jueves, 11 de septiembre de 2014

Telediarios

Que no me presten palabras
que no me inyecten el grito
que la palabra eres tú
que la palabra soy yo
y acaba por ser nosotros

y el grito es amor doliente
que sólo puede salir
del silencio y sus abismos
donde el eco es la marea
y el mar funde luz salada
igual que un  llanto cantado
tejido lágrima a lágrima
en el telar infinito
de un mítico pentagrama 

Que no me presten sermones
ni liturgias en herencia
dispuestos a rescatarme
de esta absurda libertad
que me tiene encadenada
al vuelo de su hermosura

Os dejo aquí en esta orilla
igual que cuando llegué
empotrados en la piedra
batida por las espumas
salpicando soledades
suspirando por el agua
que como viene se va

Almacenados los gritos
apiladas las palabras
y de espaldas al silencio
que es el padre primordial
la madre que nos renueva
el oxígeno del alma
y el sentido de las luchas
la cuna de la poesía

esa arcilla elemental
que se revela en las manos
con sumisión artesana
y cristaliza en el horno

Os dejo en el varadero
de las naves oxidadas
donde viven las gaviotas
entre carroña y poniente
la nostalgia del salitre
donde sólo dejan huella
el gruñido, el ronrroneo
y el eco de más palabras
vanas para corear
la salmodia repetida
de ayer y de antes ayer
sin que la bendita magia
haya logrado el intento
de forjar un silabario
y encuadernar ese gozo
misterioso y emboscado
y al mismo tiempo tan simple
que el corazón urde y calla
en los rizos  del silencio










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