lunes, 26 de abril de 2021

Los límites de la libertad son la ética y el bien común que de ella se deriva. La conciencia individual y colectiva es la llave de la despensa moral, sin la que es imposible alimentarse, convivir, organizarse sin hacer daño a nadie y progresar de verdad. Pero ¿qué valores prácticos y qué pedagogía materializada día a día tenemos en nuestra "marca España"? Este momento es el test del algodón...Ains!


En tierra muy extraña

Candidatos políticos durante el debate fallido celebrado en la Cadena SER

eldiario.es

La campaña de Madrid ha entrado en un territorio tan desconocido como hostil. No sé ustedes, pero servidor se siente como la protagonista de la famosa copla tratando de organizar una cena de Nochebuena con vino español en el Nueva York de la Ley Seca: abrumado por la extrañeza y morriñoso de los viejos territorios conocidos y familiares.

Si quieren saber qué es eso de la política basada en los sentimientos, aquí viene un caso de manual. Como el corazón, la política madrileña ya tiene razones que la razón no entiende. Unos y otros parecen además encantados con la idea de comprar boletos en la lotería político/sentimental. Aunque lo cierto es que no parece tan claro que el riesgo compense.

Hasta el viernes, las cosas no iban del todo mal para la izquierda y no del todo bien para la derecha y, sobre todo, tenían su lógica. Las encuestas nos decían que la concentración de voto entorno a Díaz Ayuso había ralentizado su ritmo y Vox conservaba un espacio que lo convertía en socio necesario. Daba muestras de agotamiento la estrategia ayusista de convertir la campaña en un simplón contraste de moralina, donde no había nada que discutir sobre la pandemia, su gestión o sus políticas, porque solo se trataba de estar con ella o contra ella.

El debate en Telemadrid había permitido un análisis forense demoledor del gobierno de Ayuso, además de visualizar una alternativa. Los sondeos también anticipaban que la izquierda empezaba a sumar. Quedaba por delante una semana que podía resultar muy larga para una candidata popular a la defensiva, rehuyendo el debate con unos rivales a quienes decía ignorar pero no había sabido confrontar.

Hoy todo ha cambiado aunque, en el fondo, puede que todo siga igual. Seguimos en una campaña reducida a una elección moral, aunque ahora entre dos dicotomías: o comunismo o libertad, o fascismo o democracia. El problema de la última semana de campaña resuelto para Díaz Ayuso: nada de debatir o confrontar, o conmigo o contra mí; exactamente aquello que anhelaba.

La izquierda parece segura de que ahora también le beneficia armar la campaña sobre otra dicotomía moral. Se les ve convencidos de que movilizará más a los suyos y puede que así sea. Lo que sí parece seguro es que no va a desmovilizar a un solo votante de derechas. Puede que incluso, como intuimos algunos, acabe siendo el último empujón que necesitaban muchos indecisos con Vox para apuntarse de nuevo al PP y al voto útil. Lo veremos el 4M.

La decisión de Pablo Iglesias de abandonar el debate del viernes, donde la SER y Àngels Barceló hicieron su trabajo con temple y firmeza, y negarse a acudir a más citas donde comparezca la derecha extrema me parece legítima, respetable y encomiable. Más aún cuando pretende denunciar el discurso del odio al diferente y el estilo paranoide que Vox han convertido en mensaje político, blanqueado en 'prime time' como patriotismo e indignación civil. Hace lo que cree mejor y más acorde a sus principios. En mi caso, hace tiempo que decidí que nadie iba a hacerme abandonar jamás una sala o levantarme de una mesa, excepto mi madre. Procuro mantenerme fiel a ese sencillo principio. No tiene mucha épica, lo sé. Pero así defiendo yo la democracia. 



Hacía tiempo que no podía leer a Antón Losada.  Leerle siempre es refrescante, aunque hoy no tengo muy claro el refresco, confieso que no me esperaba este argumentario en un especialista en ciencia política, forjado en una sociedad como esta, que lleva confundiendo desde los años ochenta hasta hoy la democracia con el terraceo parlamentario, sin que ese plano del especular se haga consciente de que democracia no significa solamente el arte de disentir en las opiniones ni de resistir descalificaciones y amenazas de muerte en plan chuleta, sino sobre todo de construir un nuevo modelo de valores que impliquen por encima de todo una conciencia ética que permita convivir sin hacerse picadillo; lo mismo que a nuestros hijos los educamos para que no hagan de la rabieta y los malos tratos el modus operandi habitual, sino que cuando se enfadan exageradamente les frenamos, les mandamos a su cuarto a pensar, hasta comprender que los insultos, las amenazas y la violencia verbal y material no solucionan nada, y solo cuando se han calmado en la soledad de su cuarto, pueden comprender la importancia de lo que ha provocado el aislamiento. Vox está a ese mismo nivel, con el agravante de que el pp ha decidido a la desesperada que ese nivel demagogo puede ayudarle en su campaña electoral y lo utiliza como catapulta electoralista, a pedradas estratégicas. Es una estrategia exenta de cualquier amago de conciencia, algo de lo que, como llevan demostrando desde siempre, carecen indudablemente tanto el pp como vox y c's. Lo están dejando cristalino entre los tres.

¿Qué opción le queda a la democracia? ¿Entrar al trapo y tratar de razonar con quienes están convencidos de que la mejor estrategia es gritar, insultar, descalificar e impedir con el guirigay que nada se entienda y con ello, 'vencer' en donde con la razón y la escucha perderían, sin duda alguna? 

Sí, por supuesto, el argumento de Losada es muy legítimo afirmando que lo suyo es estar al pie del cañón como un punch en el entrenamiento de los boxeadores, impasible el ademán, resistiendo a la barbarie invasiva como en Numancia, pero ni esto es Numancia ni la democracia personalizada en los representantes de la comunidad política se debe convertir en el saco de los golpes matones, ni en suicidio de la ética social mediante una perversión de la estética, porque en la línea del bien común el contenido y la forma en que ese contenido se manifiesta - o sea, ética y estética-  en democracia deben ir a la par. 

Ha sido ese modo equívoco de entender la democracia como el derecho absoluto a hacer lo que nos da la gana sin tener en cuenta las consecuencias que eso tiene sobre el proyecto social de la conciencia individual y colectiva construyendo el bien común. Negarse a entrar al trapo de la barbarie no significa perder los papeles demócratas, sino reivindicar la necesidad democrática de la escucha, del debate respetuoso desde la obligación de responder a las necesidades sociales con propuestas e iniciativas concretas y no con un gallinero enloquecido y estéril que intenta esconder bajo el estruendo su incapacidad para aportar algo más que desbarajuste y caos, y así hacer imprescindible la presencia de los cuarteles, de los ajustes de cuentas político-mafiosas y de las dictaduras como resultado del engendro, que al final son el amén retórico en el  desguace estatal de la convivencia. Incluso 'matando' electoralmente a los opositores si la cosa se resiste, cuando quienes perpetran semejantes barbaridades son zombis políticos que solo aspiran a ostentar el poder de la muerte social. 

En esa tesitura, que es la estrategia vox-pepera, solo cabe dejarles al margen y que la izquierda se ofrezca serenamente unida a presentar en los medios su programa con toda la documentación de la que dispone, y haga su campaña expresando que le encantaría dialogar y debatir con la derecha, pero que la ultraderecha no lo permite porque carece de material factible y padece un curriculum cloaquil que no le permite salir del pozo, -es fatal estar por mayoría absoluta en los tribunales como acusados  de corrupción infinita en casi todas la comunidades, y tener que ir a elecciones convocadas precisamente por la presidenta de Madrid en el peor momento, aprovechando el miedo a la pandemia y las muertes de abuelos abandonados en residencias muy rentables para el cappital inversor- con lo cual el pp (centroderecha¡?que lo flipas) está cediendo sin más remedio sus posibilidades a vox...

La izquierda tiene material suficiente en el logro de derechos, en trabajo social, en apoyo a las mejores propuestas cívicas, seguridad social, pensiones, renta mínima, educación, apertura a los DDHH, salvamento del Aquarius, respeto a la pluralidad de las comunidades autónomas en la pandemia, etc) como para cerrar la boca a la basura y dejarla en evidencia, sin necesidad de recibir pisotones, golpes bajos y mierda a tutiplén para demostrar lo que es capaz de aguantar ante unos oponentes impresentables, que confunden la escucha con la cobardía y el respeto con la flojera. Ya lo dice el refrán: el mejor desprecio es no hacer aprecio, sobre todo cuando la razón y la inteligencia se aplastan con la brutalidad y la violencia. 

Fue ésa la táctica del nazismo: aprovechar la democracia para cargársela. Y ya sabemos históricamente como acaba esa estrategia,tras dejar el mundo hecho un guiñapo, algo que la dictadura española usó hasta dejar España tan tarada política y socialmente como ahora está...Justo, porque los demócratas inexpertos de los ochenta, que pudieron cambiar las cosas, actuaron como Antón Losada haría si estuviese en campaña electoral y el Psoe habría hecho si no necesitase a la izquierda y a los "separatistas" para poder gobernar. Porque resulta que la ciudadanía de izquierdas votó en fragmentos en vez de hacerlo en bloque, como ha venido sucediendo en la cuarentona democracia del acojone ya tan desgastada como ineficaz. Así nos va. 

La barbarie no entiende las medias tintas, solo el sí y el no. Y este el es momento del NO a la barbarie sin remilgos y del SÍ al bien común. Como está haciendo Alemania, por ejemplo. La ciudad de Freiburg, hace poco salió a la calle en pleno y llenó la estación del ferrocarril y sus accesos porque los neonazis (procedentes de la antigua Alemania del Este) habían llenado un tren para llegar a Freiburg y manifestarse. No pudieron hacerlo porque miles de personas sin violencia ni insultos se lo impidieron, los neonazis que eran unos doscientos, volvieron al tren y se fueron por donde habían llegado. Dicen que llegaron cantando y gritando consignas y se fueron en silencio. 

Hay que decir No a la escucha tan inútil como tóxica de lo que no tiene pies ni cabeza, ni nada que aportar salvo el desastre, la confusión, el esperpento y los egos enfermos apuntalando sus propias ruinas. ¿Habrían podido los ciudadanos de Freiburg con afabilidad y buen rollito conseguir que los neonazis se sentasen a dialogar en el césped alrededor de la Banhoff freiburguesa? Ya lo intentaron en el Berlín de los años 30 del siglo pasado y mira como terminó el intento. 

Es imposible que los cardos den uvas y que las ortigas den manzanas. Un politólogo como Losada debería tomar nota de las situaciones en que, tras haber hecho polvo el sentido verdadero de la democracia, desde el GAL y la bodeguilla a la corruppción absoluta, con guerra de Irak incluida, y ya convertida hasta en poder judicial,  el no sottovoce debe ser NO tanto en las palabras como en los hechos. Sobre todo en los hechos.

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