jueves, 29 de abril de 2021

Antonio Turiel. Intervención en el senado.

  


Ahí queda el marrón que tenemos encima. La ciencia usada y abusada para consumir y arrasar, ya no da más de sí y nos avisa de lo que antes era el furturo y ahora es la inminencia del presente llamando a la puerta. 2025 es pasado mañana y nuestro mundo sigue atascado en anteayer, energéticamente y en el terreno de la irresponsabilidad absoluta.

Este informe riguroso de un  científico especializado en el tema, expuesto en el Senado el día 12 de abril -hoy estamos a 29- no ha aparecido ni en un solo titular en la prensa, que está ocupadísima con el guirigay de las ayusadas voxciferantes y el sainete del improperio, la amenaza del fascio in vitro repartida en Madriz como un chotis demoledor. Como si no hubiese otra cosa en la que pensar, mientras el verdadero finiquito de un hundimiento energético va en aumento exponencial sin que nadie se lo crea. 

Recuerda mucho lo del diluvio universal. Con la diferencia de que esta vez  Noé no da señales de vida y si la cosa sigue en este plan, ni siquiera habrá materiales para construir a tiempo un arca o algo parecido, sin árboles para la madera y sin plásticos como sucedáneo, porque se acabó el petróleo y nos quedamos a dos velas, y  para que haya Hidrógeno verde, que sería el recambio, tiene que haber naturaleza disponible donde se pueda producir pero si acabamos con la atmósfera y el Oxígeno, tampoco habrá naturaleza disponible, como en Marte, más o menos, donde seguramente nuestra maravillosa especie provocó los mismos estragos hace milenios, lo dejó todo hecho un dolor y su élite se vino a la Tierra, donde se colocó en el Olimpo, en Mesopotamia y en Egipto para seguir en la brecha y no perder comba, ejerciendo de dioses onmipotentes y motorizados con "carros de fuego" voladores, haciendo de las suyas por todas partes, hasta hoy...Por desgracia, desconocer la propia historia lleva a los seres sin conciencia a repetirla por los siglos de los siglos. 

Y pensar que cuando Von Daniken en los años sesenta del siglo pasado expuso esa visión del panorama pseudohumano le llamaron de todo...El libro se titulaba "El oro  de los dioses" y se tomó como un relato frívolo. Qué manía tenemos en este mundo de infravalorar la visión intemporal de la literatura, no hemos escarmentado a pesar de Verne, Huxley, Orwell, los antiguos profetas, los Evangelios o el libro del Apocalipsis...En el fondo cósmico y cuántico de nuestras almas/genes, de nuestra energía esencial y ontológica, están grabadas nuestra historia y sus consecuencias -¿de dónde si no, saldría la ciencia-ficción?-, no quererla mirar ni reconocer es un suicidio para  la propia especie y para cualquier planeta que la acoja, si no despierta y cambia. 

La ciencia es una herramienta, no un absoluto y no podemos reducir el conocimiento ni el universo a nuestra desquiciada capacidad visual más vanidosa, soberbia y banal que sabia e inteligente. Es mucho más grande y extensa nuestra ignorancia que nuestros conocimientos de juguetería, somos tan peligrosos como un parvulario gestionando una central nuclear. Solo basta para comprobarlo ver cómo estamos, y tocar tierra en vez de vender y forrarse con tanta "ilusión" y tantos "sueños", que cada vez son más pesadillas que otra cosa. 

La esperanza en el despertar individual/colectivo en el fondo de la caja de Pandora, es la única energía de que disponemos para encender la luz y ver, por primera vez en nuestra patética historia, de qué va esto y corregir el rumbo mientras se pueda. Es el pueblo, la base social, que al final del ciclo, consigue, impulsado por el horror de la debacle material, volver la vista a los adentros y reconocerse en "la nueva ciudad", en la que la energía, la vida y hasta el material de construcción es la nueva humanidad. No reduzcamos el don de la profecía al mundo religioso ni a los echadores cartas, es mucho más que cualquier ritual, credo o devoción. Y está impreso en cada ser humano, para que lo vaya descubriendo en la medida en que se aleja de tópicos y tripas, de miedos y odios, de manipulaciones e intereses espurios, de fanatismos y dogmas ciegos de tanta luz precaria y tan mal encendida como mal entendida. 

Sólo con la transparencia de los niñxs y con la prudencia de la humildad se puede entrar en la Casa de Todxs y tener acceso a la despensa del Amor, en cuyos archivos está impresa la Vida, con todo lo que eso implica. Así, con mayúsculas  y sin complejos. Incluida la profecía como brújula y mapa para el camino en lo pequeño como en lo universal, dos planos que en realidad son inseparables. 

Hay que escuchar y meditar muy bien el mensaje profético de Antonio Turiel.

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