Claridad y juego limpio
Lo cierto es que hoy el golpe zen de la realidad institucional con la abdicación de Juan Carlos I, y esperemos que último, ha dejado en un segundo plano cualquier comentario sobre los tejemanejes del bipartidismo que estos días nos han estado trayendo a maltraer. Por eso el comentario de Iñaki se me ha ido quedando como en el fondo del mogollón, pero no quiero que el blog ignore su reflexión que siempre aporta matices interesantes para calibrar los hechos, repasarlos con pulcritud y razonar sobre ellos desde planos diversos, que enriquecen los contenidos y los aspectos. Claridad y juego limpio es el tratamiento sanador para cualquier enfermedad social y política y también para la resolución de cualquier conflicto. Claridad en las ideas e intenciones y juego limpio al ponerlas en práctica. Son inseparables y se retroalimentan, por pura honestidad intelectual. Es imposible tener claridad en el pensamiento y tinieblas en la ética práctica. La luz cuando ilumina la conciencia no deja de lado ningún rincón. Y viceversa, una conciencia despierta es ética per se y por ello naturalmente forma parte de la misma luz intelectiva. Así nace la verdad, no como dogma, sino como experiencia fundante. Así que tanto monta la claridad como el juego limpio. Y de ambos tenemos una necesidad imperiosa. La claridad nos muestra la evidencia de un cambio imparable e irreversible y el juego limpio nos indica que ya los ciudadanos no admiten más patrañas de un Estado institucional que no responde al Estado verdadero social, ni a sus necesidades y expectativas y cuya evolución se ha quedado enredada en un tiempo que ya pasó y ya no puede volver, por más que se den vueltas a la moviola para rebobinar. Es inútil. A más claridad y a más juego limpio, más renovación y más humildad e inteligencia , para aceptar los cambios que nosotros mismos provocamos con nuestros aciertos y nuestros errores. Así es el tejido de la existencia. Todo depende de como lo tejemos y una vez tejido el entramado no se puede cambiar la pieza. A no ser que se deshaga y se empiece un tejido nuevo. Con otros hilos mejores, más flexibles, resistentes y menos ásperos, con más respuesta térmica, o sea, que nos reconforten en el frío y nos refresquen en el calor y un telar más adecuado a los resultados que deseamos obtener. Es un reto para todos, especialmente para todos los que representan a los ciudadanos en las instituciones. Y, como no, para los mismos ciudadanos a la hora de elegir como y por quienes quieren ser representados.
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