domingo, 14 de septiembre de 2014

El Estado camello; la última "escurrancia" del neoliberalismo enloquecido


                                          
  



Casi ha pasado desapercibida esta noticia, como de puntillas para que se note poco y  no dé que pensar más de la cuenta; ya se sabe que como muchos piensen al unísono se forma una masa crítica peligrosísima, que todo lo complica. Y eso no puede ser. 
Se reunieron hace unos días. La flor y nata de la "intelectualidad" del world'$ happy-flower. Y no fue para buscar salidas al problema mundial globalizado y argumentos para mantener en  alto esas posibles salidas. Qué va! Ellos no están para simplezas inútiles y nada rentables. Se han reunido para cavilar el modo de hacer del camelleo una herramienta social al servicio del Estado Mundial que ya asoma no sólo la patita por debajo de la puerta, sino que ha tirado la puerta de una patada en los derechos, libertades y dignidad de los seres humanos.

Pues sí, en ello están esas inteligencias preclaras, vitoreadas y fabricantes exquisitas de la componenda universal. Su akelarre ha tratado un tema crucial para el futuro de la humanidad: Hay que intervenir forzosamente y cuanto antes el negocio del tráfico de... armas letales? ¿vacunas y fármacos envenenados que matan lo que pillan mientras se prueban sus efectos? ¿Armas asesinas?, ¿pócimas de laboratorio terminator? no, poddió, nada de armas ni potingues killer, hay que controlar el tráfico de las drogas!  Que no pilláis una..., piensan ellos mientras nos miran sin vernos, desde el ático con vistas al mundo, en el Empire State. Bueno, pensamos, eso puede estar bien, porque si se legalizan, se acaba el delito y el negocio repugnante de traficar con tóxicos  a base de delinquir. Ja! Eso significa que el trust mundial de la desvergüenza ha calculado la burrada de billones que puede llevarse cruda "oficialmente" si consigue el monopolio de toda sustancia colocona que pulula por el mundo, no para eliminar la drogadicción del Planeta, sino para forrarse con ella en plan oficial y hasta benefactor. Haciendo con la droga como con el alcohol y el tabaco, está claro que a las bandas traficantes se les acaba el chollo, pero al mismo tiempo, la bendición social que los tóxicos reciben por parte de los gobiernos y de la sociedad, va a incrementar escandalosamente el consumo de sustancias idiotizantes y perturbadoras que hasta ahora han tenido malísima prensa y a las que un importante sector de la población mira como perjudiciales y letales de necesidad, según los resultados clínicos.

Esta inclinación de la 'intelectualidad' subvencionada por la pasta planetaria, hacia la repentina liberalización y estatalización del tráfico de estupefacientes no obedece a ningún miramiento humanitario, sino a la cínica avaricia del neoliberalismo bulímico, que ve con envidia y frustración como se le escapan de entre las garras cada día miles de millones de dólares y de euros por las alcantarillas del narcotráfico e incluso sirven como inversión de los desharrapados de la tierra que cambian por armas sus materias primas droguíferas. Y eso que hasta esas armas se las compran a ellos...pero es que lo quieren todo y nada es bastante para esas ansias desaforadas de pasta a tutiplén. Ya se han montado la timba y no van a parar nunca, hasta que el Planeta sólo sea un vertedero infinito de billetes de banco ya sin nada en qué invertir. Ya están llegando al máximo de eficiencia: comprarse y venderse ellos mismos. Pura deformación profesional. Pura endogamia mercantil. Que todo quede en casa y que hasta los dogradictos del mundo tengan que pagar el royalty por cada colocón, como está estipulado. Que todo negocio de chulería y putiferio, pague a Hacidenda por el comercio de la inmundicia humana. O sea, nos importa un rábano que más de media humanidad se muera a consecuencia de guerras, vacunas, quimios, radios, alcoholismo, tabaquismo, sida, enfermedades de transmisión sexual, degradación alimentaria y toxicidades de todo tipo, lo que es intolerablemente marginal y delictivo, no es que la gente viva en la miseria total, en todos los mundos enumerados como 1º, 2º 3º,4º... y se muera a saco -sarna con gusto no pica, dicen los neosinvergüenzas mientras azuzan publicidades y pornografía financiera por todas sus pantallas- sino que no se paguen impuestos. Eso sí que no. Y permitir que la peña se drogue en negro, en más negro todavía, sin hacer que el Estado pase su guante blanco de Arsenio Lupin fashion, para dar la previa bendición al acto consumidor y consumante de vidas humanas y vampirismo mercantil.
Es muy , pero que muy, preocupante que ese "estudio" sobre los beneficios de la legalización y libre comercio con las drogas no se esté  acompañando de otro estudio sobre las consecuencias de esa decisión sobre el género humano . Un programa de prospección social  donde aporten sus estudios los  bioquímicos, médicos, psiquiatras, sociólogos, educadores, pedagogos, trabajadores sociales y personal dedicado al tratamiento de adictos a las drogas. ¿De qué serviría todo el trabajo de recuperación de drogodependientes, hecho durante 30 años por Proyecto Hombre, por ejemplo, en el que se consigue derrotar esa dependencia y fundamentar una vida sin droga-ambiente, si ahora la venderán en los estancos  o en los quioscos? Tal vez por esa razón, el pp desde que gobierna ha desmantelado ese programa terapéutico y educativo, al arrancarle la subvención del Estado y dejarlo sin recursos. Y eso que su origen es cristiano, hasta el punto de depender de Cáritas desde sus inicios, aunque luego lo independizaron, como sucedió con Intermón-Oxfam. Todo debe acabar siendo una empresa, según marca el sistema neconliberal...Y toda empresa no tiene otra finalidad que ser renteble, aunque para eso tenga, paradójica y grotescamente, que desaparecer.

La propuesta alternativa debería ser la de controlar y desmantelar el narcotráfico a base de educar, de "condenar" a los narcos a servir y ayudar a sus sus víctimas, mediante un programa regenaritivo de los Estados, que sustituya cárcel por servicio social controlado y pedagógico,  y usar los dineros incautados y por el cultivo regulado de sustancias naturales como la coca, el haschis o la marihuana (que son buenas como remedio) para la medicina del dolor, no para consumo habitual normalizado. Y del dinero obtenido por ese concepto farmacológico, dedicar un porcentaje a la rehabilitación y educación en salud mental y emocional de la sociedad en general. Pero soy consciente de que en un mundo donde la muerte, el miedo y la enfermedad son el negocio más próspero, ese tipo de propuesta dé risa.
A esas atrocidades estamos llegando. A esa lógica del desguace. A ese estercolero planetario.

Me pregunto si vale la pena seguir comprando y leyendo libros o artículos de  premios Nobel que ponen su literatura al servicio de la muerte rentable de sus congéneres sin el menor remordimiento ni indicio o rastro de conciencia. Me pregunto si vale la pena seguir el hilo de pensamientos e ideologías prefabricadas por la crueldad más perversa y camuflada de "decente", que es la que se disfraza de libertad para ricos y de mordaza forzosa para pobres. De dineral para los unos (poquisimos) y limosnas y andrajos para los otros (los muchísimos más) 
Me  pregunto si vale la pena seguir leyendo y escuchando a 'intelectuales' que se dejan sobornar por el "sentido común" y el mecenazgo de los bancos criminales, que favorecen el expolio y el suicidio de los humanos que no están es su lista de beneficiados, de becados con enchufe, de favorecidos y pensionados de lujo. Y la respuesta es una náusea absoluta. Pero también un impulso de no consentir, de no obedecer, de repensar alternativas y encontrar el modo de construir lo que nos falta para ser nosotros y no monigotes diseñados al servicio de la nada. Aquella fiera monstruosa, incorpórea y negrísima, que con su estruendo y su terror  difuso disolvía y reducía a polvo en el vacío todo lo que encontraba a su paso, como en la fábula de Michael Ende: La Historia Interminable. Un cuento supuestamente para niños, que deberían leer y comprender en toda su inteligente y simbólica denuncia, todos los que pretendan ser adultos, y no sólo  en años, sino sobre todo en conciencia.

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