CIUDAD REAL.- De cara a la próxima vendimia, la primera añada de vino de emisiones negativas y, seguidamente, el diseño y ejecución de la primera bodega de emisiones negativas del mundo, que tendría la capacidad de capturar más de 8,5 toneladas de CO2 del proceso de fermentación alcohólica, generando más de 20 toneladas de carbonato de sodio.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), en colaboración con la empresa Alcoholes de Tomelloso (ALTOSA), que albergará la bodega demostrativa de la estrategia, están llevando a cabo este novedoso proyecto para producir carbonato de sodio de manera sostenible, muy demandado en industrias textil y vidriera, a través de los procesos de fermentación alcohólica.
El objetivo de esta investigación es la captura y el uso del dióxido de carbono (CO2) procedente del proceso fermentativo de alcohol como materia prima para la producción de carbonato de sodio, un producto que se obtendría por una ruta alternativa, técnica, ambiental y económicamente viable y rentable, en la que se aprovecharían los procesos de fermentación alcohólica.
La idea, con alto impacto socioeconómico por la creación de un nuevo vector de crecimiento para la economía regional, lleva desarrollándose desde hace tres años dentro de la estrategia Carbon Dioxide Utilization (CDU).
Según este grupo de investigadores, formado por Santiago García, Carlos Alonso Moreno, Jorge Enrique Zafrilla, Jesús Canales y los ingenieros Abdessamad Gueddari y María Paz García, junto con el consejero delegado Juan Antonio López y el director técnico Francisco Javier Nieto, de la empresa ALTOSA, la reducción de huella de carbono de sodio mejoraría el impacto ambiental de todos los procesos que formen parte de las siguientes fases de la cadena de valor.
"El carbonato de sodio, muy demandado en las industrias vidriera, química, detergentes y carbones, se obtendrá de la captura y uso del CO2 procedentes del proceso fermentativo de alcohol de manera sostenible", han subrayado estos científicos, que aseguran que la demanda de carbonato de sodio está actualmente cubierta mediante el proceso Solvay, una ténica intensiva en usos energéticos, lo que la hace altamente contaminante.
A ello se suma que en la elaboración del carbonato de sodio se produce una cantidad de subproductos de reacción como el cloruro de calcio, entre otros, algo altamente contaminante para un país como España que registra una demanda creciente de carbonato de sodio e importa alrededor de 400.000 toneladas anuales.
De momento, estos investigadores han realizado estudios preliminares a escala de laboratorio, estimaciones técnicas, económicas y de impacto medioambiental, así como el escalado preindustrial en una bodega del sector durante la vendimia, primero con 6.500 kilos de carbonato de sodio mediante la captura de 2.700 kilos de CO2, después con la producción de 21.670 kilos de carbonato mediante la captura de 9.000 kilos de dióxido de carbono.
"La pureza y el rendimiento del producto obtenido supera el 99,95 por ciento, lo que ha supuesto el empujón definitivo hacia el inminente escalado industrial de la estrategia", dice la nota de la UCLM, que añade que su resultado se encuentra publicado en la prestigiosa revista científica ‘Science of The Total Environment’.
El proyecto 'CO2-AFP Strategy' ya ha sido respaldado por más del 50 por ciento del sector vitivinícola de la región y fue seleccionado, recientemente, por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha como uno de los proyectos prioritarios en la región en el Programa de Impulso de Proyectos Tractores de Competitividad y Sostenibilidad Industrial del Ministerio de Industria, Comercio y Economía.
Se trata de uno de los más disruptivos proyectos de economía circular planteados en el contexto actual de lucha contra el cambio climático y de salida de crisis económica sobrevenida por la pandemia de la COVID-19. Esta estrategia de captura y utilización del CO2 procedente de la fermentación alcohólica supone una revolución en el tejido industrial de nuestra región sin precedentes.
Su expansión entre las principales bodegas de nuestra región traería consigo la generación de una serie de impactos positivos, de carácter doméstico, en términos económicos, sociales y ambientales, con un amplio potencial transformador del modelo socioeconómico castellanomanchego. Ambientalmente, hablamos del potencial ahorro de hasta 500.000 toneladas de CO2, que suponen el 3,76 por ciento de las emisiones de CO2 de la región.
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