Que vuelva Bertín Osborne
A Rajoy no le pudo el exceso de confianza, le pudo la soberbia
Mariano Rajoy ha desatendido su propio código
mariano y ha cometido el mismo error que suelen perpetrar sus propios
rivales y del que tanta ventaja ha sabido sacar a lo largo de los
últimos treinta años: ha subestimado a su rival e infravalorado sus
capacidades. A Rajoy no le pudo el exceso de confianza, le pudo la
soberbia. El mismo pecado capital que cometieron Esperanza Aguirre,
Aznar o Rato o Pedro J. Ramírez y que precisamente acabó sirviéndole
como su arma más secreta para derrotarlos contra todo pronóstico.
Mariano Rajoy se ha acostumbrado tanto a no hacer campaña, a rehuir la
política y a acudir exclusivamente a ambientes 'mariano friendly', que
se le ha olvidado cómo gestionar que le lleven la contraria. Ya solo le
aguanta un debate a su hijo Juanito, el de la colleja. Ha perdido forma y
vigor dialéctico y se le ha notado demasiado.
Pedro Sánchez ha superado ampliamente las expectativas
de quienes se sentaron a ver la contienda percibiéndolo como el
candidato que iba a la baja en las encuestas y estaba más a tiro de los
emergentes. Rajoy ha decepcionado de largo las expectativas de quienes
encendieron el televisor dando por hecho que se iba a pasear ante un
rival a quién había logrado distanciar tras una semana de campaña
haciéndose selfies y tomando paella.
El rol de
comentaristas tan incomprensible como voluntariamente asumido por Albert
Rivera y Pablo Iglesias ha ampliado la onda expansiva de un debate tan
duro como inesperado en el lado del bipartidismo. Si todo resulta tan
viejuno y tan antiguo, resulta cuanto menos desconcertante tanto
intereses por parte de la nueva política en contraprogramar el funeral
de esa vieja política tan mala que ni nos la merecemos y tan del pasado
que ya está muerta.
Si todo resulta tan viejuno y tan antiguo, resulta cuanto menos desconcertante tanto interés por parte de la nueva política en contraprogramar
Sánchez logró sacar a Rajoy de sus casillas y de su zona
de confort cuando parecía que nada, ni nadie, podría alterar la
estrategia de no campaña del marianismo. Casi nadie se lo esperaba pero
el candidato Rajoy ha perdido la iniciativa y el control de los tiempos
si sus competidores saben aprovechar la ventaja.
En
el Partido Popular lo saben y el empeño de la prensa marianista en
contener daños reduciendo todo a una cuestión de honra y honor lo
prueba. Por eso Rajoy ha intentado volver a la normalidad lo antes
posible con otro selfie de cañas y tapeo mientras la vicepresidenta
Maravilla salía a poner a Sánchez en su sitio llamándole macarra; que
para eso está, para hacer el trabajo sucio cuando el jefe no está de
humor.
Si los estrategas populares pudieran,
volverían a llamar a Bertín Osborne para que mantuvieran una de esas
charlas distendidas mientras fríen un huevo, o toman un coñac o ven un
partido del Madrid y hablan sobre las cosas importantes de la vida.
-Y no te lo pierdas Bertín, ya hay AVE a León.
-¿AVE a León? ¿pero qué me dices, presidente? Joder, joder, joder.
Eso sí que es política de altura y liderazgo con clase. Nada de peleas
en el barro, tan impropias de caballeros decentes y con más de treinta
años de servicio de cargo público en cargo público.
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