Traduzco la letra para quienes desconocen la llengua valenciana:
Ahora que estamos juntos
diré lo que tú y yo sabemos
y que frecuentemente olvidamos.
Hemos visto el miedo ser ley para todos,
hemos visto la sangre ser ley en un mundo
que solo hace sangre.
¡No, yo digo no, digamos no,
nosotros no somos de ese mundo!
Hemos visto el hambre
ser pan de los trabajadores,
hemos visto encerrados en la cárcel
a hombres plenos de razones.
¡No, yo digo no, digamos no,
nosotros no somos de ese mundo!
Y esto era en los años sesenta del siglo XX...Esta conciencia la compartíamos l@s jóvenes de ibéric@s desde la niñez y la adolescencia, y no solo por lo que nos contaban, sino sobre todo por lo que veíamos. Nos contaban historias en las que el miedo, el odio, el rencor y las maldades irresponsables aliados extrañamente con la resignación a "la voluntad de Dios" eran el pan duro, quemado o crudo, de cada día.
Nos íbamos dando cuenta de que ningún dios puede tener esa voluntad retorcida y sádica, sino que esas maldades y miserias solo con cosa de una humanidad que aun solo lo es de nombre, pero no de condición, porque, justamente, le falta su esencia: humanidad. De poco valen las ínfulas ilusas de hacerse divinos si ni siquiera se ha conseguido ser humanos de verdad...Nos íbamos dando cuenta al estudiar la naturaleza, la física, las matemáticas, el lenguaje, la historia, la geografía, las leyes de Mendel, la filosofía con su lógica, su ética, su metafísica, su evolución trascendente en lo inmanente...
Pillar la guitarra y ponerle música a nuestros descubrimientos individuales y comunitarios era el pan de cada día entre la gente más joven e inquieta, que era mucha más de lo que el régimen y sus espantaideas imaginaba. La Idea nos rescataba cada día de las alcantarillas impolíticas, que minaban la posibilidad de descubrir la conciencia. Pero afortunadamente el alma, que es el cableado del espíritu, dispone de herramientas que escapan a cualquier trampa opresora.
Y así fuimos renaciendo de las cenizas ontológicas de nuestros padres y madres, que en la guerra civil y en la posguerra se achicharraron. Fueron nuestros abuelos y abuelas quienes nos dejaron más claras las señales del camino y la visión menos traumática del conjunto al haber vivido la situación española como adultos. Así aprendimos a decir ¡No!, aunque al parecer en el afán de olvidar los malos tiempos nuestra generación se olvidó especialmente de que el olvido no resuelve lo que nunca se ha solucionado antes de olvidarlo. Y ahora, las malas hierbas crecidas a la sombra de un pasado horrible amenazan la cosecha de una débil y precaria demos crathía sujeta con hilvanes y alfileres en versión monos arkía.
Solo la toma de tierra de una república municipalista y federal de la conciencia puede establecer la nueva sociedad civilizada, cooperadora y dialogante que necesitamos para resucitar de tanta muerte Cuelgamuros fashion.
Mientras construimos otro presente más ético,decente y democrático de verdad ¡Diguem No! a la violencia, a las amenazas, a la hipocresía de negarlas cuando se provocan como estrategia electoralista, al fraude, al estado/cloaca, al enfrentamiento constante si no se manda en plan absoluto y al cinismo que lleva hasta el ridículo de negar la evidencia...porfis!
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