lunes, 17 de noviembre de 2014

Algunas ideas desintoxicantes

                         




                                              

Parece que ha llegado la hora del cambio radical. Sin extremismos, sin rabietas, sin vendetta de por medio.  Sin rivalidades, sin retorcimientos sucios. Sin oscurantismo ni rifirrafes más propios de la inmadurez viejuna del miedo a perderse que de la frescura realizadora del encontrarse a uno mismo y a los demás, sin los que uno mismo es nada.  Aplicando simplemente la lógica desde la inteligencia ética. Sin que duelan pendas .  

¿Qué nos divide e impide que desde la pluralidad  trabajemos juntos por el mismo bien común? : las ideologías  como fijaciones, convertidas en prolongación de nuestro ego infantil. No es lo mismo la Idea, que la ideología. La Idea es inevitable, justa y necesaria, es al mismo tiempo el fruto y el combustible del intelecto. Es el mapa mental  y la brújula con que  nos orientamos y trabajamos la realidad y al mismo tiempo lo que da el sentido a esa realidad. Es decir la idea es inevitable e inseparable de  nuestra condición humana. Pero...la Idea no es inocua, intocable, pura en sí misma, como la imaginaba Platón. La  Idea, primero, nace como percepción elemental, luego va pasando por los filtros de nuestro cerebro desde el ancestral laberinto límbico, a la nueva e imparable realidad del córtex. Y en ese trayecto se ampara y se nutre de otro caldo intermedio que se produce naturalmente como recurso de adaptación: el ego. Que no es malo en sí mismo, sino simplemente un medio, una herramienta para reconocer y asumir las experiencias más elementales y orientarlas a la búsqueda y encuentro con la zona  inteligente y creadora, la cortical. En ese trayecto explorador y mutante,  y de cara a la adaptación ecológica al medio, nace la ideología, igual que  un taca-taca, un andador o unas muletas, en las que apoyar la psique y no  perderse en el caos del laberinto límbico desorientado por la luz que desprende el conocimiento lógico e intuitivo que se está conectando en la zona cortical. 

La ideología es una "tierra media" entre el estado de orco y el de elfo. Entre el bruto y el hombre realizado, verdaderamente homo sapiens, al que aún no hemos llegado como especie, aunque haya de vez en cuando ejemplares  humanos realizados que muestran la plenitud de la misma, para dar pautas y orientación. Esos seres han sido capaces de trabajar con el ego hasta someterlo a la conciencia que han hecho posible trabajando desde el alma y el intelecto y con ello llegando a desarrollar el Maestro del Corazón, que es el meridiano más importante en la medicina oriental, porque cuando se desarrolla y se ejercita, proporciona la salud y el equilibrio de todo el organismo y de los demás meridianos.
 El mismo hecho de necesitar aún ideologías, religiones y partidos, o de usar los logros  y recursos de la evolución para autodestruirse y llegar constantemente a callejones sin salida, enfrentamientos y conflictos estúpidos, creyendo que son la panacea, es la prueba del nueve, que por cierto es la cifra del Hombre, frente al seis, su revés, que es la del animal sin conciencia de sí. En el Apocalipsis de Juan de Patmos se explica el asunto, como dice el autor, para que "quien tenga entendimiento lo comprenda". La cifra de la bestia es 666, que multiplicado por las tres veces que se repite (1, por el cuerpo físico, 2, por el cuerpo emocional, 3, por el cuerpo mental. Padre, Niño y Adulto, en Berne, Superego, Yo y Ello, en Freud. "Traducido" en religión y filosofía como Trinidad, Triada o Tao) da 18, que descompuesto suma 9, que es el 6 al revés. Toda una operación mutante de inteligencia. La bestia es el hombre minúsculo. No un animal, sino un proyecto, que nace igual que los animales pero que tiene otro desarrollo más avanzado y con más proyección transformadora. Cuando no quiere crecer ni hacer su función evolutiva, se embrutece, se degenera y destruye todo lo que podría ayudarle a realizar su maravilloso y sorprendente trabajo evolutivo. A esa cifra elemental, divisoria y cerril, pertenece la ideología, una degeneración derivada de un uso erróneo -no "malo"-  de la Idea, más debido al bloqueo del miedo que produce la ignorancia prepotente del ego, que a una maldad original de la naturaleza pre-humana o humanoide, que no nace contaminada ni corrompida, sino ignorante, desvalida y primaria. Si en ese estado  se alcanza el manejo habilis del conocimiento, usado por un cerebro más límbico que cortical, o sea, nada sapiens, pues la hemos liado. Y es ahí donde ahora estamos comprobando los resultados de nuestro propio "diseño" como 'aprendices de brujo' sabelotodo pero sin desarrollar capacidades suficientes para integrar, primero como individuos y después aplicar adecuadamente a la praxis social lo que "sabemos" pero no entendemos. Este es nuestro drama, que siempre lo ha sido, pero que ahora se ha convertido en una pandemia destroyer para el Planeta y para la propia especie.  

Visto el panorama ¿qué podemos hacer a partir de lo que hay, concretamente en España y en Europa que es lo más próximo y factible? 

Necesitamos hacer un trabajo doble: a un nivel personal y colectivo. Con la crisis nos estamos volcando en lo colectivo y olvidando lo individual, que hemos reducido a la angustia del miedo a la pobreza, al despotrique constante, al consumismo desatado, -tanto que el ahorro se considera ya un signo de empobrecimiento y el despilfarro, una muestra de 'crecimiento', aunque no se sabe hacia qué y ni hacia adónde-, y a la manipulación mediática como escape. La tendencia egocéntrica del pánico a lo incierto y a la amenaza, nos está empujando a seguir la misma inercia que nos ha traído hasta aquí, a repetir los mismos modelos pero con trajes distintos. A "mejorarla", a cambiarla por otra versión de la misma tragicomedia y dejando sin resolver el problema de fondo y de base: nuestra toma de conciencia como células inteligentes de un tejido social, que será inteligente  y sano si las células lo son. Si las "células" no responden, al contrario, se nutren de basura mediática, de estupidez, de rutinas mentales y emocionales teledirigidas y vacías, de tóxicos y adicciones, de impulsos viscerales convertidos en formas de relación con el medio y usando lo que aprenden para nutrir el ego nada más, es imposible que ningún proyecto, por bueno que sea en su origen, llegue a conseguir soluciones adecuadas, duraderas y sanas para todos.

¿Cómo hacer el cambio de sistema sin montar una hecatombe ni una ensaladilla guerrera entre "buenos y malos", "casta rica y casta pobre venida a más"? Cambiando la forma de organización y pasando del plano de la ideología que separa y es siempre un principio primitivo de tiranía, de autoritarismo y de fascismo -que no es ideología, sino una forma deplorable de comportamiento que afecta a la izquierda como a la derecha-  al modelo cooperativo y unificador entre sectores diversos que persiguen el mismo fin: el bien común. Es decir, acabar con el sistema de agruparse por ideologías y convertir la sectorialidad en la base del trabajo conjunto, sustituir los partidos por  los unidos en iniciativas prácticas, que se conviertan en bases legislativas, plataformas sociales que abarquen los intereses comunes y benéficos para todos. Esos organismos son y serán en sí mismos pedagógicos y didácticos. En ellos se aprende a participar con el valor de asumir la libertad responsable. El respeto a lo diverso y la capacidad para asumirlo y seguir trabajando con ello sin interferencias controladoras ni impositivas. Con herramientas como la escucha de verdad, no la simple "oída" desde las fijaciones y dogmas propios. La transparencia no sólo en los temas de dinero, sino también en la supresión de los manejos y "estrategias" para salirse con la suya. En fin, unas formas de "poder" inéditas, que ya no necesitan el Poder, porque han aprendido a realizar, a dar forma, juntas, entre todos, a la realidad necesaria para mantener la vida y la dignidad, los derechos y los deberes. La libertad, que solo lo es cuando es capaz de superar el pantano cenagoso del ego y consigue hacer posible el bien común.

Esa sectorialidad está basada en todas las actividades y focos de interés que enriquecen a todos. Es cooperadora e interactiva, intercambia actividades, información, formación y experiencia, los ciudadanos de todos los sectores se apoyan entre sí, pueden estar en contacto aprovechando el mejor lado comunicativo y directo de las redes sociales. Es gratuita y cuando necesita gastar en algo, se autofinancia para ser independiente. Puede agruparse por sectores como el Trabajo o el Desempleo, por la Sanidad, la Salud y la Dependencia, por la Vivienda, Alquileres, Desahucios, Asesoría, etc.., por la Enseñanza, por la Cultura, el Teatro, la Danza, el Cine, la Música, las Letras, los Idiomas, la Arquitectura y Obras, la Ingeniería y la Manufactura, la Artesanía, la Horticultura, la Alimentación, las Energías Alternativas, el Reciclaje, a Información y su tecnología, la  Ciencia y la Investigación, la Creatividad, las Emergencias, la Naturaleza  y su cuidado, el Intercambio de productos, la Economía, la Legalidad y el Derecho, el Diseño, la Industria textil, las Importaciones y Exportaciones,  la Hostelería, el Comercio Justo, y el Turismo Inteligente y Responsable, la Solidaridad y Derechos Humanos, las Terapias alternativas, el Crecimiento Personal, Banca Decente, La Gestión de Tiempo y Telentos, Finanzas Justas, Servicios de Transparencia, de Sustento Justo, de Municipalismo Próximo, etc, etc...esas agrupaciones ciudadanas deben tener un brazo institucional que dé sentido al Estado del siglo XXI, que salga de ellas y no les venga impuesto por un sistema artificial ideológico de partidos , que sólo entienden de teorías y de intrigas naturales para su propia supervivencia y modos de funcionar de cara a ejercer el  poder sobre los demás y nunca a cooperar y aceptar en igualdad al resto como imprescindible para funcionar y no como enemigos a derrotar. Las ideologías excluyen, en cambio la sectorialidad unifica y respeta a los demás sectores porque todos son necesarios y ninguno intenta suprimir a los demás; simplemente, todos se necesitan. Es otra filosofía del entendimiento y de  la colaboración. Nadie estorba y todos son necesarios. Nadie pretende el "mando único" ni ser  "el mesías", porque todos ya han comprobado que ese primitivismo anula la conciencia y la inteligencia social que es la verdadera productora de riqueza. El liderazgo es grupal y se nutre de las aportaciones de todos y la representación puntual la puede ejercer cualquier ciudadano a quien el grupo se lo pida o le vote como representante para cualquier asunto.

Salidas las hay. Pero es necesario desear encontrarlas y no sentarse a esperar que cambien sus estructuras primitivas e injustas los mismos recursos y medios que han provocado este estado de cosas hasta agotar el modelo y dejarlo obsoleto y ya convertido en enfermedad política y social, que es en sí misma, la corrupción. Ya es hora de que caigamos en la cuenta de que sólo se corrompe lo que está muerto. Lo que ya no tiene vida, lo que ya no distingue y por eso confunde causas y efectos, atribuciones con abuso, responsabilidades con oportunidades para medrar, latrocinio y delitos con impunidad, justicia con apaños prevaricadores, política con clientelismo mafioso. El sistema que durante mucho tiempo sirvió, se ha ido pudriendo sin renovarse, se ha muerto y es un cadáver en estado de descomposición. Tratar de reanimarlo es inútil, por eso, todo lo que se identifica con él, está condenado al mismo fin. Cuanto más tardemos en comprenderlo más dolor y destrucción provocaremos a nuestro alrededor. 

Que la ciudadanía se mueva y despierte es un alivio, pero debe ser  extremadamente prudente y cuidadosa para no apuntarse otra vez al viejo carro cascado de los oportunistas y quitárselos de encima. Modelos tenemos aunque lejos, pero ahí están Mujica, Correa y  Fajardo en Uruguay, Ecuador  y Colombia, respectivamente, que han conseguido que las cosas cambien sin convertirse en manipuladores ni en figuras "imprescindibles" antes de demostrar lo que son capaces de hacer, para que los ciudadanos sean los protagonistas y ellos unos ciudadanos más, que es la mejor prueba de la calidad de una democracia. Estos modelos humanos no han necesitado colgarse de internet, ni ser unos palizas en las tele, ni invadir las redes, en cambio, se han pateado las casas de los pobres viendo como malviven y sobremueren, los barrios más astrosos, las escuelas de la indigencia, los rincones más remotos, más que hacerse publicidad se han hecho compasión y justicia, se han mojado de verdad y no han dejado que el poder de los anillos se apodere de ellos. Por eso están consiguiendo que los ciudadanos puedan cambiar la sociedad, ellos, los representantes, se limitan a eso mismo, a conseguir que la política sea un servicio público regulador y procurador de justicia y felicidad igualitaria y no un obstáculo ni un sistema para modernizar el caciquismo de siempre con etiquetas nuevas para el mismo pack ambidiestro alterno y  corruptoide. No todo es Venezuela, Cuba o Bolivia en América Latina. Menos mal!

No hay comentarios: