18 NOV 2014 - 08:56 CET
Más madera
EL PAÍS
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Una demostración más de la dependencia y sumisión entre el Poder Judicial y el poder Ejecutivo, que también domina numéricamente el Poder Legislativo y todos juntos doblando la bisagra ante el poder financiero que está achicharrando la economía, la política y la salud piscoemocional de los españoles, de paso. Bueno, es cosa de la ideología autómata, sociópata y cleptócrata, que unifica y domina mentes, voluntades y prebendas, en los miembros de los tres poderes o columnas del Estado. Así está el Estado, claro.
¿Qué es un asunto más obsceno:la postura de los catalanes que se quieren librar de esta escoria institucional o la postura de un Gobierno-Judicial-Legislativo-Ejecutivo tratando de eliminar el humo de su propio miedo, echando constantemente leña al fuego de su arrogancia papanatas para que el Estado se convierta en cenizas? Ahí dejo, con la reflexión de Iñaki, estas preguntas, por si alguien quiere responderlas y obrar en las urnas y en la calle con la misma contundencia que merecen estos inútiles de lo sobado, de lo chungo, de lo muerto y en putrefacción. No es un enfrentamiento lo que necesitamos ni un bunker gobernente haciendo el ridículo. Necesitamos inteligencia colectiva en acción, como en la revolución portuguesa de los claveles. Unidad ciudadana que nada tiene que ver con la violencia, sino con el verdadero sentido común. Desobedecer a cretinos peligrosos es una obligación ética. Ahora lo justo es que en todas las autonomías hagamos referendums ciudadanos como en Catalunya. Sería la única manera de que los más torpes y chulos de la clase se den cuenta de lo que pasa cuando no pasa nada de lo que debería estar pasando.
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