martes, 28 de enero de 2020

La voz de Iñaki




Paradójicamente es el atropello cometido por la "justicia" ppeppera, que se ha pasado cien pueblos con el caso de los presos políticos, lo que también une a Catalunya con la conciencia de la España más civilizada, más justa y equilibrada, así que, el independentismo no tiene demasiado futuro, se diría que su glamour tiene los días contados, el tiempo, los acontecimientos y la propia actitud de los capitostes indepen porque sí, lo están dejando clarísimo. Torra es un activista dogmático enfebrecido, pero no un President de verdad, solo de trámite nominal y de rebote: las urnas no le han elegido, le ha nombrado a dedo un fugitivo de la justicia que no tuvo la honradez de quedarse a dar la cara con sus compañeros de acción, semejante curriculum no le puede dar a Torra el caché ni la legitimidad que necesita y menos aun el sentido común que le falta. Un activista de tal calibre como siervo fiel de una fijación, no puede ni debe ser President en un territorio plural, como lo es cualquier territorio que no sea una dictadura. Si el independentismo se manipula como ha pasado en Catalunya, significa destrucción de la propia democracia, -dos millones de personas no pueden mangonear imponiendo independencia a cinco millones que no la desean, y para más inri desencadenar un enfrentamiento de los pueblos, una parálisis política y social, pérdida del estado de bienestar y del oremus, está claro que el independentismo ha fabricado su propia tumba como opción seria y deseable y deja al descubierto la intencionalidad de sus impulsores: usar el sentimiento de pertenencia y las emociones territoriales para encubrir sus manejos financieros y sus cuentas pendientes con la Justicia, la de verdad, no la del pp, que está en una situación muy similar a la de los corruptos de la antigua Convergencia, luego PdCAT y luego JXSi...O sea, el Sí a ellos, a sus tramas y enredos, no al bien común, si no al suyo. Un programa muy miserable para una inteligencia como la de Catalunya. Tarde o temprano tenía que pasar. 
Está claro que hemos entrado en la Era de dar la vuelta a los entuertos sin contemplaciones, a que los gazapos no se puedan ocultar eternamente, a que los pueblos y ciudadanías tengan acceso a la información directa y puedan ver qué pasa en los parlamentos, en los partidos y en los juzgados, y saquen sus consecuencias y luego voten, visto lo visto. 
También es evidente que la política ya no puede ser el refugio de los enredos, entre inútiles y corruptos,como lo ha sido durante cientos de años. La derecha española se ha podrido enterita y ya no puede ocultarlo por más berridos que suelte. Los extremismos no tienen futuro alguno en un mundo donde cada vez es más urgente el diálogo y el consenso decente para sobrevivir. La independencia es ante todo la libertad, la dignidad, y el cumplimiento de los derechos que lleva emparajado el de los deberes. El bien común implica el compromiso de los seres libres, responsables y éticos. No hay otra salida del laberinto infernal en que se ha convertido la globalización del egoísmo y la estupidez, que acaba por segregar en trozos a la comunidad humana, confundiendo lo esencial de nuestra humanidad con lo caprichoso de nuestras manías y fijaciones, como lo son "la patria", el poder, el tener y el controlar. La patria auténtica e inevitable de todos es la Humanidad y su geografía el Planeta Tierra. No comprender esa evidencia y empeñarse en hacer el Brexit for ever para no compartir lo que ya viene compartido de casa, es darse cabezazos contra la pared de la realidad, confundiendo  el todo con las partes y bajando las persianas al mediodía para encender la luz artificial porque no se quiera admitir que hay luz natural ...y gratis. Sobre todo si se poseen acciones de las eléctricas...Tarde o temprano, la verdad nos hace libres, siempre que lo deseemos, claro.

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