domingo, 2 de noviembre de 2014

Anatomía de un debate indebatible

Anoche hice zaping. Lo confieso. Los sábados por la noche sólo el Comisario Montalbano pasado por la destreza narrativa de Camilleri consigue arrebatar mi interés televisivo. Prefiero la ficción inteligente a la realidad de los diálogos para besugos, que suelen acabar en monólogos para merluzos inter-enfurruñados y hostigadores enconados. Tras el espléndido recital policiaco ambientado en ese bellezón ancestral y mediterráneo que es la entrañable Sicilia entre las imaginarias Montelusa y Vigata, decidí darle a la minitecla del mando y volver a la cutrez de los corrillos y sus comadreos noticieros, donde la noticia se convierte en excusa para ponerse como un trapo mutuamente y a ser posible,  a voz en cuello y cajas destempladas. Debo decir a favor de La Sexta Noche, que desde que Alfonso Rojo emigró al ostracismo tertuliano, el corrillo ha ganado en inteligencia y modales, pero por lo demás la cosa no progresa, dado que los pilares del evento no cambian nunca y es un verdadero plastazo penitente andar jugando a  la Sibylla de Cumas sabiendo de antemano qué van a responder a Inés Sabanés o Pablo Iglesias, Errejón o Nativel Preciado y a Carmona, Maruhenda, Inda, cualquier Borjamari ad hoc o Arenales, y qué nos van a contar de "nuevo" Gay de Liébana o Cristina Almeida. Este estro premonitorio no es por clarividencia, obviamente, sino por pura oscuri-evidencia. Si siempre son los mismos, es evidente que mucha sorpresa no es posible. Al comprobar una vez más, que la cosa no tiene más expectativas, y harta de la semana corrupta, que ha sido como la fantástica del 'cortinglés', pero con más saña, decidí cambiar al nuevo debate de Telecinco, a ver qué tal. Ante el chaparrón de palabras,  me quedé sin ellas. Sin palabras.

Si lo de la Sexta es delirante lo de Telecinco fue fulminador. No sé si ése es el estilo del nuevo tiempo que se nos viene encima, según el título del programa, "Un tiempo nuevo". Espero que no.

El ritmo de las intervenciones era criminal y la pobre presentadora, Sandra Barneda, sudaba la gota gorda para hacerse con el personal, desde cuyos atriles o palos de gallinero o peanas de loros con logorrea, las aves del corral-corrillo piaban, graznaban y cacareaban a toda potencia sin darse un respiro, ni tener para nada en cuenta el agobio de la casi invisible -para ellos- moderadora intencional, porque de efectiva, ni jota. Las cotorras de los dos partidos plenipotenciarios estaban que se salían del cauce constantemente. Monedero intentó en varias ocasiones meter baza, pero  empeño imposible, Mónica Oltra que en el Parlamento Valenciano es imbatible con su discurso clarísimo, transparente y certero como flecha en pleno de diana, en ese contubernio del griterío y la repetición cansina de mismos mantras, no pudo decir casi nada. Lo mismo que Ignacio Escolar, el discreto, educado, valiente y siempre acertado director de eldiario.es. ¿Qué pasaba para que tal descontrol estuviese arruinando el nuevo formato de debate telecinqués? Creo que varias causas. La primera, es el perfil de la dos divas "bi" invitadas una junto a otra. Demasiado de uñas y peleonas para dialogar. Lo segundo, una periodista del Confidencial completamente desafortunada en sus modales y ademanes enfurecidos sin venir a cuento. Los periódicos deberían tener en cuenta que no es lo mismo escribir que hablar,  a la hora de enviar periodistas a los programas de debate. en radio o en tv. Y por supuesto otro fallo garrafal es cómo se gestiona en ese debate el turno de réplicas por alusiones. Es una barbaridad conceder constantemente la palabra a los aludidos sin dejar que quien está en uso de la palabra termine su discurso y el argumento de su intervención. Todo se queda a medias, todos se ponen histéricos, y se monta la de Sanquintín. ¿No sería lo más lógico que las alusiones se anotasen y se respondiesen cuando les toque el turno por solicitud y tiempos, a los aludidos? No tiene el menor sentido que haya contertulios que no puedan hablar prácticamente porque las alusiones constantes al personaje más conflictivo o con más argumentos puntuales, acaparen el tiempo e impidan que otros participantes menos ruidosos y más interesantes no puedan decir ni mú, porque no gritan ni son aludidos porque no hay motivos para criticar sus opiniones.

El papel de moderador no es fácil y no basta con ser amables y bien educados, que es fundamental, al mismo tiempo hay que tener muy clara la distribución de los turnos solicitados, el reparto de tiempos, la alternancia adecuada de los tertulianos, y organizar los turnos de réplica en bloque de varias respuestas consecutivas en el mismo turno, en vez de responder a cada alusión en un turno de respuesta, que hace el debate inviable, centrado la mayoría del tiempo en los mismos interlocutores y no deja espacio a nada más que a muy pocas preguntas y variedad de temas. Esa falta de moderación, nunca mejor dicho, deja los debates huérfanos de un eje que los oriente, los reconduzca cuando alguien se va de varas o abusa de los tiempos o pisa las intervenciones de los demás. Entonces pasa lo que pasó ayer, que se crispan todos y crece el nivel de griterío y agresividad en unos y el silencio y el desinterés en otros, que se sienten excluidos del debate y ninguneados por la falta de eje moderador.

Seguramente Sandra Barneda es buena haciendo otro tipo de entrevista, porque tampoco estuvo muy fina con el juez Gómez Bermúdez, preguntándole, después de haber explicado ĺas dificultades en que está la Justicia en estos momentos, si él piensa que España está pasando una mala racha...En fin, lugares comunes, desperdicio de ocasiones muy jugosas, despiste, falta de oficio y quizás demasiada confianza en la propia capacidad para improvisar. Lo cierto es que es inexplicable que teniendo profesionales de la categoría  y experiencia de Jordi González, Telecinco desaproveche su profesionalidad en programas como Hay una cosa que te quiero decir, mucho más adecuado para Barneda que un debate tan difícil de moderar como lo son los de contenido político, donde entran muchos ingredientes en el menú, que no todos los periodistas están capacitados para moderar y cocinar con tiento  y sabiduria.
Es cierto que Sandra es muy mona y mucho más vistosa que Jordi, pero a la hora de la verdad no le llega ni a la suela del zapato. Por eso el programa no tira y bajará la audiencia muchísimo. Sobre todo teniendo ya cubierto ese tiempo de esperpento sabatino con la Sexta Noche, que bate el récord en el morbo del griterío y la hostilidad verdulera y las tensiones neófitas del presentador, que tantas veces ha pasado y pasa las de Caín.

Se echan de menos los sábados programas como el legendario La Clave. Estudio 1, un lujo de teatro ex profeso para televisión. Aquellas inolvidables entrevistas maravillosas de Soler Serrano o de Iñaki Gabilondo. O simplemente un programa de variedades hecho con inteligencia y no con vulgaridad chismosa y ramplona, la fórmula clásica de entrevistas, música, humor, ilusionismo...O las entrevistas tremendas de Mercedes Milá, una pena verla envejecer en el Gran Hermano como una pasa fofa sin nada más que aportar. Se echa de menos hasta a Punset o a Jiménez del Oso. Una buena serie como Doctor House en horario sostenible o El Quijote. Fortunata y Jacinta o una reposición de El hombre y la tierra. Los gozos y la sombras. Teresa de Jesús. Verano azul. Turno de oficio. Periodistas. Yo que sé...anda que no hay material filmado, aunque sea para reponer y que no se nos hunda más la moral a base de águilas rojas y cuéntames.

 Cuando una se sienta ante la tele es cuando comprueba hasta donde hemos caído como sociedad y como expectativa de algo digno. Qué cutre y qué casposo es todo, pordiós! Y no es cuestión de dinero, recuerdo una tele superdigna cuando no había un duro y hasta se convivía con dictadura y censores. Pero había inteligencia de primera mano, sin sobar. Aún el Widows, el Mac, el Firefox, el wathssap  y  los selfies illuminati no pensaban por nosotros. Aún en  la noche de Todos los Santos nos encadilábamos con la versión anual y siempre distinta de Don Juan Tenorio y el verso maestro, épico y lírico de Zorrilla. Ahora lo más bonito que te encuentras es un cortejo de momias y zombies maquillados de pena, arrastrando los pies junto a vampiros aburridos y  almas  en paro del purgatorio que ya no existe, eructando por exceso de cerveza. El feísmo y su mentira blandiblú ha triunfado bajo el sobaco del brazo cretino de la grey, como un Torrente cualquiera.
Hubo un tiempo  en que los humanos llegamos a tener las neuronas en estado de merecer algo mejor que esto. ¿Qué habrá sido de ellos (los tiempos) y de ellas (las neuronas). Ains!


No hay comentarios: