El milagro de Ayuso
Dice Ayuso, en un castellano apenas inteligible, que la vida en Madrid es muy difícil porque está todo carísimo y no nos llega ni para pagar el piso, pero que nada de eso importa demasiado porque al final del día nos podemos tomar unas cañas con nuestros amigos, con los nuestros, a la madrileña. No como el resto de españoles que están encerrados en casa bebiendo agua del grifo. Sólo le faltó decir que como en Madrid, no se tira la cerveza en ninguna parte. Del relaxing cup of café con leche al sparkling glass of cerveza espumosa. El nivel de la política se ha deteriorado tanto que se puede ganar unas elecciones apelando a las cañitas en el bar con los colegas.
No hace falta más. El mamporrero del aznarismo, Miguel Ángel Rodríguez, le ha diseñado a Ayuso una campaña con una sola idea: Madrid es el único sitio donde la gente puede seguir tomándose una caña en plena pandemia. Hemos devuelto la alegría a la gente, hemos salvado a los hosteleros y hemos hecho amistad con Francia, sin comprometer la salud de los madrileños. El milagro de Madrid es que las cañas en el bar son la vacuna que nos protege frente al virus (y frente a la precariedad, el paro, la pobreza, las colas del hambre o el problema de la vivienda). Madrid es la mejor España dentro de España, la España que no se muere ni se contagia. Madrid es la caña de España.
Pero cómo puede ser que los madrileños tengan todo abierto y la pandemia no les afecte más. Pues no puede ser y además es imposible. La propaganda miente, los datos no. Madrid es la primera comunidad en fallecimientos totales y muertos por habitante aunque es la tercera en población. Tiene 100 puntos de incidencia por encima de la media y el mayor porcentaje de fallecidos en residencias, hospitalizaciones y saturación hospitalaria. El riesgo de morir por coronavirus en Madrid es un 54% superior que el promedio del país y la tasa de letalidad es del 2,39% frente al 2,25% nacional. Gracias a la presidenta, en Madrid ha muerto más gente y el virus es más contagioso y más mortal. Ése es el milagro de Ayuso: tener los peores datos con los mayores recursos.
Echamos en falta a la cayetanía indignada, cacerola en mano y bandera al cuello, clamando contra el gobierno madrileño por arriesgar nuestras vidas y matarnos más que al resto de españoles. Por anteponer la economía a la salud. También eso es propaganda que se han tragado hasta los hosteleros. La comunidad de Madrid es la única de todo el Estado que no ha dado un solo euro a la hostelería. Ha permitido abrir con menos restricciones pero muchos hosteleros no han podido hacerlo porque era inviable sin apoyo. Por eso, Madrid está entre las regiones en las que más ha caído la riqueza en esta crisis, según datos del Banco de España. No hay milagro económico madrileño, lo que hay es turismo de borrachera y una borrachera de euros para los amigos.
Ayuso no ha dado ni una ayuda directa a la hostelería, pero se ha gastado tres veces más de lo presupuestado en las constructoras de un hospital de pandemias que no se necesitaba, según los médicos. No ha subido los sueldos ni los contratos a la Sanidad pública, pero concedió a dedo un contrato a Telepizza para dar comida basura a los niños. No ha hecho una sola ley en dos años, salvo dos por la vía de urgencia: una ley de liberalización del suelo para favorecer a los grandes del ladrillo y otra para conceder al todopoderoso grupo Planeta una universidad privada con un asignación de 14,5 millones de euros. Así se compra el favor de los medios con dinero público. Ayuso no ha salvado la economía de todos, ha favorecido los intereses de unos pocos.
Madrid es la comunidad con el mayor producto interior bruto pero la que menos invierte en Educación y Sanidad. Tiene beneficios fiscales que son insolidarios con el resto de españoles y la presidenta aún quiere bajar más los impuestos a los que más pagan. El milagro de Ayuso consiste en empeorar los servicios públicos para mejorar los beneficios privados. El milagro de Ayuso consiste en que el suelo esté por encima del sueldo. El milagro de Ayuso es tener más muertos y menos sanitarios. El milagro de Ayuso es mandar una circular a las residencias para que no llevasen a los hospitales a los ancianos dependientes.
Pero nada de esto nos importa porque al final del día, nos tomamos una cerveza y brindamos. ¡Por Ayuso, que es la caña de España!
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