sábado, 26 de diciembre de 2020

Por si sirve de algo, aquí dejo algunas pistas para el camino

 

 

 

 Lo acabo de leer en Internet: en la familia del poeta Luis García Montero y de la novelista Almudena Grandes, una pareja de izquierda militante de toda la vida, hay una hija falangista, que, para colmo,  da testimonio público de su devoción por José Antonio Primo de Rivera sin miramiento alguno hacia la tradición familiar. Al parecer en los medios de la derecha esta noticia ha sido una conmoción de tomo y lomo, y por una parte explicable en un sistema dogmático y cotilla a base de bien, cuando las piezas de la sesera se les descolocan por "el escándalo" en plan Raphael y se rasgan las vestiduras, por semejantes conmociones sociales. Se ve que el asunto de la pandemia, la estela corrupta de la monarquía, la presión aplastante de la pasta sobre la sociedad, bloqueando soluciones justas, el maltrato a los más pobres en esa extensa Cañada Real de la miseria española provocada por el trincar sin límites, no les interesa como noticia fresca y sin glamour. España y su conciencia missing se bambolea entre Las Tardes de la Cuatro, Sálvame, Antena 3, o la Sexta y sus cosas...No se llega a nada más, es lo que hay. Un nivelazo y un tirón ético que lo flipas.

Se puede aprovechar esta circunstancia para reflexionar un poco sobre la libertad y los derechos humanos. La chiquilla, que se llama Elisa, ha hecho lo mismo que su padre hizo en su día pero a la inversa: salir comunista siendo hijo de un militar en la época de Franco, que además tiene otro hijo destacado miembro del PP, que hasta se ha llegado a presentar en elecciones por el partido de la gaviota, sin que nadie se lleve las manos a la cabeza ni eso haya significado una guerra civil familiar.  Es decir, que esa familia es un modelo de apertura y respeto a las opciones ideológicas de cada uno de sus miembros. Ese descubrimiento es  lo que en realidad nos debería conmocionar  y alegrarnos sanamente de que en la España silenciosa haya tan buena tierra en la que plantarse como seres humanos y poder elegir la propia trayectoria vital sin presiones ni berrinches, con respeto, empatía y comprensión.

Personalmente, a mí, me pasó lo mismo: nací y me eduqué en el apogeo salvador del franquismo, falangistas fueron mis padres, los dos, hasta que se murieron muchos años después, y con el terrible pedigrí de que mi tío José, en Noviembre de 1936, con 18 años, y tras sacar unas notazas en su primer curso de Ingeniaría de Caminos en la Universidad de Madrid, fue condenado por traición a la patria, y fusilado sin contemplaciones, tras cuatro meses en la cárcel, a sangre fría, siendo menor de edad, -la mayoría era a los 21 para los hombres y los 23 para nosotras, en fin...- porque el 18 de julio de ese mismo año salió a la calle con una camisa azul y unas flechas rojas bordadas en el bolsillo, se juntó en la Casa de los Corcheros de Ciudad Real con media docena de compis ideológicos y "dieron un golpe de estado" del que nadie se enteró. No mataron a nadie. No rompieron nada. Ni agredieron ni pegaron, ni robaron. Sólo eran falangistas cantando el caralsol. Y por eso la II República decidió cargárselos sin más, para cortar por lo sano y escarmentar seguramente, a quienes pudiesen intentar otra vez algo similar. 

Esa era la saga familiar, las semillas y frutos que me encontré al nacer. Eso me educó, me adoctrinó, me aleccionó y me apuntó a Falange a los 10 años para que fuese "margarita", "lucero" y "flecha" según avanzase en edad y conocimiento del pastelón. Pues bien, les salí rana absolutamente, y no por no estudiar en la escuela y en el instituto el libro verde de la Falange que contenía las ideas de José Antonio Primo de Rivera, sino porque precisamente esa Falange que iba descubriendo al estudiarla según su fundador había escrito y explicado, era todo lo contrario de lo que el franquismo estaba haciendo a cada momento. Su fundador hablaba de unos valores universales, de la modestia y de la dignidad del proletario, de una relación espiritual y generosa entre los seres humanos, que llevaba implícita la sencillez, la justicia social y la eliminación de la pobreza, una verdadera plaga en el franquismo de los años 40 y 50, en fin, que llegué a escuchar a mi propio padre llamar traidor al caudillo de marras, porque estaba dejando por los suelos el proyecto de una sociedad conservadora, sí, pero sin penas de muerte, sin venganzas, sin miseria social, sin castigos y dolores constantes, sin condenas de cárcel inimaginables solo por pensar distinto y decirlo en un bar o en cualquier conversación, familias destrozadas por el rencor y la venganza, basura moral por todas partes...y luego, eso sí, todos a misa y a las novenas, a las procesiones y rosarios de la Aurora. Idolatrar a José Antonio mientras sus ideas servía como mordaza, asfixia y pudridero a todo lo que José Antonio había escrito, dicho y pensado. 

Mi despegue total del tinglado llegó cuando me enviaron por primera vez, durante 20 días,  a un campamento de verano falangista 'para chicas', of course, de la Sección Femenina, en Cercedilla, provincia de Madrid. Tenía 15 años. Y fue una revelación total de la mierda sistémica que salpicaba por todas partes. Fue mi total caída del caballo, que ya andaba renqueando y dando traspiés demasiado tiempo, cuando todas las preguntas que me iba haciendo durante años al ver el percal se respondieron solas en aquel albergue, en medio del paisaje bellísimo en la Sierra de Guadarrama. El trampantojo se hizo añicos, de tal modo que las mandos -como se llamaba entonces  al gerifaltado ff, franco/falangista-  me pusieron en cuarentena vigilada por las preguntas que les hacía en las reuniones y a las que no sabían qué responder. Recuerdo, que yendo de excursión en el telesilla, subiendo al Pico de la Bola del Mundo en Navacerrada, aquel agosto tan marciano, no me dejaron compartir el asiento con ninguna compañera, solo con una mando encargada de reeducarme y controlar mi el pensamiento rebelde e incómodo. Lo recuerdo tal cual: mientras subíamos y bajábamos suspendidas en el aire, la mando en cuestión, que se llamaba Gloria (menos mal), mostrándome el paisaje desde lo alto, me dijo: "Fíjate, María del Sol, esto es España. nuestra patria, la patria que José Antonio, el Caudillo y Dios nuestro señor, nos han regalado para que la aprovechemos y la hagamos más grande" a lo que yo, sin poder morderme la lengua le respondí: "Sí, claro, pero esa España es también la de Antonio Machado, Unamuno, Federico García Lorca, Baroja, Azorín, Rosalía de Castro, Clarín, Goya, Picasso, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez...y de todos los que se han tenido que ir al exilio para que no los maten ni acaben en la cárcel" Aquello fue el acabóse, menos mal que a los pocos días volvíamos a casa. Mientras tanto  me vigiliban e impedían que hablase con las demás compañeras si las mandos no estaban presentes, me sentaban a comer e su mesa presidencial para evitar cualquier comentario peligroso.

Tras el regreso a Puertollano, donde vivíamos en aquel entonces, la Delegada local de la Sección Femenina - que era además profesora del Instituto en la asignatura de Cocina y Labores del Hogar- me llamó a su despacho y me leyó el informe que le habían enviado desde Madrid acerca de mi peligrosidad, no explicaban nada concreto, solo recomendaban que me tuviesen bajo control por la peligrosidad de mis ideas irrebatibles y que convenía también vigilar a mi familia...a ver de dónde había salido yo en  plan maquis ideológico, cultural y social. La pobre Delegada solo atinó a decirme "¿Pero qué les has hecho? Mira, porque te conozco y conozco a tus padres no voy a hacer ni caso, pero esto es una locura total" 

Está claro que me borré del club de inmediato para no ser un peligro, y solo volví a contactar para hacer el servicio social obligatorio para todo: ir a la Universidad, casarse, trabajar en cualquier cosa, viajar al extranjero o abrirse una cuenta de ahorros en el banco...

Sí, yo también fui una Elisa al revés, porque las circunstancias eran las opuestas a las actuales. Y por eso comprendo a sus padres y a ella. Es muy sano y alentador que en medio de una sociedad como esta surjan jóvenes asqueados/as de lo que ven, respiran  y tienen que soportar sin compartir nada sustancial que valga la pena, y así,  cuando encuentran escritos hermosos inspirados en valores que no se reconocen en la praxis de la vida diaria del entorno, elevados espiritualmente y poéticos, como los de Primo de Rivera jr., se les despierte una sensibilidad más profunda y liberadora, con la que no encuentran vínculos sociales y a veces ni siquiera familiares, en medio de una planicie cultural árida, escabrosa, superficial e inasumible desde una mínima salud psicoemocional que intente profundizar más allá de twitter, faceboock  e Instagram.

Históricamente sufrimos el mismo bache psicoemocional que en los años 30 del siglo pasado. Todo se ha ido al garete y el futuro ni se ve ni se le espera, en condiciones bioclimáticas insostenibles para acabarlo de arreglar. No hay motivos para soportar y sufrir tanto por mantener en pie un mundo tan miserable. Hemos llegado al mismo punto de hace noventa años: crisis económica, ruina de los más pobres y toma del poder por parte de los poderosos, fingiendo que desean el bien de todos, si lo controlan ellos, evidentemente. Esta vez se han quemado los recursos del proletariado que fueron la esperanza en muchos países, porque esos regímenes buscadores de la igualdad sin lograrla nunca, cayeron también en la misma tentación: acumular poder para poder ser mejores...a su manera. En el camino se pudrieron. 

Mientras el fascismo -que no es una ideología sino un modus operandi sin más- ha roto aguas y está pariendo un monstruo, la humanidad sigue adelante, aunque con muchísimas dificultades, pues si no despega de la mugre se destruirá a sí misma -Primo de Rivera define esa búsqueda con acierto cuando dice que "el hombre es una unidad de  destino en lo universal", y que su lugar está en las estrellas, en eso no se equivocó. Pero quienes buscan ir a las estrellas en plan astronauta sí que se equivocan, porque a esas estrellas y constelaciones del cambio antropológico solo llega desde dentro, no desde ningún poder ni volando en naves espaciales. La clave: descubrir la conciencia como llave maestra inicial de un nuevo nacimiento individual y colectivo. 

Los jóvenes sin futuro se ven necesitados y atraídos por esa idea salvadora y abstracta de la evolución. Pero la sociedad humana está demasiado deteriorada para ofrecer caminos nuevos. Hay que crearlos. Es el reto ya inaplazable por más tiempo. El salto cuántico del ego al Nosotr@s, sin perder la riqueza inmensa del dentro,e  integrar en el fuera la energía necesaria para seguir vivos y subiendo en espiral hacia la plenitud compartida y materializada en las circunstancias maestras. No hay otra.

Es una pena y un peligro que solo las ideologías  teóricas se hagan las herederas universales de lo más elevado y ejemplar para usarlo como propaganda a crédito, mientras en realidad se malviven como lo más zafio, egocéntrico, hipócrita, corrupto  y esperpéntico social, e inútil para la misma vida. 

Están haciendo con esos legados históricos, válidos y aprovechables en muchos aspectos, lo mismo que el Imperio Romano hizo con el legado de Jesús de Nazaret. Desfigurarlo y ponerlo del revés.  La confusión del vacío por la suplantación del alma y la conciencia por un ego mondo y lirondo está llevando a los jóvenes buscadores de esencias imprescindibles para surcar la vida, a un peligroso territorio enlodado en el que creen que está "la verdad" disfrazada de emociones, de patria, de dios y de dinero como referente esencial, un dinero que, tarde o temprano y sea cual sea la ideología, si no hay alma ni conciencia, solo acaba en las manos de quienes se corrompen y se convierten en el facsímil,en  la fotocopia de los valores indestructibles y acaban como mercaderes en el templo de la podredumbre.

Todo lo que perdura y vale la pena está dentro de nosotros. Por descubrir, pero no en plan narciso ensimismado. Los jóvenes lo intuyen, hartos de paripés lo buscan como pueden y donde pueden. Si esta sociedad solo les da series y videojuegos, jolgorio y botellón, tecnología autómata y diversión con finiquito asegurado, buscarán en otros derroteros más creíbles. Y si no se pierden por el camino como Dante, acabarán descubriendo que lo que buscan lo llevamos dentro todos y cada una de nosotros. El Paraíso no es colocón de ida y vuelta, es la plenitud del Ser en cualquier plano del existir.

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