Muy mal debe andar el pobre psoe para que su personaje más representativo se haya echado al monte de un modo tan bestia como surrealista. ¿Para qué se iba a andar por las ramas, si la cosa va cuesta abajo y sin frenos de por sí? Pues eso, como ya peor imposible, uno se lanza a lo que sea, por probar que no quede, que los anales de la historia luego no digan que Pedro no lo puso todo de su parte, que no puso en el asador todo lo que encontró por el camino, desde el Toro de la Vega potenciado por un alcalde socialista al que no se puede decir ni pío tal y como está el patio votante, a un hormiguero acogedor y a un Sálvame nada populista, por cierto. Es una pena que ya no funcione el Un dos tres de Ibáñez Serrador, porque disfrazado de Ruperta el porvenir mediático estaría asegurado por décadas, por no hablar de Barrio Sésamo y los Chiripitifláuticos y la pena de que Gabi Fofó y Miliki no estén ya por estos andurriales para echar un cable a ese lider en busca de autor. Pudiera ser que ante la bajísima cotización de las puertas giratorias en los útimos tiempos, y viendo el percal, Pedro Sánchez se esté preparando un futuro prometedor como visitante y animador en programas ligeritos y chismosetes, donde le van a acoger siempre con los brazos abiertos y podrá tener experiencias sublimes con cualquier polígrafo que se le cruce por medio.
Entre lo desesperado, lo tragicómico y lo patético no hay demasiadas diferencias y en ese embrollo es muy fácil pasarse de un matiz a los otros. A una se le ocurre pensar quién asesorará a ese chico. Y una espera que al menos no le asesore nadie, por el bien del presupuesto del Partido Evanescente, antiguo socialista obrero y español. Pero también es verdad que una no sabe si el tener asesores de tal laya aceptados como la cosa más normal no será todavía peor que no tenerlos y guiarse así por las propias alucinaciones demagógico-festivas. Ambas posibilidades deberían estar poniéndoles los pelos como escarpias a los socialistas que aún conserven algo de lo suyo, digo, de lo del bueno de Pablo Iglesias "El Viejo". El de la honradez a carta cabal. El de las Casas del Pueblo. El de la honestidad y la sencillez. El de la inteligencia. Lo dicho, pobre ex-psoe.
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