martes, 25 de noviembre de 2014

La voz de Iñaki

25 NOV 2014 - 09:37 CET
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Pedro Sánchez sube al ring

EL PAÍS 


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Personalmente, amigo Iñaki, preferiría que en vez de subir al ring, Pedro Sánchez bajase de él. Que la política dejase de ser un ring violento y torticero, donde todo  vale si concede el triunfo y el poder, para seguir haciendo lo mismo de siempre, en el que el interés está centrado en ganar peleas, pero no en construir realidades. No se puede trabajar por el bien común y estar enredados en combatir enemigos que deberían ser compañeros de viaje para que las cosas cambien de verdad. La competitividad es un contravalor neocapitalista y rancio que se nos ha quedado empotrado en la memoria de la especie y no nos deja evolucionar porque se considera un valor "ideológico" importante, imprescindible para triunfar en lo que sea. Pero no hay triunfo real cuando para "ganar" hay que aplastar a los contrincantes, perdiéndonos lo mejor de ellos. Ganar a zarpazos, a insultos, desprecios, descalificaciones, infundios y hasta calumnias si es preciso, no puede jamás conducirnos a algo que valga la pena. Es el método del pp. Y ya estamos comprobando donde desembocan sus métodos y sus modos de hacer y sobre todo, de deshacer. Así los gobiernos estupidizados por la ideología del poder como droga, dedican su tiempo de gestión a deshacer las políticas del gobierno anterior, sin considerar la utilidad ni la eficacia, sólo considerando y procurando que no quede piedra sobre piedra de los logros y aciertos de sus predecesores, para que sólo brille el ego colectivo en la actualidad, que dentro de poco será pasado remoto y modificable por los sucesores, que achacarán su fracaso rotundo a "la herencia recibida". Es un callejón sin salida en el que estamos atrapados y donde al final de cada legislatura, los medios y los mediatizados sufridores, nos vemos inundados de reclamos y controversias que siempre son las mismas, porque no existe aún la pluralidad como elemento de equilibrio. Todo es un búmerang de ida y vuelta, en eterno retorno que no avanza, una barrera que nunca desaparece, un puente que nunca se cruza, un abismo que nunca se puede superar. Y siempre nos deja al borde del miedo al cambio real. El cambio de conciencia para que pueda cambiar la política y la sociedad.

A Pedro Sánchez le faltan hervores. Unos cuantos. La juventud cronológica no es necesariamente juventud y frescura cognitiva, ni intelectiva, ni creativa. Puede quedarse en jovencismo elemental y pinturero, en impulso y ganas de hacer pero sin saber qué ni cómo, ni cuándo, ni dónde. Ni con quién. A Pedro Sánchez le falta un Fernández Tapias como asesor. O un Pepe Segovia, o un Ángel Gabilondo. Un Julio Anguita. Un Alberto Garzón también. O un Jordi Évole o una Ana Pastor, una Pepa Bueno, o un Iñaki, o sea, un tú mismo, o un portavoz  Luna. Escuchar experiencias y practicar reflexiones sobre la realidad aterrizada. A Pedro Sánchez también le falta barrio, le falta despojarse de la aureola, aterrizar, por lo menos una vez cada semana, en Entrevías, por ejemplo, o en El Cabanyal, en La Coma, o en La Mina, en el barrio del Cristo, pero no para dar un mitin, sino para pedir que se lo den a él. 
A Pedro Sánchez para ser fiable le hace falta demostrar que tiene disponible una profesión seria fuera de la política. Un curriculum y una biografía laboral consistente, al margen de la participación político-gestora. No una licenciatura sin referencias determinantes. Si al Psoe ya Roldán le vendió la cabra de su "carrera", debería ser muy exigente en que además de los títulos, los candidatos tengan una historia como trabajadores autosuficientes que no viven del partido. ¿A qué se dedicaba Pedro Sánchez antes de ser político "profesional", tiene un trabajo propio al que regresar si mañana las cosas en política se le tuercen o habrá que "colocarlo"? ¿Y Susana Díaz?

Mientras Pedro Sánchez se dedique, como hacía Carmen Alborch, a ponerse la peineta y a hacerse fotos en el escenario de los problemas pero metido en la burbuja de la candidatitis estructural, nunca estará preparado para nada serio de cara a un cambio verdadero, de paradigmas, de Estado, que es ahora mismo nuestra urgencia cada vez más aguda. Sus promesas y arrebatos del momento, se quedarán en pura circunstancia publicitaria. La mejor prueba de inteligencia que podría dar sería rodearse de sabios, leer "La República" de Platón, "La Ética a Nicómaco" de Aristóteles o la "Fundamentación de la metafísica de las costumbres"  de Kant, o "El elogio a la locura" de Erasmo de Rotterdam, "La utopía" de Tomás Moro. Repasar "El capital" de Marx. Los libros sobre economía de J. Luis Sampedro. "La nueva razón del mundo" de Laval  y Dardot. O incluso, "El príncipe" de Maquiavelo, para entender las trampas y lazos fatales del poder, y no para justificar sus tropelías. Aunque sin olvidar que la lectura de esos textos sin una buen master contundente de barrios en crisis sempiterna, y una conciencia humilde y vivamente despierta, carecen de valor práctico y formativo. Sólo se reducirían a información insustancial para pedantes. 

De momento Pedro Sánchez no ha dado paso alguno que indique motivos para mejores expectativas que las ya sobadas y, por desgracia, demostradamente  tan insuficientes como frustrantes. Ojalá el Psoe cambie, y no sólo de discurso.

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