miércoles, 9 de diciembre de 2015

La voz de Iñaki


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Aún hay mucho partido

EL PAÍS  

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Ya les gustaría a los interesados que todo estuviese ya decidido y cada pieza en su sitio y cada oveja con su pareja. Por fortuna de eso nada. Ya lo creo que hay mucho por delante y que hasta el último instante nada estará decidido. El cambio es tan necesario y urgente que la intención de voto es altísima. Prácticamente una emergencia teniendo por delante la papeleta de más recortes pendientes y la amenaza de los diagnósticos de la Troika. La indecisión de los dudosos está en vilo más que nunca. Buena señal por el lado de la participación y peliagudo trance para los candidatos y sus partidos, que están de los nervios con el montacargas sube y baja de las previsiones. 
Que la izquierda es la solución menos peligrosa es ya una evidencia confirmada por los cuatro años de suplicio y mentiras que nos han ocultado la gravedad del rescate que la UE nos ha obligado a asumir. Que la derecha sería el replay de lo de esos cuatro años de marras, es ya una certeza incuestionable. No se pueden esperar peras de un olmo ni justicia social por encima de los pagarés, por parte de una derecha, de lo más retorcido y sádico. Tampoco es una posibilidad fácil de realizar, que esa izquierda se empeñe y consiga una unidad, porque los egos ideo-ilógicos, hasta ahora, le han podido tanto, como para que C's haya terminado co-gobernando en Andalucía con el Psoe, como pasó con IU en Extremadura en donde prefirió apoyar al pp , sólo para que otra sección de la izquierda, el Psoe, no gobernase. Lo lógicamente 'ideológico', sería que IU, Psoe, los partidos de izquierda autonómicos y Podemos, ante una situación de máximo riesgo, confluyesen naturalmente, con lo que ni pp ni C's tendrían las más mínimas posibilidades de nada. Pero, por desgracia, no es el caso. Los egos varios. Los piques y envidias. La soberbia. El orgullo de las siglas y banderolas. La vanidad. Una especie de raro instinto hegemónico-suicida. Y una cretinez prepotente total y sin remedio, parece haberse apoderado de las mentes y voluntades y haber borrado sin contemplaciones cualquier atisbo de lucidez medianamente posible. Es simplemente ese factor el causante fundamental de que aún la derecha silvestre tenga en este país tantas posibilidades, con lo que esa oligarquía lleva de abusos y barbaridades en la mochila de la historia y siendo los españoles, demoscópicamente, una mayoría de izquierda moderada. Era patético comprobar, en el debate a cuatro del lunes pasado, la similitud de los mensajes del Psoe y de Podemos, y la agresividad incomprensible y absurda de Iglesias contra Sánchez; era un oxímoron. Hasta coincidían en lo de la OTAN...Mientras Sánchez afirmaba las propuestas ,muy razonables de su partido, Iglesias asentía con un gesto de aprobación, pero al pasar al discurso soltaba una perorata hostil contra el Psoe, que no casaba con lo que estaba pensando de verdad mientras escuchaba. Era bochornoso ver un juego amañado tan estúpido y tan claro, al servicio, no del bien de la ciudadanía, sino de la demoscopia "barrepadentro". El mensaje final de Iglesias, del "sí se puede" y del sonreír no se podía combinar con esa crispación divisoria y marginadora de todo lo bueno de los demás, pero que no es Podemos. Se vuela demasiado bajo éticamente, como para pretender conquistar los cielos con tanta hostilidad sin sentido ni fuste, sobre todo cuando un momento tan grave como éste requiere una gran generosidad por parte de todos y abandonar las posturas que rivalizan y dividen, cuando lo imprescindible es que la pluralidad sea capaz de asumir el bien común como imperativo categórico indiscutible por encima de miserias y cálculos ganadores. Esto no es una carrera de galgos o de caballos. Aquí y ahora nos jugamos el presente y el futuro y la clausura imprescindible del pasado, con su mentalidad de rivalidades y su pírrica cooperación marrullera de toma y daca, sin mirar el horizonte de la ética y de la responsabilidad del Estado como resultado de una ciudadanía despierta, sana y creadora de nuevos campos de acción y energía colectiva; quedándonos con lo aprendido y experimentado, tanto lo positivo como lo negativo. Y que tal estado de destrozo social no se repita nunca más.

 Quiero pensar que esta vez las cosas van a ser distintas y que, como les pasa a tantas mujeres maltratadas cuando no quieren admitir los malos tratos como un peligro mortal, hasta que comprenden donde están metidas, los españoles y españolas  por fin, aterricen más allá de los maruhendas,aznares, rajoys, sorayas y riveras, vean donde estamos y a lo que nos expondríamos con otra  mayoría del pp, apoyada por C's. A los que sólo separa la corrupción, al menos en apariencia y cháchara, pero une el mismo interés por una economía de desguace social y de penuria-ambiente. Donde la mugre va al spa, al centro embellecedor que la maquilla, le estira las arrugas, le tiñe las canas, le peina las greñas y la viste de Carolina Herrera o de Versace para que siga haciendo lo mismo, pero guapísima. A la última. Eso es lo que ha pasado en Madrid, por ejemplo, con ese tándem. Ha bastado que Cifuentes, el terror y la mater et magistra de las despiadadas agresiones policiales vía mordaza, entone un miserere oportunista afirmando que, milagrosamente, se ha convertido al credo anticorrupto y a la tolerancia democrática, después de una larga convivencia sin rechistar con el lumpen encenagado de su ppartido, para que rápidamente C's haya hecho la vista gorda y pase página tan campante, ante la corrupción más que evidente de todo el conjunto pperil. 

Espero que todo este mejunje no esté pasando desapercibido, y que la gente no sea tan idiota como la pintan las encuestas. No me lo creo. No es posible. Así que me resulta reconfortante pensar con bastantes posibilidades de que sea cierto, que aún quedan sorpresas buenas para el día 20 de Diciembre. Diría, atreviéndome a la esperanza, mucho más que a la ilusión, -cuyo poder embaucador evito al máximo-, que sí, que saldrán las cosas bastante mejor de lo que, ya escaldada y escarmentada tantas veces, esta ciudadanía ha soportado con un estoicismo y un pasmo sin precedentes en la historia contemporánea de Europa.

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