sábado, 14 de junio de 2014

Yo también

Sábado, 14 de junio del 2014


Hay semanas en las que confirmas que tu capacidad de sorpresa sigue intacta. Semanas en las que, a pesar de las decepciones, te reafirmas en que creer en el ser humano es una forma necesaria de estar en la vida. Semanas en las que la vida te vuelve a demostrar que hay valores y valores y que hay personas que, aun pudiendo elegir caminos previsibles, escogen vías esperanzadoras. Semanas en las que te reconcilias con este país por escenas como las que voy a relatar a continuación.
Imaginen una larga fila de mujeres musulmanas y latinoamericanas portando alimentos en su regazo. Unas, arroz. Otras, aceite, leche, lentejas o garbanzos. Imaginen que sonríen mientras avanzan todas hacia el mismo punto con paso decidido. Imaginen que el lugar hacia el que se dirigen es su pequeña-gran batalla contra la indignidad. Imaginen que la victoria resultado de esa batalla las sitúa en un plano de superioridad moral difícil de entender entre los perdedores. Imaginen que sus únicas armas son las miradas orgullosas de sus hijos, que presencian la marcha y se suman a ella como quien sabe que ese es el único camino correcto.
Una escena en Igualada
Pues bien, ya pueden dejar de imaginar, porque esa escena es real. Tuvo lugar hace unos días en la localidad catalana de Igualada. Allí el partido Plataforma per Catalunya ha cruzado una nueva línea en su ideario xenófobo. Ha organizado una campaña de recogida de alimentos para familias con necesidades. Pero ha decidido hacerlo solo para «las familias de casa». Y es ahí donde aparecen las mujeres protagonistas de la historia. Cuando se enteran de lo que va a ocurrir, acuden al supermercado a comprar. Después, ponen a los alimentos que acaban de adquirir una etiqueta con el lema Cambia el chip. Yo también soy de Igualada. Se acercan al puesto de recogida (una mesa donde lo más visible es una pata de jamón serrano y el cartel «los de casa»). Delante de varios líderes del partido, una a una van dejando, con la misma sonrisa del recorrido, los alimentos. Es impagable observar la cara de uno de los dirigentes, que solo acierta a responder a semejante ultraje hacia su persona ofreciendo jamón a las mujeres musulmanas. Después, en Twitter ese mismo personaje, el secretario general del partido, colgó una foto en la que se veía a una de las mujeres dejando alimentos, pero él escribió: «Musulmana pillada con la mano en la caja de la carpa solidaria». Vergonzoso comportamiento que me ha hecho recordar la maravillosa frase del cineasta David Trueba tras recoger uno de los seis premios Goya por su película Vivir es fácil con los ojos cerrados: qué sería de la vida sin el insulto de la gente que nos debe insultar. Pues eso.

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