La homeopatía en la prevención de las fracturas por estrés
Última modificación: 10-01-2020
El estrés es uno de los factores
modificables de muchas patologías como por ejemplo las de origen
cardiovascular. Hoy día podríamos decir que uno de los problemas de la sociedad
es precisamente el estrés. En este caso, el estrés además lo sufre
directamente el hueso. La fractura por estrés es precisamente eso, una
fractura ósea, cuyo origen o condición es que el hueso esté sometido a un gran
esfuerzo en repetidas ocasiones (estrés óseo). Esta fractura puede darse en
una actividad deportiva o en una actividad de la vida cotidiana. Siendo
especialmente puristas en la definición, habría que partir de un hueso
estructuralmente sano y que sufre unas cargas repetidas por debajo del umbral
de fractura.
Es cierto que este tipo de fractura suele ser más frecuente en un perfil definido de deportista, que suele ser una persona generalmente varón con un nivel de motivación importante y que mantiene el nivel de entrenamiento a pesar del dolor. Y este es el primer error y que habitualmente nos encontramos en consulta tanto fisioterapeutas, como médicos. Muchos deportistas populares no tienen conciencia de la prevención y no consideran necesario acudir al fisioterapeuta de forma preventiva para realizar sesiones de descarga y acuden cuando el dolor ya les imposibilita la práctica deportiva e incluso la actividad profesional.
No obstante, hay publicaciones que determinan que proporcionalmente hay una mayor frecuencia en mujeres deportistas, pero en este caso suele coincidir con otras situaciones como desequilibrios alimentarios, alteraciones de la regla y hormonales, disminución de la densidad mineral ósea. Las series de las fracturas de estrés son más frecuentes en miembros inferiores, incluso algunos autores como Matheson que recoge un estudio de 320 atletas (145 varones y 175 mujeres), no se dieron fracturas por estrés del miembro superior.
Con respecto a las fracturas de estrés del miembro inferior en esta serie se daba una prevalencia del 49% en tibia, 25% en tarso, 9% en el antepié y el 7% en el fémur. Me llama la atención que describe una situación de bilateralidad del 16,6%. Otras series como la de Bennell con 111 atletas arrojan unos datos similares y refieren una mayor incidencia en deportistas varones, esprinters, saltadores, y corredores de media distancia o vallas. Por el contrario, en deportistas de larga distancia, es la mujer la que presenta más fracturas por estrés.
No hay muchos datos sobre estudios prospectivos que pudieran determinar factores de riesgo y así poder actuar preventivamente. Se han estudiado muchas variables (edad, índice de masa corporal, somatotipo de Heath-Carter, rotación de la cadera, torsión tibial, densidad ósea, tabaquismo…) según algunos autores sólo el grosor de la tibia y la rotación externa de la cadera. Bennell en su estudio no encontró ningún factor de riesgo en varones, pero en mujeres pudo concluir como factores de riesgo una menor densidad ósea, antecedentes de menstruación irregular, disminución de la masa muscular del miembro inferior, y una dieta baja en grasa.
Pero el deportista popular es un espécimen un poco peculiar y a pesar del dolor no deja de entrenar, igual baja un poco el ritmo, pero sigue entrenando en búsqueda de batir su marca personal, o de terminar la maratón antes que su compañero de trabajo o del vecino o mejor que su cuñado. Claro, son retos que uno no puede dejar pasar y piensa que dejar de entrenar o cambiar su entrenamiento puede hacerle “perder” pero no es consciente que lo que pude significar es que en unas semanas “pierda” toda la temporada e incluso la salud.
En este momento el deportista popular, intenta adoptar medidas que son insuficientes, empieza a estirar más, a hacer baños de contraste (agua fría, agua caliente) se pone cremas dándose un pequeño masaje e incluso toma algún medicamento o suplemento que le ha dicho alguien que seguro que le ayuda. El dolor empieza a afectar a su entrenamiento e incluso finalmente a su actividad laboral diaria.
En segundo lugar, el trabajo de fisioterapia es fundamental. Conseguir relajar toda la musculatura periférica es fundamental, pues suele estar sobrecargada. A la par habrá que realizar una valoración de miembros inferiores (pisada, rotación de cadera, torsión de tibia,…) y poner solución (plantillas, trabajos de fuerza para compensar muscularmente,…), por lo que un estudio biomecánico de la pisada por un buen podólogo es fundamental.
En tercer lugar, será preciso reevaluar el plan de entrenamiento, desde el número de horas de entrenamiento, hasta el lugar por el que se entrena (asfalto, tierra, cinta de correr,…) y readaptar el entrenamiento. Como he dicho, incluso si hay dolor es conveniente cambiar la actividad deportiva por otro que no incluya impacto y reducir los días semanales de entrenamiento.
Sólo en contadas ocasiones, suele darse en profesionales, es preciso la inmovilización de la pierna afectada con una férula de escayola.
Como suplementos nos pueden ayudar el Magnesio y el Silicio.
Como resumen y conclusión del post, la fractura por estrés es una lesión que inicialmente puede ser infravalorado por el deportista y por ello puede llegar a consecuencias que le impidan realizar ejercicio durante meses, e incluso que precise de una intervención quirúrgica. Una acción precoz con un tratamiento integrativo y con distintos profesionales (médico, fisioterapeuta y podólogo) con medicamentos específicos como los medicamentos homeopáticos señalados anteriormente, puede hacer que el deportista mantenga un nivel aceptable de entrenamiento y así conservar su estado de forma y que la lesión no evolucione a consecuencias mayores.
Es cierto que este tipo de fractura suele ser más frecuente en un perfil definido de deportista, que suele ser una persona generalmente varón con un nivel de motivación importante y que mantiene el nivel de entrenamiento a pesar del dolor. Y este es el primer error y que habitualmente nos encontramos en consulta tanto fisioterapeutas, como médicos. Muchos deportistas populares no tienen conciencia de la prevención y no consideran necesario acudir al fisioterapeuta de forma preventiva para realizar sesiones de descarga y acuden cuando el dolor ya les imposibilita la práctica deportiva e incluso la actividad profesional.
No obstante, hay publicaciones que determinan que proporcionalmente hay una mayor frecuencia en mujeres deportistas, pero en este caso suele coincidir con otras situaciones como desequilibrios alimentarios, alteraciones de la regla y hormonales, disminución de la densidad mineral ósea. Las series de las fracturas de estrés son más frecuentes en miembros inferiores, incluso algunos autores como Matheson que recoge un estudio de 320 atletas (145 varones y 175 mujeres), no se dieron fracturas por estrés del miembro superior.
Con respecto a las fracturas de estrés del miembro inferior en esta serie se daba una prevalencia del 49% en tibia, 25% en tarso, 9% en el antepié y el 7% en el fémur. Me llama la atención que describe una situación de bilateralidad del 16,6%. Otras series como la de Bennell con 111 atletas arrojan unos datos similares y refieren una mayor incidencia en deportistas varones, esprinters, saltadores, y corredores de media distancia o vallas. Por el contrario, en deportistas de larga distancia, es la mujer la que presenta más fracturas por estrés.
No hay muchos datos sobre estudios prospectivos que pudieran determinar factores de riesgo y así poder actuar preventivamente. Se han estudiado muchas variables (edad, índice de masa corporal, somatotipo de Heath-Carter, rotación de la cadera, torsión tibial, densidad ósea, tabaquismo…) según algunos autores sólo el grosor de la tibia y la rotación externa de la cadera. Bennell en su estudio no encontró ningún factor de riesgo en varones, pero en mujeres pudo concluir como factores de riesgo una menor densidad ósea, antecedentes de menstruación irregular, disminución de la masa muscular del miembro inferior, y una dieta baja en grasa.
¿Cuáles son los signos de alarma?
Lo que recogemos en las consultas cuando un paciente ha sufrido una fractura por estrés es una historia común. Primero suele aparecer una molestia que en fases muy iniciales suele ser intermitente, es decir, que se presenta dolor en el entrenamiento o tras el entrenamiento y tras 24-48 horas suele desaparecer. Poco después, si no se toman medidas (descanso deportivo el tiempo que sea necesario o cambio de actividad, fisioterapia, homeopatía,…) en un momento dado, la molestia pasa a ser dolor y un dolor más o menos continuo, que no cede tras un descanso mínimo (24-48 horas) que igualmente se presenta durante la actividad diaria o laboral.Pero el deportista popular es un espécimen un poco peculiar y a pesar del dolor no deja de entrenar, igual baja un poco el ritmo, pero sigue entrenando en búsqueda de batir su marca personal, o de terminar la maratón antes que su compañero de trabajo o del vecino o mejor que su cuñado. Claro, son retos que uno no puede dejar pasar y piensa que dejar de entrenar o cambiar su entrenamiento puede hacerle “perder” pero no es consciente que lo que pude significar es que en unas semanas “pierda” toda la temporada e incluso la salud.
En este momento el deportista popular, intenta adoptar medidas que son insuficientes, empieza a estirar más, a hacer baños de contraste (agua fría, agua caliente) se pone cremas dándose un pequeño masaje e incluso toma algún medicamento o suplemento que le ha dicho alguien que seguro que le ayuda. El dolor empieza a afectar a su entrenamiento e incluso finalmente a su actividad laboral diaria.
¿Es posible prevenir una fractura por estrés?
La clave será eliminar los factores desencadenantes del proceso y que ya hemos nombrado los más relevantes. De forma inicial se recomienda el cese de la actividad deportiva (es lo que pone en los libros) pero en mi experiencia lo que recomiendo es el cambio de actividad deportiva. Es decir, pensemos que un corredor presenta dolor en la tibia, cerca de la rodilla y sospechamos que el dolor pudiera desencadenar en una fractura por estrés y lo hemos corroborado con alguna prueba por imagen (TAC, RNM, Gammagrafía,…). Al corredor le va a generar cierta ansiedad no poder correr o hacer alguna otra actividad deportiva. Pues en este caso, recomiendo que realice natación (así mantenemos la actividad cardiovascular), que haga ejercicios de fuerza de tren superior y algunos de tren inferior, incluso trabajo muscular con electroestimulación, además del trabajo de core. Así mantendremos un mínimo de forma físico.En segundo lugar, el trabajo de fisioterapia es fundamental. Conseguir relajar toda la musculatura periférica es fundamental, pues suele estar sobrecargada. A la par habrá que realizar una valoración de miembros inferiores (pisada, rotación de cadera, torsión de tibia,…) y poner solución (plantillas, trabajos de fuerza para compensar muscularmente,…), por lo que un estudio biomecánico de la pisada por un buen podólogo es fundamental.
En tercer lugar, será preciso reevaluar el plan de entrenamiento, desde el número de horas de entrenamiento, hasta el lugar por el que se entrena (asfalto, tierra, cinta de correr,…) y readaptar el entrenamiento. Como he dicho, incluso si hay dolor es conveniente cambiar la actividad deportiva por otro que no incluya impacto y reducir los días semanales de entrenamiento.
Sólo en contadas ocasiones, suele darse en profesionales, es preciso la inmovilización de la pierna afectada con una férula de escayola.
Como suplementos nos pueden ayudar el Magnesio y el Silicio.
¿Cómo puede ayudarnos la homeopatía en una fractura de estrés?
La homeopatía la podremos usar en las dos fases, como prevención inicialmente o como tratamiento. Todo dependerá del momento que acuda el paciente a nuestra consulta. Independientemente de ello, coincidirán algunos de los medicamentos homeopáticos en prevención y tratamiento.- Arnica Montana: como sabéis es el medicamento homeopático por excelencia en las contusiones, en los traumatismos y en la génesis de la fractura por estrés existen unas cargas óseas excesivas que se traducen en microtraumatismos repetidos. En la primera semana recomiendo 4 tomas al día y en principio si la evolución es satisfactoria, cada semana disminuyo una toma. Incluso en el primer día suelo hacer un tratamiento intensivo de la toma de varios gránulos durante un par de horas.
- Symphytum: es un medicamento homeopático que tiene una preferencia anatómica a nivel óseo. Siempre que se dé una fractura, contusión ósea, periostitis, será un medicamento a considerar su utilización, tendremos muy buenos resultados. Partiendo que antes de presentar la fractura por estrés existen microfracturas internas que se producen como consecuencia de los microtraumatismos, Symphytum es un medicamento homeopático básico.
- Calcarea phosphorica es otro medicamento de elección en esta situación de fracturas. Este medicamento homeopático ayuda a la formación de tejido óseo y a la reparación de las fracturas, indistintamente del origen, es decir, independientemente si es por estrés o por traumatismo directo. Con Symphytum hacen una dupla perfecta en el tratamiento de fracturas.
- Otros medicamentos homeopáticos: De forma inicial a la fractura podemos dar Apis Mellifica, puesto que existirá un edema periférico importante. Silicea es otro medicamento importante para prevenir el retraso de consolidación de la fractura. Silicea se complementa muy bien en las fracturas con Calcarea Phosphorica.
Como resumen y conclusión del post, la fractura por estrés es una lesión que inicialmente puede ser infravalorado por el deportista y por ello puede llegar a consecuencias que le impidan realizar ejercicio durante meses, e incluso que precise de una intervención quirúrgica. Una acción precoz con un tratamiento integrativo y con distintos profesionales (médico, fisioterapeuta y podólogo) con medicamentos específicos como los medicamentos homeopáticos señalados anteriormente, puede hacer que el deportista mantenga un nivel aceptable de entrenamiento y así conservar su estado de forma y que la lesión no evolucione a consecuencias mayores.
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