martes, 24 de junio de 2014

¿Se puede caer aun más bajo?

El Rey Juan Carlos podría obtener el aforamiento este mismo jueves gracias a una reforma express presentada por el PP. 
Una vez más, van a cambiar las reglas del juego de espaldas a la opinión pública. 


Qué aberración. ¿Cómo es posible que casi nadie en este país se plantee públicamente si es lógico mantener for ever & ever again una monarquía , como si la genética dinástica garantizase per se la excelencia que le exigiríamos a un gobernante elegido en las urnas, para hacerse cargo de la Jefatura del Estado? O sobrevaloran muy por encima de la realidad a estos dinásticos irrisorios o es que tienen un concepto del Estado a la altura del betún. 

Hoy he vuelto a leer a otro Voltaire de los muchos que pululan por los medios repitiendo el mismo sofisma: la mayoría prefiere un rey antes que tener de presidentes de república a Aznar o a Rajoy. ¿Cómo es posible tanta escasez mental y razonadora, tanta demagogia de acémilas? Ya hemos tenido un Aznar y hemos repetido con Rajoy; y no ha hecho falta una república para meter la pata hasta el hombro. Caso de repetir otra vez como presidentes de una hipotética república, -que no creo que fuese posible después de lo que nos está haciendo pasar el pp de marras-, a los cuatro años los mandamos al cuerno para siempre y ya está. Sería lógico defender un rey por aclamación popular, y no hereditario, sino por sus méritos. Pero no elegimos un rey porque sea excelente, sino que aceptamos una dinastía impuesta con lo que caiga en suerte. Imaginemos esta variable: un tipo con las mismas cualidades intelectivas, éticas y políticas que Rajoy o Aznar pero con genética Borbón, que hereda el trono hasta que se muera o abdique después de la tira de años haciéndose de oro y yendo a su bola. ¿Sería muy distinto de lo que hemos tenido hasta ahora?

La posibilidad de una república no garantiza que lo que elijamos sea maravilloso, porque no podremos elegir nada mejor de lo que tenemos, ni nada mejor de lo que nuestros referentes sociales y nuestro nivel cognitivo nos permita discernir, pero sí garantiza que al menos lo hemos elegido nosotros y no nos lo ha impuesto un dictador hace cuarenta años. Y que además tras cuatro años de experimentar lo que hay, un presidente se puede cambiar o dejarlo otros cuatro si funciona. Pero un tipo como Rajoy, como Aznar o como el propio ex rey, colocado por una monarquía hereditaria no nos lo podremos quitar de encima nunca. Porque todo lo que le herede en el tiempo, tendrá sus mismos genes y la educación que sus genes le proporcionan. 

Las ventajas de una monarquía son exiguas: sólo la continuidad de una figura amorfa e indistinta, sin más contenido que el de figurar y salirnos carísima, porque así como el presidente de la República sólo cobra su sueldo, estos cobran todos: el rey y la reina salientes y los que acaban de llegar, más la princesita que ya tiene su patrimonio mensual, más bodorrios, cacerías, fiestukis, safaris, barcos, coches de impresión, motos de aquí te espero, salidas a esquiar, etc, etc, etc,...y amantes de lujo, intrigantes y correveydiles, que lo mismo se lían con el suegro mequetrefe que con el yerno nooético, a cargo de los presupuestos generales del Estado, of course! Ya lo estamos comprobando. Y ahora aforados/as de por vida gracias al apoyo de un gobierno corrompido hasta las entretelas, que es cubre las espaldas con el toldo monárquico. Igual que la propia corona, que si fuera honrada, ella misma rechazaría ese repugnante y vergonzzoso privilegio-tapadera. Algo está muy podrido en ese Elsinor abunkerado que apesta a kilómetros.

Hay que ser, más que ingenuos, muy merluzos para creerse las mentiras de quienes están interesados en que nada cambie, excepto los maniquíes de la nueva temporada. Parece mentira que se dediquen a poner a Pablo Iglesias y a Podemos como un trapo, estando llenos inteligencia, de cualidades y de virtudes cívicas ejemplares y comprobadas cada día, que pongan, como hace hoy  Manel Fuentes en "El Periódico", al mismo nivel a Julio Anguita que a Aznar y a González, cuando el abismo ético entre el primero y el dúo del pelotazo es total, y que como hace El País diariamente, no sólo defiendan sino que además blinden y aforen a quienes no son dignos de una representación institucional de la que abusan y se lucran y de la que jamás rinden cuentas a nadie,porque, además de ningunear al Parlamento con la prepotencia sorda, ciega y antidemocrática de las mayorías absolutas, también han comprado y podrido el Poder Judicial.

Si después de todos estos atropellos los españoles siguiesen prefiriendo la monarquía lo único digno que se podría hacer sería emigrar y nacionalizarse, por ejemplo, en Uruguay, en Ecuador, en Chile o en Bolivia. Donde al menos y, a parte de gozar de un estado democrático real, sin la horterada anacrónica de ese sinapismo dinástico y fuera de tiesto, no se tiene que soportar el oprobio mayestático de un Estado-lodazal-estercolero, mantenido contra los ciudadanos, por una caterva de inicuos y de imbéciles que se nutren y se enriquecen de él. Ya nos debería  bastar con todo este overbooking miserable para abrir los ojos y decir ¡Ya basta! Que de sensevegonya i filibusters ja en tenim prou!

Además de mi indignación, voy a dejar aquí algunos datos importantes y objetivos para que se sepa distinguir el tipo de régimen político y no vayamos haciendo el ridículo por las redes sociales

Las dos formas de gobierno que existen en la mayoría de los estados contemporáneos son Monarquía y República.

La monarquía es etimológocamente el "poder de uno" y es hereditaria. Nunca se elige un rey. Se impone por genes y apellido.

La república es el gobierno de las cosas de todos (res publica=cosa pública) practicado desde la demo-cracia, el poder del pueblo.

Tipos de monarquía: absoluta y constitucional. La absoluta como su nombre indica coloca todos los poderes en manos de un rey, que llevó a Luis XIV de Francia a decretar dos principios básicos: "El estado soy yo" y  "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", que se llamó despotismo ilustrado, y naturalmente, esta forma de poder declinó en Europa después de la Revolución Francesa y de los las grandes revoluciones de los siglos XIX y XX.  A partir de las conmociones sociales las monarquías europeas derivaron hacia la modalidad constitucional para evitar perder sus tronos y aceptaron el modelo inglés, en que el rey es un árbitro y un símbolo, no gobierna, y está sometido a la Constitución por juramento, o sea, a la voluntad popular que se recoge en la Carta Magna, como se hizo en Inglaterra tras la república de Cronwell. Así todas las monarquías europeas son constitucionales, menos en el caso de la monarquía española que es un verdadero chanchullo-remiendo instuticional.

El Rey Juancarlos llegó de penalty, un gol estratégico colocado por el dictador para solucionar su continuidad teledirigida sin posibilidad de que llegase jamás la democracia, que con el liberalismo, el comunismo y la masonería eran el terror del viejo general. El rey juró los principios del movimiento franquista, así accedió al trono. De ese modo nombró a dedo el primer gobierno de la incipiente, asustada y raquítica democracia, que ni siquiera tenía una carta magna, que se constituyó, en el  gobierno Suárez, a partir de un consenso entre todas las fuerzas políticas nuevas y viejas. Pero cuando esa Constitución se refrendó en las urnas con un referendum, nunca fue aceptada ni jurada por el rey, que ha estado en el trono sin refrendo popular directo ni juramento para acatar la soberanía ciudadana. En eso se diferencian abismalmente la monarquía española y las demás monarquías europeas. En que los europeos si mañana no quieren monarcas tienen clarísimo que un referendum  dará paso a su elección y los españoles no pueden hacer uso de ese derecho porque tendría que reformarse la carta magna y el rey no lo ha permitido ni el parlamento ni el ejecutivo han escuchado la voluntad popular.

República no significa caos, ni desorden ni ingobernabilidad que es lo que nos han transmitido los miembros de la casta, porque les interesa que nada cambie, les va de maravilla con este modelo comodísimo que no contempla más participación ciudadana ni control popular legislativo por medio de iniciativas y plataformas cívica, que el voto cada cuatro años; la república es un régimen de gobierno nacido del pueblo, con el pueblo y para el pueblo. Todo lo contrario que una monarquía. Los gobiernos se eligen en las urnas. Hay dos modelos de estado republicano: el presidencialista y el no presidencialista. En el primero el Presidente se elige en la urnas por el régimen de partidos políticos, es también el Jefe del Estado, que nombra un jefe de gobierno, que a su vez elige los ministros, que luego el Parlamento deberá refrendar. Este Presidente sí gobierna, es el máximo responsable político y a la vez representa al país en funciones de Jefe del Estado. El modelo es el de Francia y EEUU.
En la república no presidencialista el partido elegido en las urnas por mayoría relativa o absoluta, nombra un candidato a jefe del gabinete y éste a sus ministros, una vez refrendado ese gobierno por las cámaras parlamentarias -Congreso y Senado- debe serlo también por el Presidente de la República, que no tiene un papel activo sino de representación y arbitraje entre las fuerzas políticas . A este tipo de presidente de la República le eligen las cámaras parlamentaria y senatorial, como representantes de la ciduadanía; no se elige directamente, pero cambia periódicamente, como el gobierno. El modelo es el de Portugal, Alemania, Italia, Grecia, Finlandia, Chequia, Eslovenia, Irlanda, Polonia, et, etc.

Luego hay un tipo de república popular nacida de las revoluciones comunistas del siglo XX; se llamaron "dictaduras del pueblo". Teóricamente era una república totalitaria, con un régimen formado por un comité elegido por el pueblo, que a su vez elegía al Presidente y Jefe del Estado. Así, teóricamente, funcionaron la URSS, China y varias repúblicas comunistas del entorno. Que también derivaron en dictaduras imperialistas e invasoras, supuestamente populares, pero más bien apañadas por las élites del poder. Rusia, China, Cuba, lo mismo que antes de que cayese el muro de Berlín y el poder del soviet supremo, lo fueron Polonia, Yugoeslavia, Albania, Rumanía, Bulgaria, Ucrania, Georgia, Estonia, Lituania, Letonia y la República Democrática Alemana. No eran libres, la dependencia de Moscú era total, ni estaba garantizada la transparencia electoral por el modelo jerárquico y cerrado de las cúpulas de poder, que acabaron antes de empezar, con el socialismo democrático real. Se convirtieron en imperio hereditario, no por genética sino por ideología afín al gobernante que estuviese en el poder. Lenin, Stalin, Kruscheff, Breznef, Mao Tse Tung, Fidel Castro, etc...

En España la segunda república, aunque con impulso de los liberales, conservadores y filodemócratas timidísimos y los anarquistas  comenzó a funcionar muy presionada por las fuerzas de la izquierda, socialistas y comunistas, de aquellos tiempos que con el triunfo de la revolución rusa al fin de la 1ª Guerra Mundial, se radicalizaron muchísimo  por el estado de miseria y pobreza que el estamento caciquil-monárquico, desigual, inculto y patán de aquella sociedad favorecía a tope. La injusticia, la ignorancia, los abusos, el miedo y el odio de clases, fueron una mezcla mortal para aquel conato de república que no pudo cuajar porque no había una preparación ni de la sociedad analfabeta y hambrienta en un 80% ni de las clases dirigentes que tampoco eran unas lumbreras precisamente. Así el miedo de unos defendiendo sus derechos básicos y los otros sus privilegios que veían desaparecer, derivó en desorden y éste derivó en agresividad y la agresividad en terrorismo que trataba de solventar a tiros por las calles los problemas que los políticos eran incapaces de resolver en el gobierno y en el parlamento. El rey se marchó en 1931 para evitar una carnicería, según él mismo afirmó al renunciar al trono. Pero el problema no era el rey, sino el estado miserable que la oligocracia amparada en la corona había ido tramando durante siglos. La falta de educación y de cultura verdadera, la falta de preparación, de formación, de recursos, ya que eran cuatro familias poderosas las dueñas del país entero, fueron las causas del desastre, que la oligarquía siguió aprovechando para provocar y subvencionar el golpe militar que le devolviese la seguridad y el "orden" que a ella le gusta: la represión de los esclavos. Por eso, la "república" en España, hasta para la gente de izquierdas ha dejado una secuela de espanto. Se ha estigmatizado ese concepto mal entendido y deformado por un trauma histórico que no se ha resuelto, ni se ha mirado de frente, cuya memoria histórica aún da miedo asumir. Y no saben los españoles que hasta que las heridas psicoemotivas de los pueblos no se curan, no hay cambio real ni posibilidad de avanzar como sociedad. España está como las avestruces escondiendo la cabeza bajo el ala, con su historia sin resolver aún después casi ocho décadas. La prueba la tenemos en lo que nos pasa hoy. Estamos con el mismo miedo a la ciudadanía por parte de las instituciones y de los partidos políticos, de los grandes capitales y hasta de los medios de comunicación cercanos al poder, tanto que ni la misma democracia que teóricamente diseñamos en los Pactos de la Moncloa, parece tener capacidad suficiente para convencer a todos de la necesidad de un cambio sano y pacífico de sistema estatal sin traumas ni violencia, sobre todo por parte del poder político que, como en los viejos tiempos le ocurrió a la misma oligocracia, teme perder las riendas y las prebendas y que la situación se le vuelva incontrolable.

Falta conocimiento, reflexión, profundidad y paciencia para sacar serenamente  a la luz las oscuridades. Falta confianza en la soberanía popular y a una gran parte de esa soberanía le falta civismo y le sobran vísceras y tanta prepotencia como a los oligarcas. España tiene que superar ese "porcojonismo" idiosincrásico que le nubla las entendederas cada dos por tres. Lo he comentado muchas veces en los foros de las redes. Los cojones no piensan y en un país donde todo "manda huevos" o se hace por ellos, las neuronas se colapsan no pueden respirar ahogadas en testosterona. Lo peor del caso es que hasta el lado femenino que podría aportar esa inteligencia emocional y prudente, pero nada cobarde, que al varón medio celtibérico no parece sobrarle demasiado, también anda por la misma ruta y diciendo que todo lo hace "por ovarios" en el mejor de los casos. Cosas de un feminismo sui generis. Tampoco los estrógenos en catarata solucionan los problemas de la humanidad, salvo los de la reproducción.

En fin, que debemos urgentemente rescatar la República como futuro próximo, por pura profilaxis. Por sanación histórica. Porque es nuestra ya eterna y preocupante asignatura pendiente. Por vencer el miedo bloqueante, por aprender las preciosas posibilidades que tiene la ciudadanía cuando logra ser autónoma, dialogante, cooperadora, solidaria, respetuosa con lo diverso, no necesitar tanto símbolo ampuloso y hueco para cubrir la falta de base seria en ciencia, en investigación en iniciativas, en organización social, en transparencia, en ética practica, sobre todo cuando el Estado no se lo puede permitir, porque tiene que elegir entre sacar brillo a los cuentos principescos very very happy y el ogro de la depredación capitalista desorbitada e inhumana que amenaza con tragarse los discretos logros de esta democracia enferma, triste y raquítica que nos intentan vender como el Bálsamo de Fierabrás. Y que termine para siempre esta precariedad que lleva a las personas a pedir que este régimen se acabe pero que no sea con una república, sino con algo parecido a Alemania y a los EEUU...que son precisamente el modelo más conocido de República Federal, pero que ellos en sus tinieblas heredadas y nunca aclaradas, no identifican con el modelo republicano. Tal vez si el dinero que dedicamos a mantener majestades, lo empleásemos en pedagogía y escuelas de valores laicos y aconfesionales para adultos, las cosas nos irían mucho mejor. De todos modos no es problema sólo de dinero, soy testigo de como las asambleas cívicas y los círculos de debate, pueden educar al cafre que llevamos dentro sin emplear ni un euro en ello. Es más cosa de una disposición humana y madura, de una sensibilidad receptiva y solidaria, amorosa, que cuestión de presupuestos.


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