El debate de investidura y las mujeres
Resulta ridículo y a la vez triste y desesperanzador observar que hoy siguen repitiéndose por los dirigentes de los partidos de derecha las mismas acusaciones y amenazas bíblicas con que nos obsequió Primo de Rivera en los tiempos trágicos de 1936 y que repitió Calvo Sotelo en su mandato desde 1981, cuando se creía haber llegado a un entendimiento benéfico entre la izquierda y la derecha en la famosa idílica Transición. Para la caverna que representan esas formaciones de la más arriscada reacción, instalados en las amenazas e insultos que llevan repitiendo un siglo, todo lo que no sea que gobiernen ellos es un contradiós, teniendo en cuenta que Dios siempre está con ellos.
La batalla de acusaciones y defensas entre la derecha y la izquierda sobre esos temas trascendentales ha consumido todo el tiempo de los debates y no ha quedado ni un minuto para concretar qué medidas va a implantar este novedoso y flamante gobierno de izquierda que beneficien en alguna medida a las mujeres. Las declaraciones de intenciones, con una palabrería que engaña, que contiene el pacto de gobierno entre las dos formaciones no significan más que un panfleto electoral. Ninguna reforma concreta de la Ley Integral de Violencia de Género, en el día precisamente que una muchacha de 28 años y su hija de tres fueron asesinadas por el marido y padre, inaugurando la cuenta siniestra anual de feminicidios, y según el Ministerio del Interior con solo una víctima, ya que la niña no entra en la categoría de género que es la única que está amparada por la ley.
Los temas de la prostitución, los vientres de alquiler, la pornografía, la ley trans, que hunden a una importante cantidad de mujeres en la esclavitud y el comercio mercenario, la imagen femenina como la de cuerpo secuestrado y maltratado, y la invisibilización de la mujer como sujeto con corporeidad y protagonismo en la lucha, quedan en la marginalidad para los señoras y las señoras que se disputan el mando de nuestro país.
Esto puede suceder porque el Movimiento Feminista, que tanto presume de fortaleza, unidad y extensión, en realidad es irrelevante para condicionar la agenda de gobierno. Las participantes en él al no involucrarse en las contiendas políticas, porque así permanecen “puras” e “incontaminadas” de la maldad de la política; al estar multidivididas en miríadas de asociaciones minúsculas que se dedican a reivindicaciones inmediatas y domésticas, sin más horizonte, y al utilizar hipocresías y conspiraciones de poca monta, ya que una buena parte de ellas pertenecen a partidos políticos pero fingen que no, quedan al margen de la gran guerra patria que es quien gobierna en nuestro país.
Resulta sorprendente que incluso aquellas asociaciones y plataformas que trabajan por la abolición de la prostitución no hayan comentado nada del pacto de gobierno del PSOE con Unidas Podemos en el que no consta este propósito. El MF tampoco se pronuncia acerca de los temas ausentes de ese pacto, o que están redactados, dolosamente, de forma ambigua, incluso con datos erróneos, como los vientres de alquiler, la pornografía, la violencia machista y la ley trans.
El apartado de de dicho documento denominado feminismo- cuando la calificación debería ser asuntos sociales de la mujer- se ha escrito para contentar a sus militantes y votantes, que a su vez son enormemente indulgentes con las promesas de sus dirigentes políticos. El entusiasmo que muestran sus adeptas y muchas otras más que aunque alejadas de su círculo de influencia se sienten emocionadas ante la perspectiva de tener, al fin, un gobierno de izquierda, me temo que se verá enfriado prontamente.
Nada en la trayectoria de las formaciones políticas que integran el variado mapa de Podemos augura que se vaya a legislar para resolver los grandes problemas que arrastran las mujeres españolas desde hace siglos, con el añadido de los nuevos inventos del Patriarcado, que hoy le permiten los avances técnicos, y que pretenden manipular, mercantilizar e invisibilizar a las mujeres, para matar el protagonismo que han logrado.
Hay que realizar un análisis detallado de lo que significa el redactado literal del pacto de gobierno y lo que se puede esperar de su cumplimiento, para no vivir en la ensoñación que el éxito de la investidura nos ha provocado.
Que además, el escasísimo margen que ha dado la victoria a Pedro Sánchez es un peligro continuo de bloquear las medidas que intenten adoptar las formaciones políticas de la coalición de gobierno es un hecho ante el que no vale cerrar los ojos. Esos diputados y diputadas de la miríada de pequeños partidos que han sido imprescindibles para ganar la mayoría, y que han votado unos para obtener las ventajas que solicitaban y otras para desahogar su mal humor, con la inestabilidad de los independentistas siempre chantajeando al resto de la ciudadanía española, no dan ninguna seguridad de que comenzada la legislatura se puedan aprobar los presupuestos que se proponen Unidas Podemos y el PSOE. Y sin ellos, ni las pomposas promesas electorales que han hecho ambas formaciones ni las tímidas medidas del pacto de gobierno se harán realidad. Y de esas dificultades las principales perdedoras serán las mujeres.
Y no hago esta predicción como ave de mal agüero deseando que se cumpla, por aquella maldición de que cuanto peor mejor, porque nunca he defendido semejante estrategia. Me adelanto a temer los problemas que se nos avecinan para que el MF no se instale en la auto complacencia, como hizo durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, y cuando nos despertemos no sólo no hayamos rebajado un ápice el siniestro ranking de las asesinadas por violencia machista sino que ya ni existan las mujeres, chupadas, como por un agujero negro, en el exterminador lenguaje posmoderno que nos llama progenitores gestantes.
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