martes, 27 de abril de 2021

Federalismo, república y democracia son tres ramas del mismo árbol social, cuando se rompe alguna de las tres, el árbol se queda en el chasis. Gracias, Pérez Tapias por recordarnoslo!

 

Federalismo

Madrid no es (toda) España

Al mensaje de Ayuso, cristalino en su nefasta simplicidad, hay que contraponerle medidas concretas de salud pública como bien común y un proyecto en el que se visualice Madrid inserta en un Estado federal plurinacional como objetivo necesario

José Antonio Pérez Tapias 23/04/2021

Si de muestra vale un botón, la campaña electoral para el parlamento de la Comunidad Autónoma de Madrid es todo un botonazo que hace patente que España, realidad política compleja y compuesta, aún se ve secuestrada por un centralismo político del que no acabamos de salir. Y eso es así a pesar de un Estado autonómico –así solemos considerar al Estado español haciendo referencia a su organización territorial–, el cual, digan lo que digan, está lejos de ser un Estado federal que, en nuestro caso, tendría que ser además plurinacional si se quiere que realistamente corresponda a esa composición suya que hoy por hoy sigue viéndose orillada. 

La candidata ultraderechista a la presidencia de la comunidad, la señora Díaz Ayuso –no me refiero, pues, a la candidata de Vox, que es fascista, sino claramente a la del PP, cuya filiación política no mengua su ultraderechismo, sino que lo incrusta en el populismo de un partido que falsamente se presenta como de centro-derecha–, con su aplomo habitual, basculando entre la frivolidad y el cinismo con el arte que le es propio, situó hace meses ante la opinión pública una pieza nuclear de su mensaje con la fórmula “Madrid es España”, añadiendo a tan concentrado epítome de su ideario la coletilla “dentro de España” –¡faltaría más!–. La conjunción entre conservadurismo en moral y costumbres, por una parte, y nacionalismo españolista a ultranza, por otra, adobada con ingredientes fascistas, antifeministas, xenófobos y despreciativos hacia los que el capitalismo arroja a la pobreza, encuentra su más lograda síntesis en esa visión de España que en la mentalidad derechista de la candidata Ayuso ve condensada su realidad en el Madrid para el cual ella y los suyos trabajan con tanta insolencia como denuedo. Lo grave de tal correlación entre España y Madrid así vistos es que cuela como si tal cosa, cual si fuera asunto menor, como un exceso poco menos que folklórico de candidata tan popular-populista, al que no se le presta mayor atención porque bastante hay con neutralizar su soflama electoralista en torno a bares y cervezas, remitiéndose a las terrazas donde el madrileñismo tiene su privilegiado campo de expresión. ¡Craso error!

No hace falta preguntarles a ciudadanas o ciudadanos catalanes, por ejemplo,  qué piensan de ese desatinado tomar la parte por el todo que comentamos –los independentistas está claro que sinécdoque tan descarada la perciben como inesperado argumento a su favor, proveniente de lo más hondo del imaginario españolista–, pues su opinión vendría a remachar la que merece una política madrileña que tiene a gala estar en desleal competencia permanente con una Cataluña a la que dice estar superando en todo. El que escribe estas líneas es andaluz, de la periferia, pues, como se considera la realidad política hispana desde un centro incapaz de imaginarse de una manera excéntrica. Pero es muy probable que me encuentre al lado de muchos conciudadanos y conciudadanas también periféricos que nos asombramos –es un decir–  de que de la misma comunidad de Madrid no salgan voces más audibles criticando la visión centralista de España que la enfática declaración de la señora Ayuso deja ver, es más, que expresa haciendo ostentación de ella. Por eso mismo es de agradecer que, como contrapunto a los discursos –algunos de ellos antidiscursivos– que se dan en la campaña electoral de Madrid, una voz como la de la presidenta de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, Francina Armengol, en acto compartido con el presidente valenciano Ximo Puig, diga expresamente que “España no es Madrid y muchas veces se le olvida a todo el mundo”.  ¡Bravo por palabras tan refrescantes!

Recordar que hay una España periférica que no quiere ser periférica es de la máxima importancia política para nuestro Estado. A este respecto, sería interesante a la vez recoger las voces de quienes en Madrid se oponen a las derechas españolistas presentándose como alternativa a ellas. Es cierto que el necesario balance de la nefasta gestión que ha hecho el gobierno de Díaz Ayuso en medio de la crisis sanitaria de la covid-19 ha de acaparar por fuerza buena parte del debate electoral, como así mismo las políticas que se proponen en contraposición al darwinismo social alentado por las medidas privatizadoras de lo público  aplicadas por el PP, con caldo de cultivo donde se impone la insolidaria ley del más fuerte. Pero eso no quita que se pueda poner también en el punto de mira de la crítica el papel jugado por la Comunidad Autónoma de Madrid en el desconcierto generado por su Gobierno en lo que respecta a la falta de coordinación y acuerdo entre comunidades autónomas y con el Gobierno de España a la hora de afrontar la crisis sanitaria y sus consecuencias socioeconómicas. Es decir, es palmaria la contradicción de quien dice “Madrid es España” y se desentiende del resto de España –es, por cierto, lo que ha hecho desde hace siglos un centralismo político que no ha querido entender la realidad de España…, porque no le ha interesado ni le interesa–. 

¿Cómo se quiere situar a Madrid en la España actual con sus realidades nacionales y su diversidad cultural? Parecería que la cuestión bien podría merecer alguna línea en los programas de las izquierdas, pues la covid-19 plantea importantes urgencias que atender, pero no hace que se disipe el agotamiento del modelo autonómico ni la crisis en que se halla el Estado español. Muchos nos resistimos a pensar que las izquierdas madrileñas estén metidas en el bucle de un centralismo que inconscientemente también les atrapa. El caso es, sin embargo, que quienes se dicen federalistas no lo muestran en modo suficiente. Y si ya fue un desliz dejarse pillar por la iconografía de la sobredosis de españolismo que presidió hace meses el encuentro del presidente del Gobierno con la presidenta de la Comunidad de Madrid, preocupante es que se transparente tal endeblez del federalismo que se dice propugnar de forma que lo hace poco creíble –lo cual, por otra parte, no extraña cuando el mismo candidato Illa aparcó tal cuestión en la campaña del PSC para el parlamento catalán–.  Es una pena que no haya ninguna palabra sobre eso, pues si así fuera sería de especial relevancia para romper el marco ideológico en el que la candidata Ayuso se coloca y sitúa a los demás. 

Dado que las elecciones a la Asamblea de Madrid tienen efectivamente relevancia para el conjunto de España, habría que lograr que ello no fuera meramente por el empeño de las derechas en hacer de ellas un plebiscito contra Sánchez y el Gobierno de coalición de izquierda que preside, sino porque en ellas se formula una palabra sobre España y su realidad compleja y compuesta, haciéndose cargo del federalismo plurinacional que nuestro Estado necesita. No me digan que es mucho decir y más esperar. Ya lo sé. Pero también podemos saber que no estamos para mucho aguantar en una crisis del Estado en la que, obviamente, están inmersas sus comunidades autónomas, y que no se puede prorrogar indefinidamente. También para derrotar al conservadurismo, al neoliberalismo y a las tentaciones fascistas de la derecha es necesario remover el marco de pensamiento centralista, asociado por lo demás a la monarquía que de él mismo se aprovecha desde que lo impuso, en el que se mueve desde hace siglos. Al mensaje de la señora Ayuso, cristalino en su nefasta simplicidad, hay que contraponerle medidas concretas de salud pública como bien común y a la vez un proyecto, por ejemplo, en el que se visualice la comunidad de Madrid inserta en un Estado federal plurinacional como objetivo necesario. Hablando de España es un mensaje lanzado desde periferias que están dispuestas a dejar de serlo y que deseamos tanto una comunidad abierta,  y una ciudad de Madrid cosmopolita, como aborrecemos una centralidad rancia como la que hoy se promueve desde un casticismo regresivo y clasista. 

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José Antonio Pérez Tapias

Es catedrático y decano en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada. Es autor de 'Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional'(Madrid, Trotta, 2013).


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