Ofensiva empresarial
EL PAÍS
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Está
claro que la empresa neoliberal tiene unas miras tan cortas como los
gobiernos neoliberales que nos afligen. Son galletas de la misma harina y
ni una ni otros van a resolver el paro que es una enfermedad endémica
del capitalismo salvaje y su filosofía
destroyer, un efecto secundario y hasta "natural" en el proceso del
enriquecimiento de unos pocos a costa del hundimiento y la miseria de
muchos.
Está claro que el propio Planeta ya no aguanta este secular tira
y afloja entre barbarie y justicia distributiva bajo mínimos. Si no
cambia la visión de la realidad ni se detecta el fallo básico del
sistema carente de la ética más elemental, si no se integra lo que está
pasando ni se crean campos nuevos de iniciativas de decrecimiento para
reducir la ambición y la avidez, orientar el bienestar hacia
derroteros sostenibles y respetuosos con el hombre y el medio que le
sostiene, y que así crezca la conciencia social y planetaria, no se
saldrá nunca de este círculo vicioso. será el fin de la civilización(¡!)
Es
muy cutre que estos empresarios sólo sean capaces de inventar
chapuzas y no vean que están matando,con su ceguera y su ambición sin
límites, la gallina de los huevos de oro. La
riqueza verdadera es el ser humano, no el dinero, que sólo es una
herramienta de trueque, convertida por error en valor absoluto. El
trabajo usado
como señuelo y "bien social" -gestionado como se hace actualmente por
las empresas-piraña- no es sólo un derecho, en manos indecentes y
sin escrúpulos, es también una trampa plutócrata y una estrategia
humillante y repulsiva para manipular y someter a las masas, cuyas
necesidades van creando los mismos que las explotan. Por eso deberíamos
aprovechar esta crisis para desobedecer a lo Gandhi, e independizarnos
de la tiranía del dinero empleado contra la humanidad para someterla a
un orden(?) social pensado por los abusadores y violadores de los
derechos y de la dignidad del hombre y la mujer, con ánimo de lucro y al
precio de cometer delitos de lesa humanidad, sin sentido de culpa ni
escrúpulo alguno y para más inri, justificados y amparados por la propia
"legalidad" laboral. Un crimen sin condena posible, hasta según la
mentalidad de los propios perjudicados, incapaces de atar cabos entre
su resignación y hasta su satisfacción con una vida pésima, y la
precariedad de su estatus social de esclavos dependientes de los humores
y manejos de un mercado feroz. Monstruoso. Basado en la seducción
publicitaria de la mentira globalizada.
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