miércoles, 23 de diciembre de 2020

La voz de Iñaki Gabilondo | 23/12/2020 I Como la vaca que mira al tren

      


A este tipo de caos apabullante en Valencia se le llama destarifo. Algo así como perder y confundir los cuatro puntos cardinales y no solo despistarse con el Norte. En realidad es el resultado del modo en que llevamos interpretando y explotando el mundo en que vivimos. 

No deberíamos estar aún tan en schok; va para un año ya que se descubrió el marrón de la SARS de marras y al parecer no hay forma de asumir ni asimilar con luces suficientes lo que significa una pandemia en tiempos tan "expertos" en todo lo de usar y tirar que caduca constantemente, y al mismo tiempo tan ciegos en lo fundamental que es lo que nos hace humanos de verdad, resilientes y capaces de salvar las peores situaciones no desde el ego y sí desde la empatía solidaria y la inteligencia compasiva del compartir bienes y responsabilidades en el mismo pack y en todos los niveles del convivir, sin excepciones ni privilegios egóticos manipuladores de la tontuna programada por la confusión que provoca los ríos revueltos del forring office de toda la vida pastaimperial. No deberíamos asustarnos tanto de lo que nos cuentan y sí, aprovechar los acontecimientos para atar cabos entre los qués, los porqués y los para quienes y para qués. El aturullamiento es el instrumento clave para operar sin que se note quienes están operando. 

Un ejemplo que tenemos delante para reflexionar muy en serio: el repentino recrudecimiento de los contagios en Gran Bretaña, justo cuando allí se ha empezado a vacunar en masa a la población. ¿Es posible que los vacunados sean la misma fuente de transmisión del virus, que a ellos se les "vacuna" con pretensiones de una inmunidad aun no demostrada porque no ha habido tiempo suficiente para estudiar a fondo el material vacunador y sus efectos completos, que necesita mucho tiempo para declararse útil y sin riesgos de contagio? ¿No es ese el mismo proceso que lleva en marcha desde hace muchos años en todo el mundo occidental, con las gripes anuales ya asimiladas como una "normalidad" más, y que justo, se recrudecen cuando la gente mayor se empieza a vacunar en septiembre y octubre en prevención de la epidemia ya profetizada con una certeza sospechosamente indiscutible, que curiosamente, ya detectan y conocen los laboratorios antes de que comience, y se anuncia ya incluso desde el fin del verano, para ir haciendo clientela? Unos científicos responsables y sabios de verdad habrían caído en la cuenta de que ese riesgo de contagio masivo es prácticamente una certeza con muchas más posibilidades de fallo que de acierto si las garantías del cultivo de cepas para vacunar no se estudian ni se experimentan adecuadamente y se inoculan en masa a miles de personas que están sanas o al menos no presentan aun síntomas de contagio. Si las mismas pruebas de contagio no pueden garantizar que a los diez minutos de haberse hecho, no pueda contagiarse el sujeto en cuestión.

La vacuna posible más eficaz y segura es en estos casos la precaución y el acceso a sustancia sanas y fortalecedoras que ayuden y que no invadan el organismo ni rebajen la inmunidad, reformar las costumbres tóxicas en la alimentación, suprimir venenos como tabaco, alcohol, drogas excitantes y fármacos que para aliviar un síntoma provocan diez jamacucos. La higiene sin obsesiones ni recurrir a venenos desinfectantes. El descanso de la mente y del cuerpo, el refugio sereno en la conciencia individual, ya que la colectiva está fuera de juego y necesita de individualidades no personalidades, que estén equilibradas para funcionar lo más sanamente posible, practicando la desconexión de una angustia provocada, que no tiene nada que ver con lo que se vive en el presente directo de cada una de nosotros. Es verdad que hay muchos casos in crescendo infectados por el Covid, pero son muchos más los casos de personas no infectadas. No lo olvidemos. Si el miedo se apodera del inconsciente colectivo mediante el pánico personal, seremos nosotros mismos quienes facilitemos y extendamos la pandemia inconscientemente, porque el miedo baja las defensas, provoca el desgaste orgánico por la abundancia de adrenalina, con el estrés consecuente derivado de los órganos, glándulas, aparatos, células  y tejidos corporales.

La ciencia sin conciencia es una de las peores armas de destrucción masiva de que disponemos en este mundo. Sobre todo cuando se pone histérica y pierde la noción de su fragilidad y del peso genocida de sus potenciales errores, que ya la historia ha dejado bien patentes en tantas ocasiones.  Ahí tenemos el resultado: tras el vacunismo inglés enloquecido y potenciado por la prensa y sus medios cada vez menos enteros, con miles de camiones atascados entre Dover y Francia. El Covid no ha empeorado, pero se ha disparado, precisamente al mismo tiempo que las vacunas se reparten como gloria bendita entre la población inglesa. 

Lo peor de todo es que dentro de esos camiones hay seres humanos atascados, sin poder salir, sin comida, sin agua, sin higiene, sin váteres, sin atención médica, sin enchufes para recargar móvil o tablet que les pueda comunicar con sus familias, nada, de nada. 

En vez de alarmarnos con las noticias o ignorar sus contenidos sin más, porque nos asustan, no temamos pero reflexionemos respirando el momento, sin dejar que la mente nos arrastres, y así desactivamos el canguelo natural, sobre las posible causas y apliquemos en nosotros el resultado de la más serena, honesta y eficaz y esperanzada conclusión, siempre abiertas a acoger aquello que demostradamente abra puertas y desbloqueos y no aumente el caos, la demolición por la ira, el aturdimiento y la desorientación. 

No hay soluciones mágicas para nada, así que no dejemos que nos vendan la cabra e incrementemos la combinación entre la lógica de lo previsto y la posibilidad de que lo imprevisto también aporte su lógica potencial para el cambio cuando se hace imprescindible. 

Sólo llegando al límite con serenidad se pueden solventar las situaciones más difíciles; con cotilleos, chismes y anécdotas de superficie, no se puede conseguir nada que valga la esperanza en vez de tanta pena inútil.

La vacuna está en nosotras/os. No lo olvidemos nunca,aunque el entorno nos invite a hacer zapinng constantemente olvidando nuestro Ser, para dedicarnos solo a parecer, poseer y pulular.

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