jueves, 10 de diciembre de 2020

La voz de Iñaki | 10/12/2020 | La emoción de Angela Merkel

   


Que la normalidad de Angela Merkel resulte una noticia asombrosa debería preocuparnos muchísimo como seres humanos, porque esa "rareza" tan llamativa es precisamente el motor de la verdadera humanidad, sin ella somos bastante más deficientes que siendo solo animales, ellos se comportan como lo que son, y nosotros tendemos a comportarnos como ellos, pero con el agravante de tener un añadido evolutivo: intelecto mental y lingüístico, antesala de la conciencia, que los animales no tienen, al menos por ahora. Ellos, por esas causa, no pueden ser retorcidos, mal pensados, negativos, juzgones ni miserables, solo tienen instinto/emoción/hábitos y con ello afrontan la vida. Nosotros tenemos un potencial mucho más amplio y rico para seguir evolucionando como especie, pero lo hemos encaminado mayoritariamente en el nivel de la animalidad en vez de hacerlo hacia el Humanismo que tenemos como tarea constructiva, nos hemos entretenido desde siempre dando vueltas por lo más básico y ancestral hasta convertirlo en lo fundamental y en lo único; esa actitud nos amarra a las cadenas que nos taran y nos bloquean en nuestras deficiencias atomizadas, que para más inri consideramos "virtudes" e "inteligencia", sin pararnos a descubrir que la mayor inteligencia sin capacidad para canalizarse como bien común, es la locura, el ego trastornado, y que la habilidad para canalizar cualquier cosa solo hacia un beneficio privado, carente de inteligencia incluyente y por ello benefactora, es manipulación miserable de la realidad común por una intención egocéntrica muy precaria y por ellos solo crea pobreza en sus miras tan cortas como letales. 

¿Cómo no plantearnos por qué sistemas y enseñanzas justas, inteligentes  y sanísimas, acaban históricamente en todo lo contrario de lo que fueron en sus comienzos? Pues por la actitud animal que  desconoce por completo la facultad de discernir y evaluar desde planos mucho más amplios y a la vez detallados, gobernando sobre las posibilidades ontológicas mucho más lúcidas y conscientes. Imaginemos que a los 30, 40 o 50 años siguiésemos comportándonos psicoemotivamente como cuando tenemos dos o tres añitos...pero las decisiones finales, las toman adultos solo en edad, no en cualidad ni en capacidad integradora, y así hacemos carreras, ejercemos profesiones y asumimos responsabilidades que ni de coña entendemos plenamente en la realidad sobre la que actuamos, y que solo se repiten gestos, palabras, razonamientos, decisiones...ideas que se copian y se reproducen en  la impresora de la memoria y de lo ya "dominado" (¡?). El resultado universal es evidente, no vamos a hora a detallar lo que a cada momento se detalla por sí mismo. 

En esa rutina alienadora total, de repente, surge alguien, en este caso Merkel, que reacciona como un ser humano normal de verdad, en plenitud de conciencia, ejerciendo las cualidades que muchos otros ni siquiera valoran porque las consideran una blandenguería de poco rango ejecutivo "profesional" si no las demuestra alguien con muchísimo poder y riqueza material, tal es el caso de un estado y una sociedad como Alemania.Y eso impacta, como la linterna que se enciende de repente en medio de un túnel o de una caverna en tinieblas, como la metáfora de Platón.

 Al parecer "normalmente" no se atan cabos con los que descubrir  lo evidente: para que una Merkel (un Adenauer o un Billy Brandt, también) llegue al gobierno como cancillera, hace falta una sociedad que eduque en esos valores que se consideran fundamentales, y que cuando se retuercen y se pudren por el odio,los miedos, el estado de desconfianza constante y la maldad primitiva que ignora  su mejor potencial también pueden producir un Hitler, un Mengele o cualquier otro monstruo mecánico y demoledor con la capacidad de abducir y destrozar la sociedad humana, justo porque se quedan en el refinamiento egocéntrico de la animalidad más primitiva o sea, egópata, sectaria, pervertida hasta convertirse en patología genocida y suicida, como motor y eje central. Posiblemente, en lo personal, la propia biografía de Merkel haya sido una buena fuente de humanidad en vivo: se crió en la Alemania del Este, al norte de Berlin, siendo hija de un pastor evangélico procedente del Oeste. Y luego estudió en la Universidad la carrera de Física Cuántica, rematando con una tesis doctoral que mereció la calificación de sobresaliente con el título "Influencia de la correlación espacial de la velocidad de reacción bimolecular de reacciones elementales en los medios densos". La profundización en la cuántica del universo no pasa en vano por la vida de sus mejores investigadores. Está demostrado. Si, además, se estudia desde una perspectiva con fundamentos evangélicos, ya tenemos disponible la masa madre de la humildad solidaria e integradora.

Pero no es solo cosa de Merkel, ni mucho menos. Alemania aprendió la lección histórica, el karma de montar dos guerras mundiales es lo que tiene. La conducta de Merkel no es producto de la casualidad, sino un fruto maduro de la experiencia pedagógica de una sociedad, en la que obviamente hay de todo, pero no cabe duda de que en muy distintas proporciones. Los más ricos pagan de muy buen talante unos impuestos de aúpa que el gobierno distribuye en mejoras sociales constantes y te explican que pagarán lo que sea con tal de que la miseria no castigue a nadie por la desigualdad y la deshumanización, saben que la miseria no solo es cosa de dinero, también ataca a la inteligencia social organizativa y al nivel de vida de los pueblos. Y ese razonamiento lo entienden los alemanes mayoritariamente ya en la práctica desde la escuela primaria, no por las palabras que les dicen, sino sobre todo por las conductas que ven a su alrededor. Alemania ha aprendido, como Guttemberg, a imprimir en el folio posible de la realidad sus mejores intenciones y tendencias, eso no significa que sea perfecta ni que no se equivoque, pero sí significa, que cuando se equivoca lo reconoce y lo rectifica, por su propio bien, y eso es mucho más valioso que presumir de no equivocarse nunca y hacer de ello un falso  modo de vida tan different, que nos lleva a un infantilismo patético y terrible en sus consecuencias. Es aberrante ser tan inmaduros sociales a semejantes edades históricas y con lo que llevamos arrastrando como experiencia. Que los políticos decentes y lúcidos gobiernen desde la inteligencia emocional del sentimiento humanitario debe ser lo más lógico y no la excepción. 

Tal vez habría que recuperar la Filosofía y la Ética desde la escuela y la familia, dejar que la Ética a Eudemo y a Nicómaco de Aristóteles, La República de Platón, la Razón Práctica de Kant o la Fenomenología del espíritu de Hegel, el Das Kapital de Marx y los Evangelios ('buenas noticias', en griego) de Jesús, nos vayan aclarando conceptos y explicando vínculos que están aun por construir, especialmente en España, que es lo que tenemos más cerca y podemos asear con más facilidad, quizás con menos series, menos griterío tóxico y marujo, mejores sentimientos (no confundirlos con la emoción que tanto nos pone)  y más prospección compartida de las honduras que importan, hasta conseguir que lo de Merkel pueda suceder entre nosotros con toda normalidad sin que nadie se escandalice ni lo juzgue en manada. Sin que nadie lo admire como rareza, sino que sea nuestra conducta social y personal ese imperativo categórico humanizador a tope, una bienaventuranza sanísima y necesaria que se respira y se contagia por sí misma, con el ejemplo, sencillamente. La pedagogía práctica del amor responsable es fundamental.

Postdata: Un último detalle que a lo mejor da pistas para entender: Merkel renunció a vivir en la casa oficial de los cancilleres. Sigue viviendo en el mismo apartamento en que vivía antes de ser cancillera; o sea, que sube y baja las escaleras, se encuentra con los vecinos, va a la compra cuando tiene un ratico, su marido se encarga de lavar la ropa y de no poner la lavadora por la noche para no molestar, que allí la gente a las diez de la noche ya está sopa, y en la mayoría de los bloques de viviendas las lavadoras y secadoras se comparten en el sótano. O sea que en vez de diez lavadoras, por ejemplo, en una casa de cinco pisos, se apañan con tres para todos, sin problemas, que todo es organizarse colectivamente la mar de bien. 

En fin...que lo de Merkel, lejos de ser excepcional es la consecuencia natural de la misma evolución, que también afecta al disfrute de la libertad de elegir. Allí también se puede elegir ser un hijo de puta, of course, pero es que por lo general y más allá de la enfermedad psíquica, la hijoputez porque sí y el ir de listos subjetivos siendo imbéciles objetivamente no motiva al personal, se diría que más bien les repugna, les indigna y les disgusta, y ser pillados en semejantes bajuras les avergonzaría hasta dejarles K.O. para siempre,ellos mismos nunca se lo perdonarían a sí mismos. Lo pasan mucho mejor disfrutando de estar socialmente lo más sanos posible, y siendo normales de verdad, no entrecomillados como andábamos antes del bofetón Covid-19 en  una civilización tan "perfecta" y a la que salta, que no cae en la cuenta de la que está liando hasta que cae del guindo con su propio salto y sin que nadie la empuje, por méritos propios, mediante la inercia del pastón enloquecido y sus emanaciones inseparables, terminator  fashion. Ains!

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