el triunfo de la Ciudadanía y el comienzo de una era decente. Nadie dice que será  fácil, pero sí bastante mejor de lo que hay ahora, que simplemente es imposible de sostener. No una catástrofe. La hecatombe es lo que estamos ahora soportando y llamando democracia, cuando sólo es el timo del hemiciclo cleptómano y filobancario. No se está mejor reprimidos, entrampados globalmente y por imposición hasta las cejas y recortados en lo fundamental, que con menos consumismo inoperante, pero elaborando entre todos un proyecto común solidario y cooperativo, libre y respetuoso, y teniendo, modestamente, lo necesario y básico consensuado entre todos. Eligiendo en democracia limpia y directa como queremos gestionar las cosas para obtener el bien común por encima del derroche y el desbarate del habitat, el abuso laboral y la ruina económica. Otra calidad de vida con valores sostenibles, equilibrados y humanos, que cambia como de la noche al día . ¿Quién dijo miedo?


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