jueves, 8 de abril de 2021

La más bella

  

Una balada contundente y tan romántica, que podemos dedicar a la maravillosa sociedad devoradora, caníbal y  destroyer que padecemos, un canto de la conciencia defraudada que se convierte en un himno, en una declaración de principios urgentes e imprescindibles, de la decepción y del hartazgo, cuando descubrimos a base de hostias que "la más bella" era en realidad el monstruo de Frankenstein practicando con la humanidad el timo de la estampita, siglo tras siglo, año tras año, perfeccionando la trampa con verdadero entusiasmo...No, no es la más bella, ni la más inteligente, ni la más adecuada receta para sobrevivir; es en realidad, el cibertrampatojo de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Y todo el mundo creyendo que era el mejor momento de la historia, alucinando por la de cosas que se pueden comprar y vender, acumular y tirar a la basura, achicharrar y destrozar, para luego echarlas de menos cuando ya no se tienen, y todo pisando el acelerador del desguace y convirtiéndolo en series de tv, para que el trago final nos resulte más normal cuando llegue y todos digan desde el balcón y las terrazas abarrotadas, entre humos, bocadillo de calamares rebozados en microplásticos, en virus y colillas, "¡Anda, pero si esto ya lo hemos visto en Netflix mientras nos recuperábamos de las trombosis vacuneras!" 

Aunque si nos ponemos las pilas y despertamos del colocón antes del peor de los finales, aun es posible que esta pesadilla, después de todo, se quede en un relato como el diluvio o la Torre de Babel, pero esta vez, liberándonos de las recaídas en el mismo lodazal matarife,y  sin echar la culpa del autocastigo a ningún dios, para seguir en el mismo plan y repetir de ciclo en ciclo y de Era en Era,  la idéntica historia; si nos despertamos, hasta podremos conseguir que se acabe de una vez el estúpido vicio del destrozo pseudocivilizatorio, al que nos hemos aficionado por costumbre "cultural" y hereditaria  empeñados en que cada vez la catástrofe sea la más grande, a ver si por fin logramos que nunca más quede nadie que recuerde la historia y que el Planeta se convierta en facsímil  de Marte, donde la vida sea imposible para siempre jamás. ¡Menudo logro! Esperemos que ese no sea el final, sino el comienzo de una vida de verdad y de otro mundo muchísimo mejor en todos los aspectos. Si nos empeñamos y hacemos un giro copernicano en nuestra visión y en nuestra conciencia, lo alcanzaremos. ¡Con empeño, con amor y con humor! Pero sin perder de vista la realidad...

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