martes, 25 de noviembre de 2014

Ni un paso

Ni un paso

Por: | 25 de noviembre de 2014
Olive prostate 2014
La vorágine de lo que ocurre es tal que apenas somos capaces de analizarlo y de reflexionar. Pronto nos vemos conminados a tratar de asumir con serenidad, incluso lo que no hemos podido aún comprender. Sin embargo, mientras parecemos empeñados en que no se nos escape detalle alguno, solícitos de lo que se dice y se hace, es difícil sustraerse a una cierta impresión de que tanta atención nos tiene distraídos. El encuentro con quienes parecen menos pendientes con cada circunstancia, y resultan menos disipados y más centrados en lo que importa, nos lleva a considerar lo que puede llegar a significar la cada vez más contagiosa agitada quietud. Correteamos de aquí para allá, de esto a lo otro, de uno a otro suceso, lo que finalmente no hace sino confirmar el sentido concreto de nuestra parálisis.
Tanto ajetreo apenas nos daría para coleccionar un cúmulo de opiniones, y su reiteración ofrecería la impresión de componer un pensamiento propio, y quizás incluso una posición. Ya casi bastaría nutrirla, ratificarla, procurar que ninguna nueva experiencia la pusiera en evidencia. Y, en su caso, cualquier sinsentido ajeno corroboraría la veracidad de nuestro asentamiento. No pasaríamos de ser un depósito de opiniones, aireadas con novedades y afincadas con su mera repetición,
En última instancia, precisaríamos de vez en cuando amalgamar y adornar esa acumulación con el lazo de algún contraste. A ser posible, de nuevo, de opiniones, de aseveraciones, de puntos de vista, de actitudes, de cotas y de lomas. Ahora bien, lo efectuaríamos por el procedimiento de eludir una auténtica conversación en la que ponerlos en juego, en la que ponernos en acción. Nada de tratar atisbar lo que en realidad cabría pensar, reducidos a la simple ostentación de un denominador, que serviría precisamente para eso, para denominarnos. Casi bastaría con discutir, o con debatir, si es preciso airadamente y, eso sí, sin demasiadas consecuencias, salvo la de quedar más o menos bien, y sin otros cuestionamientos, excepción hecha, si fuera preciso, de mejorar las estrategias para lograrlo. Todo menos verse en la incómoda necesidad de pensar, no sea que implique otro hacer o hacer algo distinto o, simplemente, hacer.
Clear prostrate figure 2014
Cabe la posibilidad de confundir la fijación con la coherencia y la pasividad con la firmeza de la posición adoptada. De permitirnos algunos arranques, únicamente cabrían los orientados a un anclaje mayor del asentamiento. Las mejores fuerzas quedarían empeñadas en atornillar lo que ya creemos, sin replanteamientos, desde la suposición, no siempre explícita, de que no tiene por sí mismo la consistencia suficiente para afrontar un contratiempo o para hacer valer sus buenas razones.
Si incluso la quietud es una forma de movimiento, como Aristóteles explica, eso no significa la fijación en el reposo. Amparados en una mal entendida estabilidad, necesitaríamos considerar una vez más lo que Heráclito nos señala: “Cambiando descansa”, “cambiando se descansa”. Precisamente por ello, la fijación nos produce no solo una artrosis del pensar, sino asimismo un profundo cansancio.  
La astucia de la fijación consiste en procurar aparentes modificaciones para lograr de nuevo una postura cómoda. Casi sería suficiente con buscar otra colocación para, con pequeños ajustes, proseguir bien instalados y acomodados. No es el manido y tópico cambiar para que nada cambie, es sencillamente el no cambiar.
El asunto no resultaría especialmente preocupante, solo algo aburrido y desalentador, si conjuntamente fijados, aguardáramos a la par el advenimiento de las mejoras y de las novedades. Pero cabe considerar quién nos las procuraría. Y en caso de no buscarlas, ni de precisarlas, conviene no olvidar que hay quienes las necesitan, y con urgencia. Y precisamente por ello encuentran menos divertida la fijación.
Amber dreamer 2014
No es que la situación, ni siquiera la postura, sean cómodas, sino, por lo visto, tampoco es imprescindible la coherencia de propalar la necesidad del esfuerzo ajeno, mientras dormitamos lo que sucede. Todo menos afrontar la incertidumbre. Pero tampoco la fijación ofrece mayor seguridad. Al contrario.
Así recostados, todo atrevimiento sería precipitación. Para los amigos de la fijación, cualquier paso supondría en efecto aproximarse a diversos precipicios. Resulta sin embargo complicado caer si se yace en el suelo. Y el temor es ya de por sí un abismo. De ahí que la entereza y su hermana la integridad sean partidarias de dar el paso, de encaminarse, de proceder, de alzarse sobre la propia indiferencia y comodidad. Y no siempre ni solo exclusivamente por uno mismo. Ya Séneca nos recuerda que nadie es tan fuerte como para poder valerse sin necesidad de que alguien le impulse, como para desasirse por sí mismo del estado de stultitia en el que está: "es necesario que se le tienda la mano y se tire de él."
Nos necesitamos. También para no permanecer fijados en diversas modalidades, algunas bien sofisticadas, aunque otras bien rudimentarias, de dilación y de distracción. No precisan ni ser ceremonias. Encuentran en nuestra disposición y posición un buen aliado.
Ahora bien, no faltan quienes son un aliciente y un estímulo. Por su modo de afrontar las cuestiones, por su decisión y determinación y, fundamentalmente, porque al hacerlo tienen en cuenta a los demás. No carecen de consistencia, ni son amigos de aspavientos. Son partidarios de no dar un paso, amparados únicamente en su mero capricho o preferencia, singularmente cuando ello nos implica colectivamente. Conocen, en todo caso, que permanecer anclados en una situación, que procura afectados y tiene repercusiones poco presentables, es dar un paso por el procedimiento de no darlo. Entre otras razones porque el acontecimiento tiende a irrumpir y a proseguir. Y no efectuarlo es ya dar un paso atrás.
Blue dreamer 2014
(Imágenes: Cristales de Rick Beck. Olive prostrate, 2014; Clear prostrate figure, 2014; Amber dreamer, 2014; y Blue dreamer, 2014) 


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Este artículo es como un foco iluminando las inercias de cada día. Una sabia invitación al "panta rei" de Heráclito,a vivir conscientes, y lo más plenamente posible, en el fluir y procurando el confluir. Gracias, Ángel. Está claro que los nombres no son en vano. Y "angellós" en griego significa "mensajero". En este caso, desde el reino de la lucidez a su posible materialización en cada tramo del presente.

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