El pacto entre PP y PSOE mantendrá la opacidad en los viajes de los diputados
El pacto entre PP y PSOE para
regular los viajes de los diputados es una oportunidad perdida que
queda muy lejos de las mínimas exigencias democráticas. Para hacer esto,
mejor no hacer nada. Para pactar esto, mejor no pactar nada. De muy
poco sirve publicar cada tres meses el importe global que se ha gastado
en viajes el Congreso. No hay posibilidad de control ciudadano en ese
dato: no hay manera de saber con ese número si ese dinero ha estado bien
o mal empleado, si alguien ha abusado. Sin más detalles, es una cifra
tan inútil como ofrecer a los ciudadanos el gasto trimestral en grapas,
la temperatura media en el Parlamento o los metros de moqueta de sus
despachos. ¿Transparencia? Seguirá siendo un gasto tan transparente como
el fondo de un pantano.
Sí hay algunos cambios, pero
no son los necesarios. Los grupos parlamentarios tendrán que firmar una
autorización a sus diputados para todos los viajes que no tengan como
origen o destino su circunscripción electoral. Es un avance, pero es un
avance muy escaso. Serán las direcciones de los propios partidos quienes
‘controlarán’ a sus diputados, un mecanismo que no habría evitado el
abuso que ha motivado esta reforma, el caso Monago. El presidente
extremeño formaba parte de la dirección del grupo parlamentario del PP
en el Senado, así que se habría podido firmar a sí mismo la autorización
de sus viajes a Tenerife para visitar a su amiga. Y todo arreglado.
Conocer los viajes de los diputados en ningún caso afecta a su
intimidad. Son parlamentarios, no agentes secretos, y en todos los casos
en los que se desplazan por razones de trabajo –de verdadero trabajo
parlamentario– dejan rastro público de sus viajes en los medios; se
puede saber dónde están siguiendo su Twitter. Publicar sus agendas y sus
viajes no afectaría en nada ni a su autonomía política ni a su labor
parlamentaria, pero sí vacunaría contra los abusos. Y el argumento de la
intimidad –que es falso– no sirve como excusa para publicar el gasto
total por diputado sin detallar destinos, un dato que seguirá siendo
alto secreto de Estado.
El pacto entre PP y PSOE,
además, incluye una amnistía: no habrá investigación alguna sobre cómo
se ha gastado el dinero de los viajes hasta ahora. Los dos grandes
partidos –y también algunos más de los pequeños– no parecen interesados
en destapar esa cloaca, a pesar de que ya sabemos que se han producido
abusos y un diputado, el de Teruel, ha tenido que dimitir por ello. El
Congreso no aportará a los ciudadanos ni siquiera los detalles más
mínimos sobre este gasto que los ciudadanos pagan. En el futuro se sabrá
muy poco. Del pasado no sabremos absolutamente nada.
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