Ana Botella. Nada
La opinión de Iñaki Gabilondo en 'Hoy por Hoy'
Todo cambia, cantaba Mercedes Sosa hace años. Pues sí, Ana Botella se va a la misma nada de la que procede y Botín, en las mismas, deja este mundo sin que sus miles de millones hayan podido evitarlo. Todo cambia, pero la Realidad viene a tirar de las orejas a los olvidadizos con su ridiculización de ese carpe diem engañoso y chapucero como un Rodrigo Rato cualquiera. Y ya sólo falta que la culpa la tenga Podemos y que Rajoy se reuna con el consejo de plasmas y decretar entre todos un toque de queda para controlar la situación, que esto se les está desmadrando y ya nadie respeta ni siquiera las mayorías absolutas ni los consejos de administración de los grandes bancos. Los finales y las muertes, con su lógica natural, son imprevisibles en el tiempo, aunque siempre seguros en la evolución.
Este día debería servir como retiro espiritual y filosófico al pp. Y a los demás partidos, bancos y poderíos a lo bestia que aún no bajan del burro. Nada es eterno y cuanto más inmovilizados y enrocados, cuanto más "seguros" en sus fijaciones antes les llega el fin y de un modo más dramático y cortante. Lo flexible tiene la gracia de lo consensuado, de lo abierto, de lo que comprende y se adapta sabio, transparente y humilde a la realidad, por la que se deja transformar y a la que a la vez, transforma. Lo dice el Tao: lo suave vence a lo duro, lo dulce a lo amargo y lo flexible a lo rígido. Gobernar como caballo en cristalería acaba con la cristalería y con el caballo a rodajitas convertido en un pincho moruno. Sólo es cuestión de tiempo. Y los que no tienen nada que perder, en este trance de finiquitos sorprendentes, tienen todas las de ganar. Sobre todo cuando la meta no es forrarse ni mangonear al prójimo para lucro de sí mismo y de su peña partidista. Eso lo está comprobando la ciudadanía day by day. En eso es mucho más sabia que sus gobernantes, por eso siempre les sobrevive. Y los supera en la ciencia del continuar. El secreto es que los ciudadanos se unen de corazón para defender sus derechos y se ocupan unos de otros como de sí mismos. Mientras que los "políticos profesionales" y los financieros de la usura usan los problemas del prójimo como negocio personal y de partido-empresa. Eso les agota. Les desgasta y los hunde. El ego es el peor de los tóxicos, porque lo produce uno mismo y sólo uno mismo puede acabar con él. Pero como uno mismo está convencido de ser ese ego que lo mata a base de reafirmaciones y berrinches, no hay solución si no se despierta del sueño, como hizo Buda abandonando su herencia real y descubriendo lo más importante en lo más simple.
Claro, que mientras uno se identifique con el poder o su éxito efímero está condenado a durar lo mismo que éstos: nada. Puesto que ese poder es una mera ilusión, un hilván provisional, vestida de "realidades" vacuas que se diluyen mientras suceden. Que duran un suspiro. Un aplauso. Un "acierto". Una lucha ganada. Un contrato. Un roce. Un contento pasajero. Una mentira colada como verdad. Y ya no hay más. Yo, sólo yo. Por todas partes yo. Y miserablemente caduco, yo. Es lo que hay. Ahí están doña Botella y don Botín para demostrarlo.
En cambio lo que se vive compartido, dedicado al abrazo solidario del bien común, con la fuerza de la ternura fraternal, nunca nos abandona y hasta cuando nos vamos de aquí se lleva puesto en esa zona franca de lo infinito que todos tenemos escondida entre materia y energía. Es la fuerza de los seres humanos en su mejor expresión y se queda impresa en el tiempo, en los genes, en las costumbres y culturas que nos mejoran, que nos definen la conciencia a través de la historia y hacen que podamos dar saltos cualitativos con más facilidad. La fuerza ilimitada y creciente de la evolución.
De ahí viene el extraño fenómeno Podemos. Lo comparan con el socialismo de Gonza-Guerra, pero está a años luz, en todo. Desde las motivaciones, a la desorganizada-organización, a la carencia visible de liderazgo, a la ausencia de miedo a cualquier cosa que no sea a la falta de principios éticos, de derechos humanos y de justicia. Sin las que es imposible el pan, el techo, la salud, el trabajo merecido y justamente remunerado, la pensión, el autorrespeto y la dignidad. No se "lucha" . Se realiza.
Ante esta simple grandeza de alma comunitaria, en efecto, el mundo de Botín y de Botella, es nada. Le falta la pasión por la Humanidad. Tienen su batalla perdida de antemano. Porque su enemigo son ellos mismos. Descansen en paz.
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